El lado oscuro de Almería

El Mota: ¿Criminal o víctima?

  • Manuel Pérez Berenguel. Hoy se cumplen 75 años del fusilamiento en las tapias del cementerio. Su persona y su recuerdo aún perviven para algunas personas de anteriores generaciones

Manuel Pérez Berenguel.

Manuel Pérez Berenguel.

Manuel Pérez Berenguel, alias “El Mota” como era conocido y temido popularmente en la provincia fue fusilado el 17 de julio de 1945. Su persona y su recuerdo aún perviven para algunas  personas de anteriores generaciones como la de un personaje de leyenda. Se dice que  en la posguerra, Almería fue la única provincia que tuvo más “maquis” o “guerrilleros” muertos. Las cifras se han elevado hasta treinta y dos. Sin embargo el número de “enlaces” detenidos-unos treinta- situó a la provincia almeriense junto a Jaén como las únicas de Andalucía en la que ni un solo de estos hombres buscados por la justicia se entregaron a la Guardia Civil. Curiosamente entre estos detenidos no había pescadores o marineros, pese a que los dos puntos de embarque y desembarque de estos hombres hacia Orán estaban situados en las inmediaciones de Rambla Morales cerca de Cabo de Gata y en la Punta de los Baños en Guardias Viejas.

El Mota: Mitad maqui y forajido huido al monte, para unos identificado por sus  numerosas fechorías y para otros, un hombre tranquilo y excelente persona, victima de una cruel y acosada persecución por ser de izquierdas que lo llevaron hacia una huída desesperada.

El recuerdo de este personaje controvertido surgido de la miseria de la posguerra en la provincia de Almería aún se presta una serie de múltiples contradicciones. Se dice que en la primavera de 1942 se echó al monte, tres años después “El Mota” fue fusilado la tarde del 17 de julio de 1945 en un paredón del cementerio de San José, un día antes de recibir un anunciado indulto y que por razones un tanto extrañas llegó con sospechoso retraso.

El 17 de julio de 1986, su historia por primera vez en la democracia fue revivida por mi a través de las ondas de Radiocadena Española con una entrevista a su anciana esposa junto a un informe basado en testimonios directos de personas que conocieron la historia de este personaje una victima de la represión franquistas.

La vida de este singular personaje inspiró un libro biográfico sobre sus andanzas escrito por el poeta almeriense Alfonso López Martínez.

Incluso algunos cuentan que los niños y mozalbetes de aquellos años, atribulados por la leyenda del bandido acudían a la cárcel para encaramándose por las tapias intentar verle la cara a través de los barrotes de la celda.

Manuel Pérez Berenguel, nació en Benahadux a finales del año 1907. Sus padres fueron Manuel Pérez Mota y Maria Berenguer Rodríguez. Durante su infancia y adolescencia se dedicó al pastoreo como el resto de la familia y apenas tuvo tiempo de ir a la escuela. Poco mas tarde deja el pastoreo y empieza a trabajar a sueldo. Según contó Alfonso López- que lo conoció personalmente- “El Mota” en la finca Las Pedrero llegó a cavar más de dos mil hoyos para plantar almendros. Cobró quince céntimos por cada uno. Acostumbrado al trabajo más duro y rudo, su lado mas sensible le salía después de la faena, por las noches, tocando la guitarra y cantando “La hija de Juan Simón”.

Unos años más tarde se colocó como minero en una explotación de azufre en el paraje de la Partala en el término municipal de Benhadux donde le pillo la guerra. Se casó con apenas 22 años a finales de 1929 con María Góngora García. Del matrimonio nacieron sus hijos Manuel y Maria. Su esposa, ya en la frontera de los ochenta años contó entonces en Radiocadena Española a través de una entrevista al periodista autor de este relato , los recuerdos de su marido.

“Era una buena persona, honrada y dispuesto a la voz del pueblo”. María Góngora, rechazó de plano todas aquellas acusaciones que hacían del Mota un delincuente perverso.  “No cometió ningún delito de sangre. No tenía ninguna denuncia en su contra”.

Sin embargo una delación marcó su camino.

Fue traicionado por alguien, Se habló de un cortijero de la zona de Rioja

como autor del chivatazo, que puso a las autoridades sobre la pista para poner fin a sus fechorías. No obstante al margen de su leyenda negra de bandidaje na Manuel Pérez Berenguel se le tildó de  empedernido mujeriego. Lo de sus amoríos con otras mujeres en la zona de Rioja, Pechina y Benahadux corría de boca en boca. María Góngora tampoco quiso admitir esos comentarios. ”Eso eran bulos malintencionados, mi marido no fue lo que dicen, era una buena persona”.

La figura del Mota, quizás no haya sido analizada en una mayor profundidad a pesar de que ya se han cumplido cincuenta y seis años de su muerte. ¿Por qué murió El Mota frente a un pelotón de ejecución?

Para María Góngora, en aquellas únicas y exclusivas declaraciones ante el periodista, su muerte se produjo sencillamente por ser de izquierdas. “Aún quedan testigos vivos de aquella muerte-señaló en aquellas fechas María Góngora- y todavía se conservan documentos. A mi marido lo mataron-cuenta la viuda-por pertenecer al Partido Socialista Obrero en la clandestinidad y aquella desgracia bastó para que cayeran juntos sobre sus hombros todos los crímenes y robos que se producían en aquellos años”.

Sin embargo, antes del final de la vida del Mota, éste acabada la guerra civil, como tantos otros vencidos huyeron a Francia. Durante la contienda fue detenido en Guadalajara y conducido al cuartel de la Remonta de Caballería. Allí, aseguran algunos que  El Mota llegó a obtener la graduación de teniente un hecho un tanto controvertido y de escasa fiabilidad, teniendo en cuenta que estaba recluido y carecía de cualquier tipo de formación militar.

Hombre avispado y con unas ideas muy claras, al poco tiempo empezó a rondarle por la cabeza huir del campo de concentración francés. Un buen día logró escapar y al poco tiempo aparece de nuevo por la provincia de Almería presentándose en  Benahadux en su casa en Los Castillejos. Su mujer le informa de lo que ocurre en la provincia con inesperadas detenciones, palizas y fusilamientos a todos aquellos declarados de izquierdas como él, único delito para una persona honrada que no era un ladrón y mucho menos un asesino. Las inquinas e intrigas alertan al Mota que al empezar a sentirse acosado por la persecución franquista decide poner tierra por medio.

En el tiempo que pasó en los calabozos no delataró a nadie ni aclararó sus actos

Primero se fue a la sierra de Enix, se esconde por la zona  del Marchal de Antón López y luego se desplazó hasta Rágol donde vivían unos parientes. En Enix trabajó y vivió una larga temporada. Se cuenta que una mujer se enamoró de Manuel, cuyo marido la maltrataba y El Mota ya no se encontraba a gusto allí y decidió irse.  Por entonces es cuando ya comienza a extenderse su leyenda de forajido. Pronto se cuenta que en Laujar de Andarax mató a un guardia civil durante un tiroteo. Su vida dio un profundo vuelco. Un vecino de esta localidad, llamado Alfonso fue quien lo denunció por un robo inexistente. La suerte ya estaba echada y El Mota, fuese o no el autor de aquella muerte ya estaba en el punto de mira de la Guardia Civil.

Durante cierto tiempo las batidas de la Guardia Civil por las sierras buscando al Mota se sucedían una tras otra. Las hazañas del Mota se multiplicaban. Algunos se preguntaban como podía estar en tantos sitios a la vez. Cualquier robo, cualquier hecho delictivo tenía como dedo acusador al Mota. Se dice que era un maestro del disfraz para ocultar su verdadera identidad. Se vistió de sacerdote, militar e incluso de empleado de una funeraria. Incluso en una ocasión con varios de sus hombres lograron  hacerse pasar por miembros de “la Brigadilla” de la Guardia Civil. En esta línea otros vecinos descubrieron a El Mota y sus gentes pasando como inspectores de la Fiscalía de Tasas.

Alberto Bru, especialista en temas de este tipo ha relatado que El Mota logró una vez escabullirse de un lugar donde estaba casi rodeado y alto riesgo de ser detenido, disfrazándose de sargento del Ejercito y su lugarteniente vestido de falso cabo 1º.

Se produjeron situaciones que eran imposibles de comprender so pena que tuviese el don de la ubicuidad. Hubo muchas denuncias falsas o no comprobadas en toda su extensión que fueron alimentando su leyenda.

Lo cogieron finalmente a mediados de enero de 1945 en Rioja en el llamado cortijo de San Miguel casi en el límite con Benahadux. Un cortijero lo delató a la Guardia Civil. En el momento de su detención El Mota dormía placenteramente.

De su paso por la prisión de Almería, un funcionario de prisiones que lo cuidó, padre de otro actual funcionarios de Acebuche, contó en su día al periodista que El Mota no fue autor de ningún crimen horrendo, ni estuvo implicado de forma directa en ningún delito de sangre. “Era un tipo tímido y muy tranquilo, de baja inteligencia al que no cogieron antes por suerte”. Pero hay más, el veterano funcionario apellidado Campos, calificó a Manuel Pérez Berenguel como un preso “maravilloso”, nada conflictivo y no alcanzaba a entender porqué lo mataron.

Las autoridades locales escogieron para su fusilamiento, el 17 de Julio para evitar la muerte en una fecha tan señalada como la festividad de la Virgen del Carmen o la conmemoración entonces del Alzamiento.

Ese día, El Mota lo pasó en su celda incomunicado. No gritó, ni acusó a nadie. Tuvo entereza en todo momento y no se revolvió o agredió a los funcionarios cuando lo sacaron de la celda camino de la muerte. Ya en el cementerio, con paso, firme y decidido se dirigió a la tapia que le señalaron sus ejecutores. Eran las siete menos cuarto de la mañana. Como testigos se encontraban F. Tortosa Cañadas y A. Rojas Guillén

Murió agujereado a balazos llevándose a la tumba muchos misterios no aclarados de su vida. Como su misma tumba, que nadie sabe donde está.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios