Juegos para aprender a no olvidar

La tienda Don Pipo cuenta, entre su amplio surtido de juguetes, con algunos destinados a las personas con Alzheimer · Mediante ejercicios de memoria, trabajan las percepciones espacio-temporales.

Berta F. Quintanilla / Almería

08 de febrero 2012 - 08:20

El Alzheimer es la nebulosa que amenaza al recuerdo. El tupido velo que deja sin experiencias a aquellos que lo padecen. Una ausencia que necesita ser cubierta con urgencia para paliar el sufrimiento. La juguetería Don Pipo, que cuenta con 21 años de experiencia, siempre abiertos en el mismo sitio, cerca del Mercado Central, cuenta con una serie de juguetes muy especiales.

Continuando la línea marcada por su fundador para la defensa de todo lo tradicional, ahora tiene también un amplio elenco para las personas afectadas por esta enfermedad. Son instrumentos para recordar, basados en las construcciones, en los anclajes con tuercas, en la madera dibujada con elementos básicos de cada rincón de la casa. María José Pérez Moreno es la propietaria de este establecimiento y muestra con un respetuoso orgullo cada uno de los juguetes a disposición de los clientes. "Para aquellos que padecen Alzheimer contamos con cosas nuevas, como puzzles de seis o siete piezas para que hagan el ensamble, completando las series". Lo más importante en estos casos es potenciar la memoria. Pero también hay que tener en cuenta que los colores brillantes y las formas conocidas son las que más aceptación tienen. Es un proceso de asociación. "Muchas veces, los eternos olvidados de las industrias jugueteras son los alumnos con necesidades educativas especiales, para ellos también tenemos productos, que son muy parecidos a los otros, aunque normalmente vienen con las piezas más grandes".

Pérez es una enamorada del juguete. Del de siempre. Aunque no se declara abiertamente enemiga de las máquinas electrónicas, sí se posiciona al lado de aquellos con los que los pequeños pueden desarrollar la creatividad o jugar en familia o con los amigos. "Lo que yo tengo no pasa de moda, es trabajo en madera con mecanismos no complejos, fáciles de manipular". Fue en el año 1991 cuando comenzó la andadura de este establecimiento. Iba de la mano de José Sánchez. "Hemos crecido mucho en lo relativo a la clientela". Entre sus aliados, los profesores. "Cada vez lo tiene más claro, es necesario que los pequeños puedan descubrir, no está bien que se lo demos todo hecho". La tienda es como un laberinto multicolor. Desde el momento de la entrada, queda abierto un maravilloso mundo de colores. Paredes y estantes que son la esencia de la infancia, por edades. Los primeros, los del bebé. Utensilios que morder, que encajar, construir. Pequeñas experiencias para manos torpes, que están descubriendo el mundo. Desde el osito de los sueños, que reproduce el sonido del líquido amniótico de las madres hasta los mordedores de toda la vida. A continuación (cuidado con el escalón), los libros. Los protagonistas suenan, cuentan con texturas... y un palo de lluvia. "Ahora además tenemos juguetes ecológicos, que están fabricados cien por cien en material reciclado". La zona de las niñas. Habitación rosa. Muñecos sexuados, de diferentes razas y un espacio simbólico: microondas, pequeñas verduras de plástico.

Los circuitos electrónicos son también un referente. "Los niños más mayores quieren descubrir la electricidad". Y aquí aparece "la competencia más grande que te puedes imaginar, con las videoconsolas... lo que pasa es que lo mío es el romanticismo por el juguete". Ya en la salida, y en víspera de Carnaval, pequeños disfraces para que los pequeños se conviertan en los reyes de la fiesta. "Canicas, cromos... con lo que pasaban el rato nuestros padres, y también instrumentos musicales como el xilófono. Yo sigo creyendo que existe un futuro, ahora más que antes, porque nos respaldan los docentes y los padres".

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