"Llevo por bandera establecer una personalidad única en las tallas que visto"

ÁLVARO ABRIL VELA. VESTIDOR, FLORISTA, BORDADOR Y DISEÑADOR

Vistió a las Vírgenes del Primer Dolor y Gracia y Ampar, que procesionaron ayer; a Macarena, que lo hace hoy; a Rosario del Mar, mañana y a la Virgen de los Dolores, del Viernes Santo

La Virgen del Primer Dolor, que procesionó ayer, fue ataviada por Álvaro Abril.
La Virgen del Primer Dolor, que procesionó ayer, fue ataviada por Álvaro Abril. / Rafa González
Daniel Valverde

28 de marzo 2018 - 02:32

Sobremesa en los hogares. Son apenas las tres de la tarde y la Esperanza Macarena aguarda con aires de hebrea la cita con su vestidor al pie de su peana. Un hombre de la corte, como los fieles anónimos que custodian a la reina entre el silencio del templo y la media luz de una tarde que no acaba de serlo. Maleta y kilómetros, no hay otra combinación para estar donde María lo reclama, ya sea en la cara norte o al sur de Despeñaperros. Los límites, si los hay, no son geográficos. Alfileres vienen y van al compás de encajes y pliegues a bordo de las finas manos que llenan de delicadeza la dulce estampa Macarena. Son las de Álvaro Abril. Granada en su acento; en su hacer, sensibilidad, humildad, elegancia y capacidad.

-¿Cómo llega Almería a la vida de Álvaro Abril?

Almería llega hace 10 años, cuando tenía 18, con una llamada del Entierro para vestir a su Virgen de los Dolores"Hay que intentar hacer el trabajo lo mejor posible en el día a día en cada uno de los cambios que hago"

-Almería llega hace diez años, cuando yo tenía 18, tras una llamada de la Hermandad del Santo Entierro en la que buscaban vestidor para la Virgen de los Dolores. A pesar de vestir a algunas imágenes, apenas tenía experiencia, y se trataba de la primera capital en la que entraba como vestidor. A partir de ahí, se suceden los años y las imágenes con las cuales tengo el honor de trabajar.

-Innumerables imágenes a lo largo de toda la geografía, y no solo andaluza, muestran la impronta de un trabajo reconocido y delicado, al alcance de unos pocos escogidos, ¿dónde está el secreto?

-No creo que haya ningún secreto. Hay que intentar hacer el trabajo lo mejor posible en el día a día, poner todo el esmero, no solo previamente a la salida procesional, sino en cada una de las visitas que se hacen para los cambios a lo largo de todo un año. Quizás el secreto que he experimentado a lo largo de este tiempo es, además de tratar de conseguir un trabajo bien hecho, el cariño que se imprime y la relación humana con el equipo de personas de cada una de las hermandades. Además de desmostrar que se puede hacer bien y que la imagen quede lo mejor posible, la relación con la hermandad es primordial para llegar a buen puerto.

-En la vida, para alcanzar cotas de éxito, además de explotar una valía innata se ha de pagar el peaje del siempre arduo aprendizaje, ¿de la mano de quién llega a ser el que es hoy?

-Siempre me he definido como autodidacta puesto que nunca he tenido un maestro vestidor al que pegarme o un maestro que me haya enseñado el oficio del bordado. Sí he tenido siempre muchas ganas de trabajar, una gran autocrítica y un enorme afán de superación. Esos han sido mis mejores maestros en este mundo.

-Difícil...

-Sí, pero ha sido un rodaje natural, todo ha llegado paso a paso. Nada se ha convertido en una meta, me he dejado llevar por lo que me gustaba y por lo que hacía.

-¿Dónde mana la fuente de inspiración de la que bebe?

-La fuente de inspiración principalmente es el estudio. Nunca me ha gustado hacer nada porque sí, guiado por gustos personales. Siempre he partido del estudio de cada una de las obras y de las imágenes que visto, tratando de encontrar un consenso entre mis aportaciones y las de la hermandad, empeñándome en buscar incesantemente nuevas ideas y cargarlas de creatividad.

-¿Cómo dice María que Álvaro Abril ha puesto sus manos en Ella?

-Creo que encontrar un sello propio es difícil. Indudablemente sí que lo hay en cada una de las facetas que desarrollo, pero llevo por bandera el establecer una personalidad única en cada una de mis imágenes. No me gusta que al ver una imagen vestida por mí se diga que la ha vestido Álvaro, buscando siempre las mismas señas de identidad. Prefiero que cada una de ellas sea la que tenga esas señas y si he sido yo, o ha sido otra persona, realmente es lo que menos importa, lo esencial es que a cada imagen se le dote de su sello y su personalidad.

-Vestidor, diseñador, bordador y proyectista. El complemento entre oficios es magnífico, ¿qué le aporta cada uno?

-Mi pasión siempre ha sido el diseño, es donde puedo explotar mi creatividad al cien por cien, donde menos me condicionan y donde me siento más libre. El bordado es mi oficio, y el vestido de las imágenes mi delirio.

-A pesar del recogimiento del momento y la intimidad que se respira, es una labor que no se hace en solitario, ¿hay directrices?, ¿dejan hacer los priostes y las juntas de gobierno?

-Se presentan los dos extremos. Existen las hermandades que te ofrecen total y plena libertad en todo lo que haces, y aparecen las que tienen sus propios criterios. En ambas me siento cómodo y trabajo de igual manera. Sí es cierto que se puede diferenciar entre dos aspectos fundamentales; las hermandades que carecen de estilo propio en las que se confía en ti pretendiendo que tú les ayudes a encontrarlo, y las hermandades en las que está todo establecido, lo que facilita la puesta en marcha del trabajo. Este último es el caso de la Hermandad de la Macarena aquí en Almería. En ella había una notable claridad de principios y, por tanto, lejos de innovar, he intentado dar más peso a ese sello característico.

-Con el paso de los años las vitrinas de la Semana Santa andaluza hablarán de un tal "Abril" que dio sentido, forma y color a un patrimonio incalculable, ¿le ha visitado el vértigo?

-Sí, especialmente en estas fechas en las que se acumulan el trabajo, las emociones, las experiencias y, además, los sentimientos están a flor de piel. Una de las emociones más intensas que vivo es cuando, sin quererlo, paseando por cualquiera de los días de la Semana Santa viendo el discurrir de los cortejos procesionales, observas que hay un granito de arena que lleva tu nombre, que has aportado algo. En esos momentos he sentido el vértigo, al apreciar cómo han pasado los años, al darme cuenta de todo lo que se ha hecho.

-Si salimos del guion de esta entrevista y nos sumergimos en un sueño en el que Álvaro Abril pone la rúbrica a su enorme carrera, ¿qué imagen sería la protagonista?

-Hay un momento que se me ha quedado grabado para siempre. Fue en la "madrugá" del pasado año cuando por motivos laborales no pude estar en Sevilla. Al llegar a casa después de poner flores a las hermandades, me senté con mis padres a cenar y vi en televisión la salida de la Macarena mientras cruzaba el arco con mi saya puesta. Decía el comentarista "¿se puede ser más Macareno que llamarse Abril y Arco?". Este último es el apellido de mi compañero. Me recorrió el cuerpo un escalofrío porque no me creía lo que estaba pasando, lejos de ser sueño era una realidad inalcanzable, jamás habría podido pensar que estaría mi nombre en algo que he visto y querido tanto desde pequeño.

stats