'El Pera' demuestra en El Puche que el cambio es posible
Juan Carlos Delgado robó coches a partir de los siete años y ayer explicó a cerca de 50 niños del barrio su trayectoria hasta convertirse en asesor del Ministerio del Interior
"Cuando era pequeño no sabía si quien venía por detrás venía a pegarme o a darme un abrazo", afirmó ayer Juan Carlos Delgado ante un grupo de 50 escolares de la barriada de El Puche, a los que reconoció que su infancia transcurrió con un miedo continuo.
Desde los siete y hasta los doce años robaba y tuneaba coches, sustraía joyas a sus vecinos y revendía todo lo que se encontraba, en muchas ocasiones acompañado por su grupo de amigos. Su cambio se produjo a partir de conocer al Tío Alberto, de la Ciudad de los Muchachos, a quien califica como "dios en la tierra" y a quien se muestra muy agradecido.
Hasta su llegada a la Ciudad de los Muchachos prácticamente no había sido escolarizado y a partir de ahí pudo desarrollar su gran pasión por la mecánica y convertirse en especialista de cine, probador de los modelos de coches de las distintas marcas y estuvo a punto de conducir Fórmula 1.
Pero no sólo se siente agradecido por los logros que ha conseguido a nivel laboral, los amigos famosos y la posibilidad de dar conferencias sobre su vida, sino también, "porque mis amigos de la infancia están todos en el cementerio". La delincuencia y las drogas no tienen muchas salidas ni se puede conseguir llegar con ello a tener su propio modelo de zapatillas y camisetas marca Mustang, como tiene El Pera, y cuyos beneficios van dirigidos a las numerosas ONG con las que colabora.
Las pocas salidas que se consiguen con ese tipo de vida pasa por "la cárcel en el mejor de los casos o por el cementerio por ajustes de cuentas". Así resaltó el protagonista del encuentro que cada uno es responsable de sus actos y "depende mucho de nosotros mismos si queremos ser personas de bien o no, si queremos vivir con miedo o no en la vida".
Ello demuestra que "nada es irreparable y nada irreversible", una enseñanza con la que quiso explicarle a los jóvenes de El Puche que todo puede cambiar aunque se tenga un mal comienzo como el que llevó a a los padres de El Pera a llevarse muchos disgustos durante su infancia y muchas alegrías cuando fue creciendo.
Entre las preguntas de los escolares que participan en las actividades de verano de los centros escolares de la zona, si El Pera es gitano o el porqué de su sobrenombre. Como se ve en la película que trata su infancia, le fue puesto por sus amigos al robarle, en un día de frío un abrigo a un niño pijo y volver al barrio con él, después fue utilizarlo por la Policía para distinguirlo de otros delincuentes.
La actividad estuvo promovida por la Junta de Andalucía a través de las II Jornadas para la transformación de El Puche 'Tres colores. Un sólo barrio". Además, contó con la participación del delegado de Vivienda y Ordenación del Territorio, Luis Caparrós, quien pidió a los jóvenes que "queráis vuestro barrio y que exijáis tanto a mí como al alcalde de Almería que os ponga parques, pistas deportivas, piscinas e incluso una biblioteca", una iniciativa que tuvo poca aceptación entre los jóvenes presentes. No obstante, lo importante es que lo jóvenes, que son los que disfrutarán con el cambio que se propone a través de la remodelación, "como contrapartida a todo es necesario que lo cuiden, no quemar contenedores y no quitar las bombillas y los cables de farolas".
Asimismo, apostó por la amistad, sobre todo, por aquella que llega a través de la más de la mitad de vecinos inmigrantes que tiene el barrio.
Juan Carlos Delegado ha dejado atrás a El Pera, pero éste ha quedado inmortalizado a través de la película Volando voy, de Miguel Albaladejo, que ha retratado a su protagonista precisamente como ejemplo de la transformación que desde las instituciones se quiere conseguir con el barrio.
Durante estas jornadas también se podrá visionar la película 'Un franco, 14 pesetas", en la que los residentes podrán recordar cómo era la vida, hasta hace poco, de los españoles que se vieron obligados a trabajar en el extranjero, como ocurre con el 50% de los vecinos de esta barriada.
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