Padres en doble fila provocan el caos a la salida de los colegios

A las dos en punto del mediodía la ciudad se vuelve un auténtico caos para el tráfico, para los peatones y para los usuarios del transporte público, sobre todo en aquellas calles y avenidas donde hay centros educativos. La Rambla, la avenida Santa Isabel, Calzada de Castro, el barrio Araceli y El Zapillo, son, entre otros, algunos de los puntos más conflictivos de Almería.

Hileras de más de 30 metros de coches en doble fila, paradas de autobús usurpadas por vehículos de particulares y pasos de peatones sin entrada y salida, son sólo algunas de las imágenes que convierten a la capital almeriense en un auténtico laberinto del que es complicado encontrar el fin.

Cuando termina el verano, o más bien lo hacen las vacaciones, la ciudad vive un primer arreón de tráfico. La gente vuelve a trabajar y eso se nota en el volumen de vehículos. Pero aún así, se puede circular con fluidez. Pero todo eso cambia un día concreto: el día que los colegios vuelven a funcionar. Los desplazamientos se multiplican y circular se convierte en una locura. Locura que pasa a caos si nos toca pasar cerca de un colegio de un instituto. Auténticos puntos negros del tráfico, tanto matutino como vespertino.

En un último estudio de la Fundación para la Seguridad Vial se ha mostrado que la seguridad vial entorno a los centros escolares deja demasiado que desear. Quizás el peor dato que se pueda desprender es que la conducción agresiva aumentan en las cercanías de los colegios. Pero ahí no queda todo. La ubicación de los colegios tampoco ayuda ni a conductores ni a viandantes. La ausencia de lugares habilitados para aparcar en las inmediaciones provoca que los coches aparquen en doble fila, provocando un embudo e inmensas molestias al resto de usuarios.

Algunos padres, cansados de dar vueltas y vueltas y llegar tarde a recoger a sus hijos, han optado por alquilar una plaza de garaje, que nunca baja de los 100 euros mensuales, huyendo de las sanciones de la Policía Local a las que se arriesgan con los estacionamientos ilegales. Sin embargo, a otros infractores que llevan aparcando en doble fila años, ni siquiera se les ha pasado por la mente buscar un parking o alquilar un garaje para guardar el coche mientras esperan a sus hijos. Saben que la Policía Local hace la vista gorda y no les importa que los autobuses no puedan utilizar las paradas, ni que los demás usuarios de la vía (peatones y conductores) tengan que sortear gran cantidad de obstáculos día sí y día también para poder realizar su trayecto.

Las multas por estacionar en doble fila o usurpar una zona señalizada como parada de autobús puede oscilar entre los 100 y los 90 euros. Una cantidad que multiplicada por 30 vehículos, supondría al día, sólo en una zona como la Rambla, unos 3.000 euros aproximadamente. Dinero que el Ayuntamiento deja de ingresar en sus arcas.

Gran parte de los colegios dependen directamente de los ayuntamientos y de la Consejería de Educación por lo que solucionar todos estos problemas está directamente en sus manos. Una de las soluciones pasa por la aparición de agentes que regulen el tráfico en los momentos de entrada y salida del colegio y que sirve además para disuadir a los conductores de realizar ciertas conductas.

Este tipo de medidas ya está en marcha desde hace años en municipios de la comarca de Levante como Garrucha, Vera o Mojácar, donde cada mañana y cada mediodía una pareja de agentes permanece inmóvil en la puerta de los centros educativos para controlar tanto a los peatones como a los vehículos. El incivismo de los conductores sólo puede atajarse con medidas contundentes, no con pasos elevados o resaltos como se ha intentado solventar el problema en algunos barrios de la ciudad, como así denunciaron algunos padres.