De Orán a los ruedos españoles
LA memoria individual y colectiva de los almerienses es débil y quebradiza. Acostumbrados a vivir el presente más rabioso, no sé si es cierto que quien ignora su pasado está obligado a repetirlo, pero sí tengo claro que de la experiencia se aprende a sortear errores. A valorar en su justa medida en estos tiempos de crisis mundial el bienestar económico que pese a todo gozamos.
Olvidamos continuamente que Almería ha sido secularmente tierra de emigración. Raro es quien no ha tenido a alguien de su entorno familiar con la imperiosa necesidad de marchar al extranjero a ganarse el cocido diario. Con Orán como primer punto de destino tras surcar en herrumbrosos vapores el Mediterráneo. El mismo mar que en sentido contrario cruzan hoy a la desesperada cientos de hombres y mujeres, aunque no todos alcancen la, para ellos, tierra de Promisión y mueran en el intento sin que ninguna virgen del santoral extienda su protector manto.
Desde que Argelia fuera colonizada por Francia, la presencia española procedente del Sureste peninsular (Almería, Murcia, Alicante) es constante: bien por temporadas o estables (según el catedrático Donato Gómez, en 1880 había 80.000 paisanos censados). Buscando nuevos horizontes que les sacara del hambre -segando cereales bajo el sol africano o arrancado atochas en desérticos espartales-, hasta la provincia de Orán llegaron de Huércal de Almería los jóvenes padres del que con el tiempo se anunció en los ruedos bajo el nombre artístico de Pastoret (apodo adjudicado posiblemente por algún vecino alicantino viendo al chaval pastorear borregos). En la localidad de Sidi Bel Abbés, Rosa Rodríguez García, casada con Juan Ferrer Giménez, dio a luz a su primogénito Francisco en 1884; al que en un siguiente parto (ya en España, aunque sin confirmar el dato) se sumó Antonio (Pastoret II). El matrimonio regresó a Almería años después de los sangrientos sucesos (muertes, violaciones, saqueos) desencadenados en Saida (1881) por la kábila de Abu-Amena contra la colonia española. Repatriaciones motivadas en cualquier caso por la extrema dificultad que atravesaba la economía finisecular del Oranesado, lo que desembocó en una situación de miseria generalizada. Veamos dos gacetillas publicadas por LCM (julio, 1881) que nos acerca con crudeza a un caso humano y concreto:
"Inmigrantes.- Antes de ayer llegaron a este puerto, a bordo del vapor Victoria (hacía el servicio regular, quincenal, con el norte de África), procedentes de Orán, cerca de 400 repatriados (…) Ayer se presentaron en nuestra redacción dos pobres mujeres que habían llegado de Orán, la una soltera y la otra con dos hijos, uno de dos años y el otro de seis, manifestando que no habían recibido en Orán más que los diez sueldos (2 reales) para transportarse a esta… Y que al llegar a este puerto no han recibido más que una o dos libras de pan y un poco de bacalao, encontrándose aquí sin poder trasladarse a su pueblo".
Pocos datos biográficos más he podido recabar de nuestro protagonista hasta que, después de realizar el servicio militar en Melilla, lo vimos vestido de luces por esas plazas de Dios. Su aprendizaje debió transcurrir entre "cerrados" de fincas ganaderas próximas y en capeas pueblerinas. Nunca se encuadró en las distintas cuadrillas de niños toreros organizadas en la capital.
CASAMIENTO Y MUERTE
El 31 de julio de 1909 ante el párroco de San José, en el Barrio Alto, Francisco Ferrer Rodríguez (jornalero, soltero y de 25 años) contrajo matrimonio con la joven de 22 abriles Carmen Rodríguez Carrillo, ambos vecinos de la calle Magaña. Al poco tiempo nació Rosa, su única hija, y marcharon a vivir a Madrid. Al fallecer Pastoret residían en la calle Escuadra, núm. 9. A partir del suceso desconocemos si madre e hija quedaron allí o regresaron a Almería; nada más supimos de ellas por la prensa u otros conductos
Su muerte fue trágica, pero no en los ruedos donde en diversas ocasiones resultó cogido de gravedad. La carretera -de Villacastín a Vigo- se convirtió en su tumba tras volcar el "Bugatti" descapotable que el mismo conducía, al parecer a gran velocidad. El accidente se produjo a las nueve de la noche del 20 de julio de 1927 en las proximidades de Narros del Castillo (Ávila), cuando en compañía de Antonio Álvarez "Alvarito de Córdoba", apoderado suyo y de Vicente Barrera, se dirigía a la ganadería de Ignacio Sánchez, en Calzadilla (Salamanca), a escoger novillos para un próximo festejo. "Traumatismo craneal que produce contusión cerebral", fue el dictamen forense. Horriblemente desfigurado, el cadáver sólo pudo reconocerlo su hermano Antonio Ferrer "Pastoret II" (soltero y de 36 años), novillero igualmente y habitual en su cuadrilla. Pese al intento de trasladarlo a Madrid, a la vista de su estado optaron por enterrarlo en el cementerio de la localidad abulense. Aunque no pertenecía al Montepío de Toreros, la entidad benéfica ayudó a la viuda con una cantidad en metálico para atender los primeros gastos en tan tristes momentos
ESCALAFÓN TAURINO
"Voy a poner un letrero en la puerta de mi casa, como hacen los médicos, diciendo: "Pastoret. Matador de toros. Especialista en Palhas". Temibles palhas portugueses, Miura, Aleas, Concha y Sierra, Urcola… Vamos, lo mejorcito de la ganadería española, tal y como ocurriera con su paisano Octavio Martínez "Nacional". En este paisaje de dureza discurrió la trayectoria profesional de otro torero almeriense encasillado de valiente.
El 28 de mayo de 1905 debuta (sin picadores) en la Avda. de Vílches. Queda bien y repite el 18 de junio. De sobresaliente Tiroliri, con el que protagonizó un incidente. De nuevo compareció el 13 de agosto (a la orden de la terna de matadores figuraron los célebres Ciérvana, Cofresí, Veneno y Correa). El 27 de agosto de 1911 se presenta en la madrileña plaza de Vista Alegre con notable éxito.
Su carrera novilleril alzó vuelo, anunciándose en numerosas plazas de España. Valga el ejemplo de Barcelona: en las temporadas 1916/17 hizo el paseíllo nueve veces entre la Monumental y Las Arenas. Otro triunfo rotundo supuso su alternativa en Madrid. 21 de octubre de 1917, mano a mano con Bienvenida padre: tres orejas a tres toros de Juan Sánchez y a hombros hasta la fonda. En julio del año siguiente Matías Lara "Larita" le confirmó la alternativa con toros de Fernando Villalón (el ganadero poeta que soñaba con seleccionar toros de ojos verdes). De matador alternativado toreó en Almería las Ferias de 1918 y 1923, con desiguales resultados.
Tras cien novilladas y corridas mayores en su haber y dos viajes a América (Méjico y Venezuela), las cosas se torcieron. En 1924 renunció a la alternativa (caso paralelo a Juanito Gimeno), pintando de nuevo tardes de vino y rosas. Fue testigo en el "doctorado" del mejicano José Ramírez "Gaonita" y del andaluz Serranito de Córdoba, alcanzó fama de valiente, vivió opíparamente los últimos años, se dejó la vida y el alma en una carretera de Ávila. Pero su memoria se perdió en Almería: de Francisco Ferrer "Pastoret", segundo almeriense de alternativa, nunca más se supo.
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