Medio Ambiente recupera la tradición de los naranjos en el casco histórico

Sevilla, Córdoba, Cádiz... y Almería. Si hay un árbol de tradición que decore los rincones del casco histórico de las capitales andaluzas, ese es el naranjo. Un árbol muy mediterráneo, que tal y como han detallado desde el área de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Almería requiere algo más de atención que otro arbolado, ya que es muy sensible a las plagas y por lo tanto necesita más tratamientos fitosanitarios que los demás. Además, hay que recoger el fruto para evitar que caiga al suelo y lo ensucie. "En compensación, los naranjos tienen una flor muy atractiva y desprenden un gran aroma durante la primavera". En la capital almeriense podemos encontrar esta especie en la calle Soldado Español; avenida Pablo Iglesias; calle Gravina; plaza Jesús Cautivo de Medinaceli (detrás de la Catedral); Liceo y plaza Flores. Estos últimos son los más antiguos contando con más de 20 años de vida. Su nombre científico es el Citrus aurantium, pertenece a la familia de las Rutáceas y popularmente se le conoce como Naranjo amargo, Naranjo agrio, Naranja amarga, Naranja agria e incluso Azahar. Originario del sur de Asia, el naranjo amargo fue introducido en la región mediterránea por los árabes durante el siglo VI.

En el caso concreto de España, fueron los Califas en Córdoba los que le dieron el carácter de planta ornamental por excelencia. Desde entonces y hasta nuestros días, los podemos encontrar en jardines privados, en alineaciones como árboles urbanos y en jardines públicos. No suele superar los cinco metros de altura y su masa foliar forma una copa frondosa, globosa y compacta. Su tronco es de corteza lisa y color verde grisáceo. En lo que respecta a sus hojas, son de color verde oscuro con una cutícula brillante. Tienen forma elíptica, lanceolada y son olorosas. Las flores del naranjo se llaman de Azahar y son blancas y muy aromáticas, de un tamaño de alrededor de los dos centímetros de diámetro.