Crónicas desde la ciudad

Plaza El Quemadero

  • El nombre adjudicado a la plaza del Quemadero tiene su origen en la quema de enseres y ropas de contagiados infecciosos y no porque el tribunal del Santo Oficio alzase aquí su patíbulo

Convento de las Adoratrices.

Convento de las Adoratrices.

Estoy etico de pena, / nadie se arrime a mi cama, / estoy etico de pena. / Que el que de mi mal se muere / hasta la ropa le queman

El “etico” que canta la seguiriya se refiere a quienes morían héticos o tísicos, de tuberculosis pulmonar tremendamente letal en la sociedad almeriense durante la centuria decimonónica. Sin terapia posible, la única profilaxis consistía en quemar los enseres que hubiesen estado en contacto con el contagiado: cama, jergón y ropas. Es el origen del nombre asignado a la plaza del Quemadero y no por que aquí alzasen un patíbulo en cuya pira ardían los condenados por el Santo Oficio de la Inquisición, puesto que las ejecuciones se llevaban a cabo en Granada. Sin perjuicio de haber sido usada con anterioridad para tal menester, su máxima cota coincidió con la epidemia de cólera morbo sufrida en la ciudad en 1885, con un crecido número de fallecidos

Distribuidor

Solía frecuentarla cuando en el espacio irregular y piso de tierra solo existían las casas que la circundaban. Ahí se organizaban aguerridos partidillos de fútbol, con el vecino Juan Antº Román en figura, luego titular en el Almería, Granada y Sevilla, en 1ª y 2ª División. Matinales domingueras en las que el entretenimiento favorito era el ver rajar cañadulces o subirse en cunicas y volaeras baratas. Los modestos circos y teatrillos que allí recalaban era cosa de mayores. En 1961 entregaron las llaves del grupo de viviendas de Sindicatos “Fructuoso Pérez Márquez” y años después construyeron las barracas del pequeño mercado, colapsando así la plaza del populoso Distrito 5º. Centro neurálgico del que parten las calles que lo conforman. En sentido de las agujas del reloj, la enumero con un mínimo comentario:

  • Paseo de La Caridad: del que trataré en otro momento. En su esquina, El Observatorio ahogaba las penas. Bar de Juan Montoya, respetado personaje muerto trágicamente en accidente.
  • Restoy: rectilínea hasta la plaza de toros. En días de corrida, por ella trotaba ufano El Cairo -popular varilarguero- a lomos de su jamelgo de picar, rodeado de una nube de chiquillos desde que salía de su domicilio de las Cuevas de Duomovich. Aquí edificó UGT la Casa del Pueblo que acogió un pequeño teatro para actores aficionados. En 1947 partió de su vivienda familiar el cortejo fúnebre del torero Relampaguito.
  • Quemadero: peatonal que desemboca frente al que fue cine de verano Versalles (Terraza Imperial en la posguerra), en la hoy plaza de los Derechos Humanos.
  • Álava: callejón que aún conserva el original arco de piedra de entrada a la finca de José de la Cámara y María Montilla Sobre los debidamente allanados bancales, en agosto de 1923 se inauguró el campo de fútbol del mismo nombre; con un sonrojante marcador para los nuestros: Almería CF, 0-Jaén, 8, Asimismo contempló el debut del afamado portero Ricardo Zamora
  • Regocijos: vía principal que une al barrio con Puerta de Purchena. El autobús de la línea 18 es la alternativa al breve paseo.
  • Gran Capitán: con el convento de Las Adoratrices. Proyecto (1916) del arquitecto López Rull para “asilo de jóvenes desamparadas”
  • Ave María: por el colegio que en 1906 fundaron los sacerdotes José Ortega y Manuel Puertas, a imagen del granadino del Padre Manjón.
  • Barranco de las Bolas: tras su empinada cuesta accedemos al amurallamiento del cerro de San Cristóbal. Área periurbana con dilatada historia
  • La Fuentecica: (bifurcada) es de las calles más conocidas y habitadas del barrio. Por ella se subía al horno y venta de la cal tan profusamente utilizada en fachadas y terraos capitalinos.
  • Largo Caballero: (antes Camino de Marín), en la que se enseñoreaba la feraz huerta de Los Córdoba; con despacho al público de una exquisita y cristalina agua. Al final de ella –escorada a la derecha- se abre la plaza El Morato, con varias cuevas alineadas propiedad del constructor José Pozo y con anterioridad de Manuel Vicente, empresario que las destinó a almacén de pólvora y dinamita. Ahí tienen su sede la Asociación Cultural “Romeros de la Virgen del Mar” y la hospitalaria peña flamenca El Morato, en honor al mítico cantaor veratense. En ella se domicilia igualmente la Casa de Nazaret, obra asistencial para personas desvalidas.

Gerundino Fernández

Constructor de renombre, sus guitarras se cotizan internacionalmente. Hijo de un músico de la banda municipal, vino al mundo el 10 de mayo de 1931 y hasta su fallecimiento el día 12 mismo mes en 2006 gozó de la consideración de vecino especial. Su tarea ha sido continuada por el menor de los hijos, también Gerundino. Se hizo ebanista en la carpintería de Bernardo Díaz “El Cartagenero”; donde permaneció hasta los años cincuenta en que se dedicó en exclusiva al oficio que lo encumbró. Sobre la plantilla de una guitarra facilitada por su hermano Eladio y los consejos de Miguel González “El Cojo”, el joven autodidacta comenzó a desarrollar sus innatas cualidades hasta alcanzar altísimas cotas de perfección como luthier. Calidad que le llevó a ser considerado uno de los más grandes guitarreros españoles de todo el siglo XX, siguiendo la estela que iniciara el paisano Antonio de Torres, del que poseía un preciado ejemplar.

Busto de Gerundino Fernández. Busto de Gerundino Fernández.

Busto de Gerundino Fernández. / Javier Alonso

La belleza, acabado y acústica de los productos salidos de sus manos (con la inestimable ayuda de su mujer, Josefa Llamas, en largas noches de insomnio) merecieron premios nacionales e internacionales. No obstante, hubo dos de los que se mostraba especialmente orgulloso: el concedido en diciembre de 1978 por un bello instrumento de “palosanto” durante el certamen “Vicente Espinel”, de Ronda (Málaga), con motivo del II Año Internacional de la Guitarra; y dos posteriores primeros premios en el IV Concurso Internacional de Maitrees Guitarriers, convocado por la UNESCO y fallado en París en octubre de 1988.

Continuador de torres

Delicadeza y armonía en sus remates, accesorios y piezas ornamentales; ligereza y calidad en las maderas empleadas y, singularmente, la extraordinaria sonoridad que le imprimía hizo que los más afamados concertistas y guitarristas flamencos se disputarán sus etiquetadas joyas. De ellas, por lo que de popularidad mediática alcanzó, cabe destacar la adquirida por el ex-Pata Negra, Raimundo Amador; llegando a titular “Gerundina” a uno de sus discos de mayor difusión.

Gerundino Fernández García gozó en vida del reconocimiento de instituciones privadas y públicas. El Ayuntamiento distinguió a tan preclaro ciudadano concediéndole en marzo de 1979 el escudo-placa de la Ciudad, “en virtud de los valores demostrados durante su vida profesional y el de haber llevado el nombre de Almería con la altura que le correspondía a tan genuino artista andaluz”. Se filmó una serie de animación infantil con el título de “Gerundino, un viaje a través del flamenco”; le dedicaron una calle en La Cañada y en la plaza cercana a su domicilio -junto al Ave María- le erigieron su busto a título póstumo.

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