Pequeñas historias almerienses

Medio siglo del “boom” de los Edificios Mediterráneo en Almería

  • Cientos de familias almerienses de 1973 compraron y estrenaron alguno de los más de 1.100 pisos construidos en esta zona de expansión

Edificios Mediterráneo

Edificios Mediterráneo

No existe almeriense sobre la faz capitalina que desconozca dónde están los “Edificios Mediterráneo”. Las inmensas torres del sur de la calle Altamira han albergado a decenas de miles de personas durante las últimas cinco décadas. Todos tenemos, o teníamos, algún conocido residiendo allí. Pero escasos ciudadanos saben la historia de cómo surgió el ejemplo más brutal de la “Almería vertical” del siglo XX.

La idea de los “Edificios Mediterráneo” se gestó en los años sesenta. El proceso administrativo para este gran núcleo, compuesto por más de 1.100 casas, se activó cuando el Ayuntamiento de Almería decidió urbanizar la zona y recalificar los terrenos debido a la escasez de viviendas en la ciudad. Aquel lugar entre la Carretera de Ronda, la actual Avenida de la Estación y contiguo a la vieja “Huerta Azcona” se bautizó como “Polígono Garcilaso de la Vega”, nombre que tardó poco en olvidarse. La finca se troceó como un pastel y surgieron parcelas de distinto tamaño. Por ejemplo, la de la esquina de la calle José Artés de Arcos con la de Hermanos Machado, donde se levantaron después cinco imponentes rascacielos, tenía 4.862 metros cuadrados. La empresa madrileña “Hadisa” (Hispano Americana de Inmuebles S.A.) no tardó en adquirir diferentes propiedades, con amplias superficies, e inició el desarrollo urbano.

En 1968, el Ayuntamiento aprobó la documentación básica para la construcción de los primeros edificios. Era el expediente VS-268/68, dígitos correspondientes a domicilios permanentes y sujetos a protección oficial subvencionada. Con los permisos legales en regla se iniciaron las obras de los majestuosos bloques de diez y once alturas. De repente, la zona se pobló de un ejército de albañiles que trabajaba de sol a sol bajo las elevadas grúas “Potain”, visibles desde casi toda la capital. Había inmuebles diseñados con sesenta, setenta y hasta noventa viviendas y medio centenar de plazas de aparcamiento.

Al mismo tiempo, la promotora encargó a la agencia “Publisur” una potente campaña de prensa y radio para promocionar la nueva barriada y abrió en el “Edificio Aguilica”, en la calle Sorrento de El Zapillo, una oficina de información y venta. También diseñó un logotipo que jugaba con una casita, las iniciales de la promoción y el primer atisbo de la seña de identidad del conjunto residencial que ya todos conocemos: los soportales de las aceras en forma de arcos.

Octavilla publicitaria de 1972 Octavilla publicitaria de 1972

Octavilla publicitaria de 1972

El “gotelé” y el piso piloto

Los lemas publicitarios de “Hadisa” eran directos: “Un piso no se compra todos los días”, “Vd. tiene la obligación de elegir el mejor piso”, “Por primera vez en Almería, pisos con jardines y piscina… ¡y en el mismo centro!”. Todo ello, jugando con las calidades del interior: habitaciones exteriores, portales de lujo, carpintería metálica, ascensor, calefacción de “calor negro”, terraza, salón de 18 metros, tendedero, paredes de “gotelé”, extractor de humos, puertas de embero, alicatados de color en el baño, cocina de laminado plástico “railite”, armarios empotrados, sanitarios de primera…y, claro, comenzaron a cerrarse ventas y más ventas sobre plano. Había un “piso piloto” decorado por “Muebles La Valenciana”, gancho que acrecentaba aún más los deseos de los inversores. Los primeros clientes pagaron por tres dormitorios y 119 metros cuadrados 307.500 pesetas; podían entregar 40.000 en la firma del contrato y el resto en 14 años; además, existía la exención fiscal de los impuestos en la compra y de todos los tributos municipales durante veinte años. Semanas después, la promotora subió los precios a entre 385.000 y 435.000 pesetas, según la orientación y el tamaño.

Los cinco bloques que se construyeron al principio se entregaron a sus propietarios sobre 1972, pero no fue hasta 1973 cuando se experimentó el “boom” del “Conjunto Residencial Edificios Mediterráneo”. El 8 de abril de 1972 “Hadisa” puso la bandera y “cubrió aguas” de una nueva torre de diez plantas, en un acto social y festivo que congregó a cientos de personas, muchas de ellas dueñas ya de los futuros hogares. Sin duda, esa “Almería vertical” atraía a muchos trabajadores y funcionarios, deseosos de adquirir un techo a estrenar; además, en la década de los sesenta el censo de la capital aumentó un 32 % pasando de 86.808 residentes a 114.510.

El Ayuntamiento recalificó los terrenos para construir viviendas y bautizó a la zona como “Polígono Garcilaso de la Vega”

Aquellas moles de hormigón con nombres de islas, escritores y enclaves costeros comenzaron a albergar a familias enteras. Llegaban con hijos, abuelos, primos o sobrinos políticos que abandonaron sus cortijos y pueblos anhelando un futuro mejor. Pero en cada mudanza era común apreciar, en las caras de los padres y las madres, el orgullo y la satisfacción por estrenar una vivienda de lujo en una zona de expansión de la ciudad. Suponía una gran señal de prosperidad. El siguiente paso era imprimir unas tarjetas de visita con el nombre del matrimonio y la novedosa dirección postal para ofrecer el hogar a parientes, amigos y conocidos. Entre 1973 y 1976, los propietarios llegaban con los enseres imprescindibles. Un piso recién construido exigía tresillos, mesas, sillas o librerías flamantes. Y ahí estaban los muebles y electrodomésticos de “Mago”, “La Unión”,Vallejo”, “Ruiz Collado”, “El Paraíso”, “Resory´s” o “Jumi” para satisfacer todas las necesidades domésticas. En 1975 ya tenían residencia fija allí unas 900 familias y más de 4.000 personas.

Más tarde, el Ayuntamiento presidido por Francisco de Asís Gómez Angulo (1922 - 21/02/2002) concluyó la rotulación de las diferentes nuevas calles: Doctor Aráez Pacheco, Canónigo Molina Alonso, Ingeniero López Rodríguez, Isla de Mallorca, Sagunto, Plaza de Ibiza o Soldado Español. Aquel “boom” de hace medio siglo se completó con la apertura de tiendas y negocios en los locales de aquellas inconmensurables moles de cemento. En pocos metros a la redonda residían más personas que en la inmensa mayoría de los pueblos de la provincia y había que dotarlos de servicios: la botica de José Waisen Enciso; el Banco de Santander en la calle José Artés de Arcos, 2; el “Spar”; el quiosco de prensa, bares, bazares, peluquerías, ultramarinos, zapateros… varios de ellos en la actual “Galería Siglo de Oro”.  

La zona sufrió una importante degradación a finales del siglo XX, pero las numerosas reformas efectuadas por los propietarios en las fachadas y la fuerte inversión que inyectó el Ayuntamiento en nuevas y mejores infraestructuras remozaron su cara. Un buen regalo para celebrar el 50º aniversario del auténtico “boom” comercial y social de la Almería de 1973.

 

Edficio Isla de Malta Edficio Isla de Malta

Edficio Isla de Malta

Los nombres de las torres

El enjambre de torres que puebla las calles donde se asientan los “Edificios Mediterráneo” aloja a miles de personas. Es el barrio de la capital con mayor densidad de población; muchos inmuebles superan las diez plantas de altura y es habitual que en cada una existan seis o siete viviendas. Entre las construcciones existentes sobresalen los bloques “Torre Quevedo”, “Torrequebrada”, “Nirvana”, “Torre Góngora”, “Isla de Asinara”, “Torre de Alhambra”, “Isla de Coral”, “Mahón”, “Isla de Tabarca”, “Isla de Malta”, “Isla de Mitjana”, “Isla de Córcega”, “Isla de Creta”, “Isla de Santa Elena”, “Torres Blancas”, “Isla de Cerdeña”, “Costa Brava”, “Costa Azahar”, “Torre Florencia”, “Torre Cervantes”, “Torre Villaespesa”, “Campoamor” o “Panorama”, algunos de ellos con cuatro y cinco fases de elevadísimas plantas.

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