Almería

Mujeres de cine (y V). Un ángel llamado Audrey Hepburn

Imagen mítica de la actriz fumando

Imagen mítica de la actriz fumando / D.A.

Tras finalizar la gran guerra, Audrey se presentó en el estudio de Charles Huguenot. Al verla, le pareció la muchacha ideal para hacer el papel de azafata. Solo con dieciocho años y aceptó el papel con gran ilusión. Fue su debut cinematográfico.

Audrey Hepburn, nunca acabó de entender su propio atractivo. «Decía que tenía la nariz demasiado grande, calzaba un 39; que era muy delgada y que le faltaba pecho». Audrye pesaba 50 kilos, medía 1,70 y su cintura unos 50 centímetros, en una época dominada por las actrices voluptuosas y de curvas rotundas. Billy Wilder, al contratarla para Sabrina –la segunda nominación consecutiva al Óscar–, dijo, “que Dios la había besado en la mejilla”. Vio aquella joven de magnética sonrisa y con la clarividencia de genio dijo: «Esta jovencita convencerá al mundo de que los grandes senos y las curvas pronunciadas son un vestigio del pasado».

La elegante Audrey Hepburn La elegante Audrey Hepburn

La elegante Audrey Hepburn / D.A.

De sonrisa sincera y mirada angelical, la vida de Audrey quedaría marcada por el temprano abandono de su padre, y por vivir en primera persona los horrores de la Guerra Mundial. Fueron los capítulos más trágicos de su vida, y los que convirtieron a aquella niña de tan solo 10 años, en una mujer extremadamente sensible y vulnerable.

Su amor por los niños –decía que desde siempre había deseado ser madre–, la llevó a convertirse en Embajadora UNICEF. Colaboraba desde 1955 y le fue dedicando cada vez mayor tiempo, realizando su último viaje a Somalia solo 3 meses antes de morir.

Audrey tomó la decisión de retirarse del cine no una, sino dos veces. La primera, en 1967 para cuidar de su hijo pequeño. Más tarde, en los ochenta, tras un regreso enlazando tres películas, se retiró definitivamente. Su sentido del humor fue, precisamente, una cualidad bien apreciada entre sus colegas. Aunque siempre le acompañó la tristeza. Perdió familia, hogar… Eso quedó latente en su alma para siempre, manteniendo una muy buena amistad con muchos de sus compañeros de reparto como Gregory Peck, Rex Harrison, Humphrey Bogart o Cary Grant, quien llegó a decir: «Todo lo que pido por Navidad es otra película junto con Audrey Hepburn».

Como los iconos nunca mueren mientras los recordemos (rodó solo 26 flimes), y las hemerotecas y filmografías están para eso, quiero dejar patente mi admiración por este icono inmortal y volver a visionar cinco de sus grandes películas:

Sola en la oscuridad (1967): Es una de sus mejores y más brillantes interpretaciones: la Suzy Hendrix. Una mujer ciega que se ve acechada en su apartamento de Nueva York por una banda de criminales. Debido a los continuos problemas con su todavía marido y productor de la cinta, el actor Mel Ferrer, la anorexia nerviosa que la acompañaba desde niña se agudizó durante la filmación de la película, llevando a la actriz a un estado de nerviosismo que supo transmitir brillantemente en una interpretación que le valdría su quinta y última nominación al Oscar.

Desayuno con diamantes (1961): Es la alocada y frívola Holly Golightly en la adaptación al cine de la novela de Truman Capote Esta cinta es la que la convertiría en un icono de estilo y sofisticación para el gran público.

Un personaje superficial al que supone otorgar cierto aire de melancolía y nostalgia, para contar, en palabras del protagonista masculino de la película, el escritor Paul Varjack (George Peppard), la vida en Nueva York de “una bonita y escuálida muchacha” que “vivía sola, excepto a un gato sin nombre”, y sin poder “ayudar a nadie, ni siquiera a si misma”.

Audrey Hepburn junto a Gregory Peck recorriendo las calles de Roma en Vespa Audrey Hepburn junto a Gregory Peck recorriendo las calles de Roma en Vespa

Audrey Hepburn junto a Gregory Peck recorriendo las calles de Roma en Vespa / D.A.

Vacaciones en Roma (1953): Dirigida por William Wyler y protagonizada junto a Gregory Peck, esta delicada comedia romántica supuso el gran lanzamiento y el primer papel como protagonista de la actriz. Una interpretación que la haría merecedora, con tan solo 24 años, de un Oscar. El único que recibiría durante toda su carrera, junto al honorífico que le otorgarían en 1992 por su labor humanitaria.

Historia de una monja (1959): Tras interpretar papeles principalmente románticos, Hepburn sorprendió protagonizando este drama de corte religioso basado en el libro homónimo de la escritora americana Kathryn Hulme sobre la vida de la enfermera y ex religiosa belga Marie Louise Habets.

Hepburn en una sesión de fotos para la promo de uno de sus filmes Hepburn en una sesión de fotos para la promo de uno de sus filmes

Hepburn en una sesión de fotos para la promo de uno de sus filmes / D.A.

El hecho de tener que representar una personalidad tan afín a la propia, y de llegar a conocer en persona a la antigua religiosa, hizo que Audrye proyectara rincones muy íntimos de su propia personalidad en el personaje. Llegó a decir Bob Wolders, compañero sentimental de Hepburn durante sus últimos años, “para mí es muy difícil ver esa película sin sentir una terrible sensación de soledad”.

Sabrina (1954): Tras el éxito de su primera película, Hepburn fue elegida para, junto a Humphrey Bogart y William Holden, para el papel de la enamoradiza Sabrina Fairchild.

“¡El triángulo amoroso del que todo el mundo habla!”, clamaban los anuncios promocionales de una de las comedias románticas más memorables del cine. Sería la primera película en la que Hepburn colaboraría junto a su modista de cabecera, Givenchy, y el papel por el que recibiría su segunda nominación al Oscar.

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