Almería

NÍJAR. De Colombine a la mujer rural

Minas de Rodalquilar

Minas de Rodalquilar

Décadas antes de que en 1975 Juan Goytisolo nos regalara <Campos de Níjar>, Carmen de Burgos Seguí “Colombine” ya había glosado con preciso criterio y conocimiento de causa buena parte de los 601 kms/2 que conforman su dilatado término municipal. Especialmente aquel en el que vivió su quebradiza infancia y exultante adolescencia: el cortijo materno de La Unión. Para estas pedanías y barriadas de tierra dentro o litoral fue su inicial evocación escrita en <Ensayos Literarios> y posteriormente ampliada en el ya clásico Ciclo de Rodalquilar: Los Inadaptados, El último contrabandista y Puñal de claveles. Basado en el mediático crimen cometido en el Cortijo del Fraile, en el que igualmente se inspiró García Lorca para su universal <Bodas de Sangre>. Un paisaje árido y reseco, aunque no yermo, ávido de humedad y sobrevolado por bandos de tórtolas y torcaces que no soliviantan la quietud seráfica de la perdiz roja, acurrucada entre retamas y atochas de esparto.

Décadas antes de que en 1975 Juan Goytisolo nos regalara <Campos de Níjar>, Carmen de Burgos Seguí “Colombine” ya había glosado con preciso criterio y conocimiento de causa buena parte de los 601 kms/2 que conforman su dilatado término municipal. Especialmente aquel en el que vivió su quebradiza infancia y exultante adolescencia: el cortijo materno de La Unión. Para estas pedanías y barriadas de tierra dentro o litoral fue su inicial evocación escrita en <Ensayos Literarios> y posteriormente ampliada en el ya clásico Ciclo de Rodalquilar: Los Inadaptados, El último contrabandista y Puñal de claveles. Basado en el mediático crimen cometido en el Cortijo del Fraile, en el que igualmente se inspiró García Lorca para su universal <Bodas de Sangre>. Un paisaje árido y reseco, aunque no yermo, ávido de humedad y sobrevolado por bandos de tórtolas y torcaces que no soliviantan la quietud seráfica de la perdiz roja, acurrucada entre retamas y atochas de esparto:

En una hermosa provincia de España existe un precioso valle rodeado de altas montañas, con un cielo que ostenta su poético sol dando vida a la bella Andalucía y una fértil campiña llena de nogales, almendros y olivos que se destacan como copos de nieve entre el color esmeralda de los prados, rivalizando en blancura con las preciosas casitas, semejantes a una bandada de palomas.

Me crié en una lindo balle andaluz, oculto en las últimas estibaciones de la cordillera de Sierra Nevada, a la orilla del mar, frente a la costa africana. En esa tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar, se formó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo… Soñando a la orilla del mar con un libro en la mano o cruzando a galope las montañas… 

Con una fuerte impronta costumbrista, por ella supimos de mujeres incluso cómplices o encubridoras en lances de contrabando playero. Y de sus hablas, usos y costumbres, ciclos festivos, penas y alegrías. Vestimenta, tradición y lenguaje. Amores, ilusiones, bodas y embarazos o lutos. Un auténtico mosaico social con ribetes antropológicos y etnográficos:

Con las faldas arremangadas y sujetas entre las rodillas acechaban la llegada de la ola, en cuyo seno venía la fruta (se trataba del alijo de un barco naufragado) … Poco después de ellos empezaron a salir las mujeres; descalzos los pies, mal sujetos los amarillos y rojos refajos de bayeta; apretados alrededor de las cabezas los pañuelos de grueso percal; algunas se arrebujaban con raídos mantoncillos y otras levantaban el borde inferior de las faldas para taparse, el cuerpo y la cabeza.

Criábanse libremente las muchachas corriendo por barrancos y bancales, hasta que su desarrollo llamaba la atención de algún mozo, compañero de juegos, que insinuaba su inclinación con expresivos pellizcos y palmadas. Si la muchacha no ponía mala cara y el noviazgo llegaba a vía de formalidad, el mancebo confesaba a sus padres el propósito de tomar estado…

Campesinado femenino

Puñal de claveles Puñal de claveles

Puñal de claveles

Además del paisaje, Carmen de Burgos, se detuvo en el paisanaje, en las gentes sencillas. En la sufrida mujer nijareña sometida al rígido patriarcado en medio de un territorio no muy agradecido que agostaba su juventud y belleza: esposa complaciente, madre amantísima cargada de chiquillos y trabajadora a la par que el marido para obtener míseras cosechas o encargadas del ganado de subsistencia. Cuando no, ayudándole en las tareas de pesca artesanal. Ya en nuestros días, otras cuatro féminas (Charo García, Sira Laguna, Cándida Rodríguez, Carmen Sanz) visibilizan mediante entrevistas personalizadas a mujeres de tres generaciones: <Yo no fui a la escuela. Mujeres de Níjar 1915-2015>. Entre ellas a la casi centenaria Ángeles Giménez, de Los Albaricoques. la octogenaria María Hernández Góngora, de Rodalquilar, y a María Dolores Torres, representante del pueblo gitano, del Pozo de los Frailes.

… Abuelas, hijas y nietas de diez familias que habitan en diferentes lugares del Campo de Níjar cuentan aquí su historia de vida. Nacidas y criadas en un medio hostil marcado por las sequías y con escasos recursos, nuestras mujeres han sido sostén de las comunidades humanas en las que han vivido. Con el viento en contra y sufriendo las carencias de una época difícil para todos, pero especialmente para ellas, estas mujeres han conseguido sacar a los suyos adelante… 

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