Lluvias y llantos de otoño (I)

Crónicas desde la ciudad

En el rosario de catástrofes naturales sufridas en Almería capital sobresalen, por sus luctuosos saldos, las fechas del 21-23 de octubre de 1871 y 11 de septiembre de 1891. 27 muertos en total

Antonio Sevillano / / Historiador

10 de septiembre 2011 - 01:00

La rambla de Amatisteros

le dijo a la de Belén:

Agárrate prima hermana

que yo te acompañaré

cuando las aguas estén claras.

Se cogieron de la mano

y arrancaron a correr.

"Se ha llevado el Barrio Alto

y la calle San Miguel…

¡Gracias le demos al Cielo

que la nube fue de día,

si llega a ser de noche

fenece toda Almería!"

Cualquier lector de cierta edad lo retiene en su memoria: raro es el mes de septiembre que no comienza con una tormenta más o menos aparatosa y/o dañina. La estadística de siglos confirma un alto porcentaje de ellas; en cualquier caso, la más trágica de todas -por sus devastadoras consecuencias materiales y número de víctimas cobradas- es la que en tal fecha como mañana domingo se cumplen 120 otoños. Según la legión de "feligreses" de la Niña Dormida, la desgracia se veía venir, sólo era cuestión de tiempo. Para los crédulos de leyendas urbanas disparatadas vale recuperar aquí la maldición de aquella echadora de cartas metida en años, vecina de la Cuesta del Rastro y El Quemadero, frente al convento de Las Adoratrices. Motivada por algo tan intrascendente como el fraude de las "bestias indefensas, enfermas y totalmente ciegas" lidiadas en Feria, tronó la siniestra bruja: "Sobre Almería caerá una desgracia". Y, coincidencias de la vida: a la Virgen del Mar le robaron las joyas después de la procesión y días después se desencadenó el desastre. Con menos mimbres y patrañas hay quien escribe un libro u organiza visitas guiadas municipales (sin ir más lejos a la Casa de las Mariposas).

LLOVÍA SOBRE MOJADO

Sería prolijo reseñar todas las citas disponibles desde el siglo XVI referidas a inundaciones estacionales (septiembre-octubre). Me ceñiré a la de 1871 por ser la segunda en el triste ranking de fallecidos y la menos publicada. Aunque cuantificados en un Acta municipal, no es posible conocer su filiación ya que las fuentes habituales (Registro Civil y Libros de Enterramientos) no se incoaron hasta 1872 y 1892. El pleno de 23-X-1871 recoge las tribulaciones del alcalde Antonio Durán:

"… Las escenas estremecedoras que ha experimentado este vecindario con motivo de las espantosas nuves (sic) del 21 y 23 del corriente, cuyos horrores son la muerte de seis hombres, dos mujeres y un niño arrastrados al mar por la impetuosidad de las aguas, habiéndose podido salvar otros dos hombres más dentro de las huertas, en muy mal estado.

El desbordamiento en todo su trayecto de las Ramblas de Belén, Alfareros, del Caballar, de la Chanca y vías principales dentro de la población, ha visto con asombro las dos noches inundadas las calles, paseos, plazas y arrabales, llevándose sobre cien casas, rompiendo las cercas de más de veinte huertas… No pudiéndose transitar durante las tormentas por haber quedado la población en tinieblas desde la noche del 21 en que rompió la rambla del Obispo el conducto general del gas del alumbrado público ".

Tras disponer brigadas de obreros en los barrios a las órdenes de ocho maestros alarifes para la retirada de escombros, ordenaron al arquitecto Municipal una Memoria evaluando los daños y medidas a adoptar a medio y largo plazo. Si se hizo tal documento no existe el menor vestigio. Lo peor es que, irresponsablemente, no acometieron encauzamiento alguno de las ramblas (cabeceras y lechos) con lo que se habrían evitado posteriores quebrantos.

MATINAL INFERNAL

Duelos y luto. En la noche de vísperas unas nubes preñadas de negros augurios cubrían el "rincón de las panochas" que da vista a la sierra de Berja. Al alborear el 11 de septiembre de 1891 los temores se cumplieron: en tres horas -ocho a once de la mañana- los medidores registraron 158,3 litros de agua caída (más de la mitad de la pluviometría anual) de un cielo alumbrado sólo por el resplandor de relámpagos y rayos. El infierno de Dante hecho realidad en la olvidada provincia. El anillo de cerros circundantes sirvió de trampolín orográfico a las aguas que descendieron por el plano inclinado buscando el Mediterráneo. En medio, a modo de Don Tancredo inerme, la ciudad vulnerable. Ramblas de Belén (con sus afluentes de Amatisteros e Iniesta), Alfareros, Antonio Vico, Encantada o Gran Capitán; la de Gorman (Reina), Maromeros y barranco Caballar, recogiendo las escorrentías de La Alcazaba y Poniente, y las callejuelas del Barrio Alto, con final en Las Almadrabillas, convertidas en torrenteras implacables. En su violento galopar no respetaron árboles, viviendas, haciendas, comercios, talleres, fábricas, bestias, carros, animales caseros, enseres domésticos ni seres humanos, bebés o ancianos.

En medio del infernal totum revolutum se sucedieron paralelamente impagables gestos de heroísmo en número tal que aquí no cabe su cita particularizada (asignatura que queda pendiente); sin distinción de sexo, edad, lugar, gente del pueblo llano, fuerzas de Orden Público o servidores municipales. España entera se volcó en ayudas morales y económicas. A cargo de la Asociación de la Prensa de Madrid construyeron el barrio obrero de la Caridad, la escuela y capilla de Los Molinos y un puñado de casillas en la calle de Las Mercedes. Bajo la Regencia de Dª María Cristina crearon una Comisión Regia (presidida sucesivamente por Ventura García y Manuel de Eguilior) encargada de gestionar fondos y proyectos reparadores en la capital y municipios afectados de la provincia, singularmente Albóx y Adra. Las actuaciones quedaron reflejadas en la "Memoria Consuegra-Almería", pueblo toledano que, al desbordarse el río Amarguillo, padeció un drama incalificable: ¡1.500! cadáveres (según leemos) contabilizados. Inenarrable suceso que ocupó portada en el New York Times.

DAMNIFICADOS

En el correspondiente tomo de Defunciones del Registro Civil se inscriben y ordenan los enterramientos (12 al 17 de septiembre de 1891) en el cementerio civil de la capital de todas y cada una de las víctimas. En el apartado de Causas se repite "Asfixia por inmersión de la nube del día once", "Asfixia al ser arrastrado por las aguas de la inundación" y "Conmoción cerebral a consecuencia de las heridas causadas en el aluvión". En el caso de Miguel Medina, uno de los cuerpos devueltos por el mar, anota "Que ha sido encontrado esta mañana del día 12 en la playa de esta Ciudad. Está fallecido por inmersión". A la relación (totalmente inédita) debemos sumar a una mendiga conocida por Curra y otros dos cuerpos, no identificados, flotando en las playas de Almería y Adra. En total 18:

Josefa García Márquez 17 años, soltera

María Segura Hernández 22 años, casada

Felipe Leoncio Segura 14 meses

José Enrique Rodríguez 4 meses

Francisca Orta Expósito 5 meses

José Martínez Miralles 30 años

María Ponce Rodríguez 50 años, casada, 1 hijo

Miguel Medina Barranco 75 años, viudo

Ana Galvano 25 años, casada

María Gálvez Pérez

15 años, soltera

Ana Gálvez Alcoba

15 años, soltera

Rosa Garrido Blanes 50 años, casada

Francisca Oliver Avellaneda

65 años, viuda

Andrés Rodríguez Gómez 55 años (vecino de Viator)

María Martínez Rodríguez 75 años, soltera, mendiga

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