El Pollito de Alhama

Crónicas desde la ciudad

José Martínez Rodríguez, aspirante en su juventud a vestirse de luces en Ferias de postín, hoy goza de una plácida vejez familiar tras intensa vida laboral en su Alhama natal, Cataluña y Venezuela

El Pollito de Alhama
El Pollito de Alhama
Antonio Sevillano / / Historiador

25 de septiembre 2011 - 01:00

SUPE de Alhama (la Seca, de Salmerón, de Almería) a la par que de otros pueblos parraleros. Siendo niño llevaba -noche sí, noche no- la cena a mi padre al Muelle los meses que duraba la faena del embarque uvero. Mira, decía mientras me las daba a probar de algún barril abierto, estos racimos son de Alhama. Fue la primera vez que escuché su nombre. Ya de adulto, movido por la curiosidad primera, me interesé por su historia, por su paisaje, por sus gentes… Y por don Nicolás Salmerón y Alonso, el insigne republicano al que todos deberíamos seguir como referente ético y ejemplo de honestidad.

Alhama ha disfrutado de una aceptable tradición taurina. Cuando José Martínez Rodríguez, hijo de Tomás y de Bárbara -dueños del bar-restaurante "Tomasico", en la calle de los Médicos- vino al mundo el 12 de septiembre de 1928, el afamado Julio Gómez Cañete "Relampaguito" ya llevaba dos lustros residiendo en la localidad y era por esas fechas concejal-síndico de su Ayuntamiento (de Relampaguito conservaba uno de sus célebres estoques procedente del cortijo, entre parrales, El Torero). Otro a destacar fue el novillero-banderillero Tomás Martínez "Chatillo de Almería", aunque muy joven abandonó el pueblo con su familia para establecerse en la capital (fue apadrinado por el abuelo paterno del Pollito y de él tomó su nombre de pila). De Tomás nos ocuparemos próximamente en El Eco de Alhama atendiendo la invitación de su directora, Mª Carmen Amate, sobrina de nuestro protagonista de hoy y autora de un reportaje sobre él en la citada revista. Avelino Castilla "Niño de la Rosa" (empresario del antiguo coso de Laujar, cobrador de tributos municipales y propietario del Cine) tampoco alcanzó la proyección deseada, aunque participó en diversos festejos menores. Un último aspirante a la gloria taurómaca cierra el listado: José Luis Lorca, anunciado como "El Alhameño", aunque es natural de Paterna del Río.

TENDIDO "8"

Octogenario, lúcido y con mínimos achaques (¡Si no fuera por la hernia discal que me martiriza todavía me atrevo a pegarle tres muletazos a una becerra!), José Martínez vive feliz en su domicilio de la Avda. de la Estación junto a su esposa, Rosario García Martínez, y en permanente contacto con sus hijas Iraima y Nancy. Atrás quedó el sobrenombre artístico de "Pollito" pero inmarchitable permanece su ilusión por la Fiesta. Ilusión a la que da rienda suelta cada Feria agosteña como abonado del tendido "8". Allí le escuchó cada tarde pedir orejas en el momento debido y sabiendo discernir entre una buena o regular faena. Rodeado de veteranos compañeros de localidad, caso de Antonio Molina "Antoñete", con quien figuró encartelado en una corrida (1950) con motivo de las fiestas patronales de San Nicolás de Bari y la Purísima y suspendida por la lluvia. La esposa, Rosario, siempre atenta con la merienda dispuesta para reponer fuerzas en los tradicionales descansos del coso de Vílches. Buen conversador y de precisa memoria, desgranó con emotiva añoranza vivencias pretéritas en el salón de su casa presidido por un cuadro al óleo de Manuel Domínguez. Recuerdos personales y laborales engarzados de experiencias taurinas.

DE ALHAMA A VENEZUELA

José, benjamín del matrimonio Tomás y Bárbara, quedó huérfano antes de cumplir los tres años. Le precedieron María y Violeta, emigrante como él a Cataluña y posteriormente a Italia y Brasil, donde destacó como empresaria de éxito. Su padre se casó en segundas nupcias con Josefa Artés Rodríguez y siguieron con el bar. Negocio que pese a la dedicación exclusiva y bondad de sus vinos de Alboluduy y Albondón no rentaba lo suficiente para vivir toda la familia; razón por la que con 15 años partió en el vapor "María Ramos" del puerto de Almería rumbo a Barcelona. Allí entró de aprendiz en la Farmacia y Laboratorio del Ldo. Antonio Chirinac, donde trabajaba de mancebo Luis Villalobos, un aficionado sevillano providencial en su declarada afición por el arte de Cúchares.

Lo trató como al hijo que no tenía, transmitiéndole sus conocimientos y facilitándole entradas gratis a Las Arenas y Monumental (2 y 3 pesetas, novillada y corridas de toros) y el ingreso en la peña "Carlos Arruza", a cuyo titular y a Manolete, toreando ambos en la Ciudad Condal, tuvo la oportunidad de estrecharles la mano en un coso Monumental que -sectaria y alevosamente- tras décadas de jornadas triunfales se clausura tristemente del fin para el que fue construido. Su objetivo y razón de ser. El Pollito -por su abuelo, El Pollo, y no por emular a Joselito el Gallo- pronto dedicó las horas libres que le dejaba la farmacia a entrenar -junto a una legión de aspirantes ilusionados- con el "carretón" en el parque de Montjuic. Artilugio que para mayor realismo lucía las astas de un toro lidiado por Manolete y que adquirió a alto precio en el Matadero. El dependiente Villalobos lo inscribió asimismo en un concurso organizado por el diario Mundo Deportivo en busca de torerillos que alternasen en la parte seria de los espectáculos cómicos-taurinos El Empastre y Embrujo Musical. Destacó en las pruebas de "toreo de salón" celebradas en el teatro Talía… pero el premio se lo llevó un sobrino del director del periódico.

Con veinte años lo llamaron urgentemente a Alhama ya que su padre se encontraba enfermo; tan grave que al día siguiente Tomás Martínez falleció. Nuestro hombre, rodeado de cuatro mujeres, se hizo cargo del negocio familiar. Como no podía ser menos, lo rebautizó con el nombre de Bar Taurino; decorándolo con fotografías y carteles. Retomó amistad con otro entusiasta compañero de fatigas: "El Ramblero". Con él bajó andando hasta Gádor para desde aquí seguir hasta la capital donde se apuntaron en el certamen para noveles que anunciaba (1949) Radio Almería. Por estas fechas lo apoderó Avelino Castilla, quien le consiguió contratos (sin que vieran un duro ninguno de los dos) en su Alhama natal (dos veces; una con Juan Luis de la Rosa), Huécija, Santa Fé y en Laujar, de sobresaliente. Con trajes, muletas y capotes alquilados a Francisco Andújar "Ciérvana", se las vió con vacas metidas en arrobas, cornilargas y resabiadas (en el ruedo o saltando las tapias del Juego de Pelota); alternando con Chiquilín y Zurito, Víctor Quesada, Joselito Álvarez o Juanito Belmonte (no el Pasmo de Triana, claro está). Aquello no resultó. De nuevo en la emigración estaba el futuro.

Emprendedor como el que más, lo intentó en Estados Unidos y recaló en Venezuela. Entre Caracas y Puerto Ordaz cumplió media vida en funciones de barman y agente de ventas de productos metálicos para la industria del automóvil y la construcción. Se casó por poderes y hasta Venezuela marchó Rosario, naciéndole allí sus dos hijas, Iraima y Nancy. Regresó de América y volvió a la tierra de promisión donde trabajó como una fiera, día y noche, hasta conseguir ahorrar la bonita cifra de ¡cien mil dólares! con la que se estableció definitivamente, ya jubilado, en Almería capital.

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