Almería

PARTALOA. En el silencio conventual de Las Puras

María del Mar. Torre del Mirador

María del Mar. Torre del Mirador / D.A.

Ascendiendo la vertiente sur de Sierra de las Estancias desde el valle del Almanzora, antes de alcanzar Oria nos sale al encuentro Partaloa. Agrícola y ganadera, otrora señorío del Duque del Infantado, el actual censo supera ligeramente los mil habitantes, el 69% de procedencia europea que disponen aquí de su primera o segunda residencia. Patria chica de nuestra protagonista: Isabel Reche Moreno en el Registro Civil y María del Mar en Religión.

Segunda de cuatro hermanos, vino al mundo el 29 de octubre de 1936 -a escasos meses de iniciada la incivil contienda-, hija de María Moreno Reche y de José Reche Reche. Modesto agricultor y ayudante en el horno de pan de la matriarcal abuela, en la posguerra fue nombrado alcalde, cargo que ejerció brevemente. Durante el trienio bélico permaneció en su localidad, donde ocultaron al influyente abogado David Esteban, quien le mostraría su agradecimiento al trasladarse la familia a Almería.

María del Mar y su hermana María del Mar y su hermana

María del Mar y su hermana / D.A.

Cuatro hijos tuvieron el matrimonio:

-Domingo; residente en Albóx, ebanista y gran aficionado a la música. Su nieto dirige la banda municipal albojense

-Isabel o María del Mar, nuestra protagonista

-María Antonia, madre de Pilar: concejala en Cuevas del Almanzora -donde residían- y clarinetista de la banda de música del Municipio

-Fermín (nacido en Albox). Residente en Tenerife, es licenciado en Filosofía y Letras y teniente coronel en la reserva.

En su legítimo deseo de prosperar, la familia se trasladó a Albox cuando Isabel contaba 8 años de edad. Alquilaron un almacén para cuadra de las bestias que acudían los martes al mercado y abrieron tienda de comestibles, en la que ayudaba la niña. A partir de dichas fechas, simultaneando la escuela, la hoy abadesa de Las Puras ya asistía a reuniones de las Hermanas de la Caridad, en cuyo seno surgió la vocación religiosa.

Las Puras Las Puras

Las Puras / Diario de Almería (Almería)

Monasterio de La Purísima

Ya establecidos en la capital, habitaron una vivienda facilitada por el matrimonio David Esteban-Georgina Aráez en la plaza Virgen del Mar, edificio en el que radicaba la Delegación de Abasto. De ahí marcharon a un segundo y definitivo domicilio junto a la glorieta de las Hermanas del Amor de Dios, en Pescadería. José Reche comenzó como cobrador en la desaparecida ferretería La Llave, previo a la concedida plaza de conserje en el Colegio Diocesano, donde se jubiló. María del Mar ingresó como postulante en Las Puras el 15 de julio de 1954, situación en la que permaneció con “ropa de calle” durante seis meses. Al finalizar, el Capítulo compuesto por 23 hermanas se pronunció favorablemente para que continuase un año más en el noviciado. Después de otros tres de “juniora” (desde el 11 de febrero de 1956), con sor María Sánchez de Maestra de Novicias y de superar el proceso de iniciación y aprendizaje, alcanzó la condición plena de monja, con todos los derechos y obligaciones al imponérsele el anillo signo de su consagración el 13 de febrero del año siguiente. El tan solemne como emotivo acto lo presidió Andrés Martínez Segura (1909-1990), sacerdote con una intensa biografía, párroco de Albóx y bienhechor de la profesa. Este había abonado previamente las 25 mil pesetas en que se cifró su dote de ingreso. Dicho importe, al igual que el de resto de hermanas, permanece en una cuenta bancaria hasta su fallecimiento o bien, en casos excepcionales, en el que revierte a la comunidad; obligación que el Concilio Vaticano II derogó. El sacerdote también pagó de su peculio el hábito y capa. Muy vinculado a Las Puras, en su templo conventual cantó misa por vez primera, durante la República, lo que le ocasionó un breve arresto por anunciar que se celebraría en el ¡Real! Monasterio de la Purísima.

La biografía de Isabel o María del Mar consta por tanto de dos etapas bien definidas: la laica y la religiosa, la de mayor notoriedad y más dilatada en el tiempo. En cuya clausura concepcionista constituye una de las piedras angulares de la segunda mitad del siglo pasado y primer tercio del actual:

Vicaria durante nueve años y consejera desde que cumplió los 27, ha sido (y es) abadesa (título que designa el cargo y no el de madre superiora) desde 1996, salvo el trienio en que lo desempeñó sor Trinidad Valverde. Si tenemos en cuenta que el periodo de mandato abacial es de tres años (prorrogable hasta los nueve), en su caso fue necesario una dispensa de Roma a solicitud de sus hermanas. Entre otras potestades está la de nombrar los cargos dentro de la comunidad: tornera, sacristana, ecónoma, secretaria o provisora. Después el resto claustral le dará su visto bueno.

Menuda y resuelta, viéndola actuar con decisión y soltura la confundirían con una mujer frágil y quebradiza, como suele ser habitual a edad octogenaria. Todo lo contrario. Además de su probada inteligencia, se distingue por la bondad, paciencia y el ánimo conciliador necesario en un grupo humano peculiar, sin contacto prácticamente con el exterior y en el que la obediencia es uno de los votos a que les obligan las Reglas. Amén de la defensa a ultranza de los intereses conventuales ante cualquier injerencia ajena. Digamos por último que actualmente residen ocho sores, de avanzada edad la mayoría y tres de ellas enfermas crónicas en la cama.

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