Leer con el tacto de los dedos
El jefe del departamento de Servicios Sociales de la ONCE, Marcelo Rosado Carrasco, explica los beneficios del aprendizaje del método Braille, el sistema de lecto-escritura por excelencia para los invidentes
En un amplio despacho situado en el número 11 de la calle Reyes Católicos de Almería, esperaba ayer por la mañana Marcelo Rosado Carrasco, actual jefe del Departamento de Servicios Sociales para afiliados de la ONCE. Cumplía con el trato acordado hacía semanas con este diario, que solicitó su permiso para presenciar una clase sobre el aprendizaje del Braille; el sistema de lecto-escritura por excelencia para los invidentes.
Mientras subía por las escaleras hacia la tercera planta del edificio, desde donde se escuchaban las voces de los siete alumnos de Elisa Poyatos, y tomando de guía el brazo de este redactor, explicaba los primeros pasos de un método de lectura que, asimismo, cumplió el bicentenario de su aparición el pasado 4 de enero del mes pasado, fecha que marca el nacimiento de su creador: Louis Braille. "Lo primero que aprendemos es a sensibilizar las yemas de los dedos a través de unos ejercicios de calentamiento. Una vez superado este apartado, realizamos una tarea de discriminación, es decir, tratamos de averiguar cuál es la letra que siempre se repite en una serie de renglones. Una vez localizada, debemos señalarla con circulos opegatinas", explica Rosado mientras acaricia a un labrador color canela llamado Spirit, su perro guía.
Los alumnos, con edades comprendidas entre los 19 y los 50 años, leian y escribían sus primeros relatos. Como dice Rosado, leer y escribir favorecen a la autoestima, son una herramienta esencial para poder vivir en igualdad. Leer con el tacto es algo dificilísimo, requiere el empleo de muchas horas para dominarlo. Este método se enseña a los niños ciegos desde pequeños, trabajando su estimulación para que posteriormente puedan leer con facilidad los textos escritos en Braille, cuyos puntos no superan el tamaño de la cabeza de un alfiler. Cada persona aprende a una velocidad distinta, sea cual sea su edad.
El sistema de estudios es individualizado. No hay una norma específica para cada caso porque cada persona posee un grado de sensibilidad distinto. "Nuestra obligación es abrirles un plan de desarrollo y un apoyo psicológico muy especial. Hay que tener en cuenta que a las personas que acuden a estas clases les ha cambiado la vida de un día para otro y es muy común que se les venga el mundo abajo. Lo importante, entonces, no sólo es el método, sino la predisposición de cada paciente", explica.
El Braille nació del intento fallido de un militar francés que había desarrrollado un método para comunicarse en las trincheras mediante puntos en la oscuridad. Tomó la base de las señales para desarrollar el sistema de un rectángulo con dos columnas de tres puntos cada una. Mediante este cajetín se formaron 64 posibilidades para conformar los símbolos, que representan una infinidad de combinaciones que abarcan desde las letras, los números y los signos de puntuación hasta los síbolos matemáticos, elementos químicos y notas musicales. Con estos elementos los invidentes pueden leer y escribir en cualquier idioma.
Braille falleció en el año 1952 sin el reconocimiento social que merecía su descubrimiento. De hecho, los profesores videntes del instituto de Jóvenes Ciegos de París, lugar donde racibió su formación, pensaron que su sistema se apartaba demasiado de los caracteres visuales y, por tanto, se podía convertir, explica Rosado, en un factor de segregación, en lugar del elemento de integración social reconocido hoy en todo el planeta. "Este año hemos constituido un club de Braille. Nuestro objetivo es la difusión y el fomento de este sistema. Por otra parte, hemos puesto en marcha un curso llamado El Braille en la escuela, dirigido especialmente para los maestros", indica Poyatos.
Además, este año se convoca una nueva dedición del concurso escolar de la ONCE, denominada Leer y escribir es poder vivir en igualdad. "El seminario tiene una fase provincial y una nacional. La mayoría son niños matriculados en la ESO y bachillerato. Nuestra intención es crear un cartel sobre los que supone para un niño el aprendizaje del sistema", manifiesta la profesora.
Al finalizar la clase, los alumnos regresan de nuevo a casa. Cada vez escriben y leen más rápido. El Braille les ha abierto la puerta de otros mundos, de otro universo donde pueden volar de nuevo en libertad. Queda claro que la lectura es sinónimo de convivencia. Incentiva en el ser humano la capacidad de evadirse, de imaginar, de soñar y porqué no, también, de teletrasnportarse a otras sistuaciones repletas de nuevas y apasionantes aventuras.
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