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Lejos de casa y de la familia: la difícil Navidad de los migrantes en un asentamiento

El hijo mayor de Malika muestra los juguetes que ha escogido para sus hermanos. El hijo mayor de Malika muestra los juguetes que ha escogido para sus hermanos.

El hijo mayor de Malika muestra los juguetes que ha escogido para sus hermanos. / Carlos Barba/EFE (Almería)

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Miguel Martín/EFE

Alejados del ajetreo de los centros de muchas ciudades y del brillo propio de la iluminación navideña, los migrantes que habitan en los asentamientos de Almería 'celebran' estos días especiales como pueden, con las dificultades propias de unas chabolas convertidas en hogares entre plásticos.

Las miles personas que cruzan cada año el mar en una patera y acaban en asentamientos chabolistas como los del municipio de Níjar ofrecen una estampa muy diferente a la que muestran las calles y casas del resto de España durante la Navidad.

Estos días son sinónimo de reencuentros familiares y con amigos, de copiosas comidas compartidas mientras resuenan villancicos... Al menos para aquellos que no se han visto obligados a emigrar, a tener que vivir muy lejos de sus países de origen buscando un futuro mejor.

Conviven en asentamientos como los de El Hoyo, Los Nietos 10 y El Cruce o La Pared, distribuidos a lo largo de uno de los principales focos de la agricultura intensiva de invernadero de Almería y en los que predomina una mayoría de musulmanes frente a un número mucho menor de cristianos, principalmente de países subsaharianos.

Reparto de paellas de marisco en el asentamiento de El Hoyo. Reparto de paellas de marisco en el asentamiento de El Hoyo.

Reparto de paellas de marisco en el asentamiento de El Hoyo. / Carlos Barba/EFE (Almería)

Habitan cortijos rehabilitados o casas levantadas con palés, plásticos y restos agrícolas para encontrarse lo más cerca posible de los invernaderos en los que trabajan.

En estos puntos resulta casi imposible encontrar elementos que hagan evidente que se aproximan días festivos, cuando a apenas unos minutos de distancia las decoraciones luminosas brillan ya por la noche.

"En los asentamientos los que hay al final se juntan entre ellos, intentan pasar unas noches medianamente dignas, aunque, al fin y al cabo, no las pasan ni con su familia, ni en un ambiente digno. Las pasan como pueden", apunta a EFE Alicia Guirado, técnica en el Departamento de Inmigrantes de Cruz Roja Almería.

Con todas estas limitaciones, "para no pasar solos estas fiestas, que es cuando más se echa de menos a la familia y a la gente cercana, intentan hacer familia aquí, hacer piña", añade.

La convivencia entre musulmanes y cristianos en los asentamientos es buena y la Navidad se abre paso también entre los fieles del Islam, aunque sea gracias a la intervención de voluntarios y colectivos.

Voluntarios de Cruz Roja buscan a los residentes de un asentamiento. Voluntarios de Cruz Roja buscan a los residentes de un asentamiento.

Voluntarios de Cruz Roja buscan a los residentes de un asentamiento. / Carlos Barba/EFE (Almería)

Durante estos días organizaciones como Cruz Roja tratan de ofrecer a todos los inmigrantes posibles, celebren o no la Navidad, "una comida más especial", como la paella de marisco que un grupo de voluntarios repartía esta semana en diferentes núcleos de chabolas, como El Hoyo.

No es lo único que se hace para compartir estos días de buenos sentimientos, porque también residen en infraviviendas niños que no pueden escribir su carta a los Reyes Magos con la esperanza de recibir lo que más desean.

"En esta época de Navidad, también repartimos juguetes para los niños pequeños, con el departamento de Cruz Roja Juventud", explica Diego López, uno de los voluntarios de esta entidad mientras entrega parte de los juegos, muñecos y ropas que han preparado para los menores más necesitados.

Malika es una magrebí que lleva tres décadas en Níjar, y vive junto a sus "tres pájaros, realmente dos pájaros y una pájara", como llama cariñosamente a sus hijos. Junto a ella se encuentra el mayor, de 15 años, que no ha acudido a clase como sus hermanos al encontrarse enfermo.

Parte de los juguetes que se reparten entre los niños de los asentamientos. Parte de los juguetes que se reparten entre los niños de los asentamientos.

Parte de los juguetes que se reparten entre los niños de los asentamientos. / Carlos Barba/EFE (Almería)

Aunque en ese momento no quedan juguetes para su edad, el chico elige para sus hermanos pequeños: "Ese coche, ese seguro que le gusta a mi hermano", afirma mientras señala a un todoterreno de plástico. "Éste juego está muy bien y pueden jugar varias personas", le dice acto seguido Diego, a lo que el adolescente responde: "Sí, ese también le gustará".

Malika pide además un pequeño triciclo para su sobrina. Y antes de despedirse invita a entrar a su casa a tomar un té a los voluntarios de Cruz Roja, dando pie al espíritu de la Navidad, se sea musulmán o cristiano.

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