Almería

PADULES. Sagrada Familia

Vista nevada

Vista nevada / Paco Andrés (Almería)

¡Padules! Luz, fantasía,encantamiento y promesa,la más bonita sorpresade la Alpujarra bravía...!

Con las capitulaciones de Granada en 1492 finalizaron casi ocho centurias de cultura musulmana en la península. El incumplimiento por la Corona de Castilla de las condiciones previamente pactadas dio origen a una segunda rebelión morisca. Alzados en armas en La Alpujarra, fue sofocada a sangre a fuego por las tropas cristianas hasta que en mayo de 1570 se firmaron las “paces” en un cortijo próximo a Padules, “donde don Juan de Austria puso su campo”; lugar en el El Habaquí se rindió en nombre de Abén Aboo. Mármol Carvajal, testigo de las desiguales negociaciones y cronista cercano al teatro bélico, dejó constancia del armisticio en su <Historia de la rebelión y castigo de los moriscos en el Reino de Granada>, a la que los organizadores de la actual recreación lúdico-histórica recurren como fuente documental. Una efeméride colorista y rigurosa promovida por su Ayuntamiento y que cada año congrega a un crecido número de visitantes.

Joven y de Padules

Cada localidad exhibe curiosidades dignas de conservar, además de personajes pintorescos y/o singulares respecto a sus coetáneos. En esta tipología cabe encuadrar a nuestro literato, oculto tras el seudónimo de “Un joven de Padules”. Expresión coloquial que al cobrar carta de naturaleza se empleó más adelante (o empleaba) para distinguir la edad, estado y procedencia de los mozos paduleños. Y por extensión aplicado a los vinos blancos de la última cosecha. Pero quién era el susodicho joven? Solo sabemos que fue el jocoso autor de un dialogado “juguetillo” rural con ecos literarios, dedicado al rico hacendado Emilio Abad, a la sazón presidente del Círculo Mercantil e Industrial de Almería:

<Frasco o un filabrés en la Feria de Almería, por Un joven de Padules>. Pasillo cómico en un acto, estrenado en el teatro principal de Benitorafe, el 30 de febrero de 1899. (Tipografía La Provincia, Paseo del Príncipe, núm. 49. Año 1902).

Libreto teatral 1902 Libreto teatral 1902

Libreto teatral 1902 / D.A.

Salvados del naufragio

Causa horror y produce espanto,viendo que el Valbanerano llega ni por encanto…Por una u otra razón, Padules nunca ha pasado desapercibido. Las más de las veces, por la productividad de sus tierras desde la alegría de su folclore y bellezas naturales (véase el paraje de Los Canjorros. reproducidos sistemáticamente en soportes audiovisuales) y los menos bajo el manto de la desgracia. No obstante, en el caso que relatamos, afortunadamente no llegó a consumarse. Al contrario, resultaron sanos y salvos. Celoso de sus tradiciones, en la localidad sigue vigente en la memoria (decreciente) el feliz desenlace que dio paso a la devota veneración de la <Sagrada Familia>.

Al igual que ocurriera tras el desastre del <Príncipe de Asturias>; (les remito a la página correspondiente a Albanchez), el del <Valbanera>, engullido por la mar, ocupó páginas y editoriales en la prensa nacional. El trasatlántico -de 132 metros de eslora, construido en 1906- pertenecía a la naviera gaditana Pinillos, Izquierdo y Cia., representada en Almería por el consignatario Gay Padilla. A sus oficinas en Puerta de Purchena acudieron una veintena de paduleños a adquirir el boleto que les permitiría emigrar a América, acuciados por la ruina que se cernía sobre el “parral” tras el cierre del mercado uvero en EEUU. A partir de ahora los datos son confusos, contradictorios. Por las razones que fuesen no pudieron tomarlo en Málaga, pero sí lo hicieron, al parecer, en Cádiz. El buque de carga y pasaje desembarcó en Santiago de Cuba a buena parte de los emigrantes y siguió su rumbo a La Habana. No llegó a su destino: un violento ciclón desatado el 9 de septiembre de 1919 hundió irremisiblemente al <Valbanera> en las proximidades de Florida, cobrándose la vida de las 500 personas que conformaban pasaje y marinería. Ramón Martin Cordero era su capitán. 

Presumiblemente, los paduleños había bajado en Santiago y posteriormente reemprendieron el viaje en otro barco hasta La Habana, evitando así su muerte segura en altamar ¿o solo había quedado en tierra un tal Romero? Es una hipótesis más entre las barajadas. Sea como fuera, sus “viudas” lloraron en Padules las pérdidas no certificadas, acudiendo diariamente a rezar junto a un manantial a la entrada de la localidad, conocido como la <Fuentecica de la Cubana>. Por esas fechas, el vecindario adquirió una hornacina acristalada con la <Sagrada Familia>. Siguiendo el ritual establecido, cada noche el venerado icono pernocta en una casa distinta entre rezos, plegarias, velas y luminarias. ¿En algún momento volvieron al pueblo los “indianos”?, ¿hubo en Cuba o cualquier otro lugar del continente americano reagrupamiento familiar? Nada sabemos salvo elucubraciones gratuitas. La tradición oral -deformando en todo o parte lo ocurrido realmente- tampoco ayuda a despejar dudas. Dejémoslo en una tradición centenaria con final feliz. Sirva de corolario el hecho que durante la guerra incivil fue ocultada, dicen, por el carpintero Manuel Medina.

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