Noches de tormenta
Naufragios. Muchas son las embarcaciones que han sido engullidas por las olas causadas por un fuerte temporal. Al principio de la década de los 90, hubo que lamentar dos trágicos sucesos
1991 fue uno de los años de los más aciagos y duros en el mar tras los naufragios en aguas del litoral almeriense. Los dos siniestros más destacados y de peores consecuencias tuvieron lugar de noche y en medio de fuertes tormentas frente a las costas de Roquetas de Mar y Cabo de Gata
El carguero panameño "Swagen" se hundió a unas 23 millas de la costa de Roquetas de Mar y según la empresa consignataria como consecuencia de producirse el fallo de una mampara o de uno de los tubos de evacuación del agua de la sentina debido a la antigüedad del navío originando una vía de agua en la popa provocando que el buque se hundiera en menos de tres horas.
En el momento de producirse el naufragio se encontraban a bordo del buque los 25 tripulantes, todos ellos de nacionalidad filipina excepto el capitán Julián Mariño de nacionalidad española. Los marineros fueron rescatados por el yate "Isabel" cuando en varias lanchas salvavidas se alejaban lentamente de la zona siniestrada. Posteriormente, una par de horas mas tarde, desde esta embarcación fueron transbordadas al dragaminas británico "Middlenton" que acudió a la llamada de socorro del "Swagen" transportando la tripulación hasta el puerto de Almería.
Hubo muchos minutos de pánico y angustia entre la tripulación ya que el suceso se produjo de madrugada y casi la mitad de los tripulantes dormían aunque afortunadamente, excepto momentos puntuales de ansiedad, no se llegaron a registrar desgracias personales. El "Swagen" matriculado en un país nórdico y con bandera de conveniencia de Panamá, cuando se hundió no trasportaba ninguna mercancía aunque de manera habitual solía cargar azúcar y otros productos a granel.
Según la hoja de ruta el buque se dirigía desde Gibraltar hasta el puerto del Pireo en Atenas. Su hundimiento provocó una intensa marea negra de unos treinta kilómetros de superficie frente a las costas de Roquetas de Mar ya que dos días antes el buque había repostado sus depósitos en la colonia británica con 180 toneladas de gasóleo.
Seis meses antes se había producido otra tragedia en aguas almerienses. Las informaciones meteorológicas previstas para el 23 de abril de 1991 no alertaban precisamente de grandes fenómenos atmosféricos adversos aunque la mar andaba un tanto de revuelta tras la caída del poniente pero nada hacía presagiar que su estado empeorase y la tormenta llegara a dificultar seriamente la navegación.
El pesquero "Beti Donosti" había llegado una semana antes al puerto de Almería. Tenía pendiente unas reparaciones en la sala de máquinas, nada de importancia, aprovechándose la estancia en la capital almeriense para poner a punto la embarcación y dar así unos días de descanso a la tripulación. El pesquero, dedicado a la pesca de palangre, estaba matriculado en San Sebastián, con tripulación gallega, desplazaba un total de diecinueve toneladas de registro bruto y estaba equipado con varios motores de 126 caballos de potencia. Su desaparición en alta mar, con siete pescadores a bordo ha sido una de las tragedias más graves ocurridas en el litoral almeriense en los últimos treinta años.
Tras el naufragio solo apareció el cadáver del armador y patrón del pesquero, Javier Campaña Bermúdez, cuyo cuerpo sin vida y mutilado fue localizado otra embarcación pesquera en las inmediaciones de la dársena del puerto murciano de Águilas unos días mas tarde de conocerse la tragedia.
El pesquero "Beti Donosti" salió del puerto almeriense a medio día del 23 de abril de 1991 con rumbo hacia la zona entre el Cabo de Gata y el Cabo Sacratif, entre diez y doce millas de la costa, donde habitualmente faenaba. La última vez que fue visto por otras embarcaciones fue esa misma tarde, navegando frente a las costas de Retamar, doblando el Cabo de Gata, cuando había empezado a levantarse un fuerte temporal de levante.
De hecho la Marina Mercante, informó entonces que el hundimiento del pesquero pudo producirse esa misma noche, al intentar doblar el Cabo de Gata una arriesgada maniobra que entraña un grave riesgo por las fuertes corrientes marinas existentes en sus proximidades, con el añadido de la presencia de la fuerte lluvia y del viento de levante.
Se ha barajado como punto donde se produjo el naufragio, una zona bautizada por los pescadores como "El canto de Almería", a unas cuatro millas al sur de Cabo de Gata, con profundidades de mas de trescientos metros y con un fondo marino plagado de simas y de extremadas dificultades para rastrearlo.
Junto al armador y patrón Javier Campaña, iban enrolados en la tripulación los hermanos Juan José y Roberto Pensado, Manuel Carril, Baldomero Evangelista, Manuel Suárez y Domingo Tajes, cuyos cadáveres no llegaron a aparecer, suponiéndose que el hundimiento se produjo en breves minutos mientras los tripulantes dormían quedando todos atrapados entre la estructura de la embarcación sin que llegara a darles tiempo para reaccionar.
Unos días después de su desaparición denunciada por el representante del armador del pesquero en Almería al no haber forma de comunicarse por radio con la tripulación, se iniciaron las labores de búsqueda y localización del pesquero.
En la mar, remolcadores y embarcaciones de la Dirección General de Marina Mercante, lanchas de la Guardia Civil, junto a helicópteros y aviones del Servicio Andaluz de Rescate, rastrearon un amplio radio de mas de treinta millas en diversas direcciones por todo el litoral almeriense intentando localizar al pesquero o algunos vestigios del naufragio. La búsqueda del pesquero se prolongó por espacio de varias semanas.
Siete meses mas tarde, a mediados del mes de noviembre, el pesquero almeriense "Barranco y Fernández" mientras faenaba rescató de entre sus redes restos del barco - la toldilla de popa- y varios mástiles partidos en la zona del llamado "El canto de Almería". Anteriormente en el mes de julio, otro pesquero murciano halló algunos restos del naufragio frente a San Juan de Terreros en Pulpí, lo que hizo entonces sospechar a las autoridades de la dirección general de Pesca, que las corrientes marinas fueron desplazando lentamente la embarcación en el fondo del mar.
Una vez más, la mar dio sepultura a unos hombres fuertes y duros cuya muerte les sorprendió silenciosamente a más de 1.000 kilómetros de su tierra, sin que desgraciadamente sus familiares, hayan podido tener un sitio donde llevarles unas flores mientras evocan sus recuerdos.
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