Crónicas desde la ciudad

Parque Nicolás Salmerón Grupos escultóricos (II)

  • Tras el monumento a La Caridad Universal en la Plaza Circular, el Parque -entonces en homenaje a Alfonso XIII-, bellamente jalonado de estatuas se convirtió en un espléndido museo al aire libre

CONFORME avanzaba la pasada centuria el viejo Malecón tomaba carta de naturaleza como jardín botánico y "sala de exposiciones" a la vera del Paseo de San Luis y Hospital. Los museos y pinacotecas públicas se justifican por la necesidad de protección y conservación de los objetos que custodian; pero, conceptualmente, el estado ideal del patrimonio artístico sería el de mostrarse libre a los ojos de cualquier ciudadano que ame la belleza que irradian. La utopía es solo utopía, aunque no exclusivamente por los efectos adversos de la Naturaleza o la posibilidad de robos. No. Peor es la plaga de vándalos y malnacidos que han sido y son en Almería. En tiempos de Franco o en Democracia. El daño por el daño. Y el Parque lo ha sufrido en sus carnes con premeditación, alevosía y reiteración.

Republicano

Proclamada la II República, el 11 de mayo de 1931 un pleno municipal aprobó la solicitud de los obreros y empleados de la Junta de Obras del Puerto esperanzados por erigir en el Parque (desde el mes anterior ya lucía su nombre) un monumento al insigne republicano D. Nicolás Salmerón; e hizo suya la iniciativa a fin de que se llevara a cabo "en forma brillante, como correspondía a la grandeza del personaje". Cuatro años de silencio administrativo transcurrieron hasta que en agosto de 1935 retomaron el tema, contando ahora con los ayuntamientos del resto de España, "la concesión del bronce necesario a cargo del Gobierno de la Nación y la autorización de un sello especial de diez céntimos"; el plenario acordó contribuir con diez mil pesetas y designó para su ubicación la plaza circular que proyectaba la JOP ante la Comandancia Marítima y el Bar Miramar (solar de la futura fuente de Los Peces). El estallido de la guerra imposibilitó su ejecución.

Lamentablemente, y dada la ausencia de una política municipal divulgativa-cultural rigurosa, con frecuencia se confunde, aún en la propia prensa, este fallido monumento a Salmerón con el busto de Navarro Rodrigo, al que la semana próxima dedicaremos crónica aparte.

Delfines y peces

El escultor Juan Segura Santisteban se fue al otro mundo esperando que el concejal Esteban Telesforo Rodríguez lo llamase para reparar los daños que unos zulús ocasionaron en su conjunto "Los Delfines"; en el Parque desde que en junio de 1970 lo regaló a su ciudad natal, similar al existente en el Museo de Nueva York. Se trata de cinco proporcionados cetáceos -gráciles, estilizados y en formación de avance sobre la superficie de las olas- realizados en poliéster con armazón de hierro y anclados a una base rectangular dentro del estanque. Han perdido el colorido original, la belleza de antaño y corren el riesgo de que la corrosión remate la faena.

En el perímetro ajardinado siempre han existido pequeñas fuentes (ya vimos la dedicada a la Semana Naval), pero ninguna de las proporciones como la que campea en la rotonda frente a la calle Real. Al tratarse de una iniciativa municipal y en suelo público, el asunto se debatió en sesión plenaria (septiembre, 1954) presidida por el alcalde Emilio Pérez Manzuco. Tras el visto bueno de la comisión de Fomento, el arquitecto Guillermo Langle "presentó el proyecto para la construcción de una fuente monumental en el Parque de José Antonio cuyo presupuesto importa la cantidad de 175.028 pesetas". Dado que "predomina una gran parte artística… se resolvieran los trabajos por subasta, concurso o adjudicación directa". Aquí es donde entra en juego Jesús de Perceval, no sin polémicas que aún colean entre los defensores del escultor (autor de los bocetos) y del arquitecto municipal, por alterar este gratuitamente parte de ellos.

En el Archivo Municipal de C/. Arráez (siempre referente documental) se conservan bocetos (de Guillermo Langle) del proyecto -en su parte técnica- ejecutado en mármol blanco Macael y levantado en el centro del recinto circular rodeado del empedrado original, hoy desaparecido por decisión personal de un concejal. Sobre un pedestal triangular emergen tres fantásticos peces a semejanza de tritones, dando pie a otras tantas conchas y hornacinas descubiertas; un trío de esbeltas columnas toscanas con capitel se elevan hasta el remate de tres peces más, de menor tamaño, que cumplen las veces de surtidores. De inspiración italiana -en palabras de José Luis Ruz-, su talla guarda similitud con el trono de la Virgen del Mar, del que Perceval es asimismo responsable. Debido a su tamaño, la piedras natural fue desbastada y tratada por los canteros hermanos Gálvez en el patio de la primitiva Cárcel de la calle Real. En el vigente Pgou (1-38) la fuente está protegida en su totalidad.

Monolito y Picapedrero

Desde que cruzamos la divisoria que marca la rotonda, y hasta la rambla de La Chanca, el Parque Viejo se halla en fase de remodelación. Puesto que es lógico pensar que al finalizar las obras todos los elementos ornamentales guardarán idéntica secuencia que hasta ahora, iniciamos el recorrido final de Este a Oeste. Un monolito (21/11/2007) recuerda al paseante de umbrosas plazoletas y olorosas veredas el "valor y sacrificio en defensa de las libertades… Así como el supremo acto de entregar su vida en pro de los más importantes valores humanos y cívicos" mostrado por el ciudadano Don Francisco Medina Sánchez, muerto cuando perseguía a un delincuente.

A escasos metros -frente al yacimiento arqueológico "Puerta de Almería"- lucía, hasta que en los años setenta la destruyeron unos desalmados, la figura de un esforzado picapedrero, alegoría elegida para homenajear a los trabajadores almerienses en general y a los que construyeron el Puerto y el propio Parque en particular. Tal como señalaba Rafael Godoy Pérez de Percebal -autor del trabajo a lápiz que ilustra esta crónica- tenía 100 cm. de altura y se anclaba sobre una base pétrea de 250 cm. Tiene su historia y su mérito. En septiembre de 1924 ya habían realizado la cimentación para colocar el pedestal de mármol blanco de Macael y negro de Alhama. La estatua no era de serie ni carente de valor. "La estatua que fue confeccionada en mármol de Carrara en la ciudad italiana de Florencia es una preciosidad y está en nuestra capital desde hace ya bastante tiempo… (a principio de año)". Otro periódico apostillaba, "se trata de un símbolo del Trabajo, admirablemente cincelado". Una inscripción borrosa por el tiempo reza: "Donación del Casino de Almería. MCMXXIV". En cambio el berroqueño basamento corrió por cuenta de la Junta de Obras del Puerto. Sin solemnidad alguna, el primer elemento embellecedor del Parque se descubrió la tarde del 24 de noviembre del referido 1924.

Discóbolo

Por esas fechas ya ultimaban en Talleres Oliveros el Discóbolo que aún hoy podemos admirar, aunque sufrió un intento de robo. Se trata de una copia en bronce del de Mirón, conservado en el British Museum, e inaugurado en marzo de 1925. Aquí sí es legible su leyenda:

"Este Discóbolo fue fundido y donado al Parque Alfonso XIII por los Talleres Francisco Oliveros, S.A. Almería, 1925". ¿Dejarán también que se oxide como La Caridad?

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