Primeros pasos en el Budismo
En las ceremonias de iniciación, el maestro usa los métodos del Vajrayana como mantras, visualizaciones, plegarias, ingerir sustancias consagradas y ser bendecido por el Lama
A la hora de la tarde cuando la luz almeriense cautiva a pintores y fotógrafos, en Namkha Dzong, centro budista en Bédar fundado por Namkha Rinpoche en el año 2010, se llevaba a cabo hace escasas fechas la Iniciación, o transferencia de poder, uno de los puntos culminantes del Vajrayana (Sendero del Diamante), junto con las Instrucciones y la Transmisión oral. A través de ella, el maestro, que pertenece a un Linaje de Transmisión, guía a los discípulos predispuestos en una serie de etapas en las que el cuerpo, palabra y mente burdos del discípulo devienen en cuerpo, palabra y mente iluminados de la deidad.
Al ser el budismo una religión no teísta, no se trata de una deidad externa, sino la propia naturaleza intrínseca pura del estudiante, que siempre ha sido perfecta en sí y que a través del proceso de la Iniciación es actualizada o reconocida. Para ello el maestro usa los métodos hábiles del Vajrayana que incluyen mantras, visualizaciones, plegarias así como el ingerir sustancias consagradas y el ser tocado por implementos bendecidos que el lama nos ofrece.
Antes de recibir la Iniciación, los discípulos realizan la ofrenda del Mandala al lama, en la forma de un mandala enjoyado que simboliza el universo y todas las cosas preciosas que contiene. Luego, piden recibir la Iniciación repitiendo una plegaria tras el lama y a continuación el maestro procede a guiar al discípulo por las diferentes fases a través de las que el éste realiza o madura su naturaleza pura primordial y reposa en este estado prístino y luminoso. Es lo que se conoce como reposar en la Naturaleza de la Mente.
El ritual concluye con plegarias para que todo sea auspicioso y, como todas las prácticas budistas, con la dedicación de los méritos generados para que todos los seres sin excepción alcancen el estado de completa felicidad (Iluminación). Esta dedicación es el sello del Budismo del Gran Vehículo (Mahayana), en el cual todos los esfuerzos de maestro y discípulos tienen como fin último el bien de todos los seres, eliminando el interés egoísta en aras del altruismo universal, en el que se considera a todos los seres tan queridos como la propia madre. Esta es la mente de la Bodhicita, el Espíritu del Despertar, que marca de principio a fin toda la práctica budista.
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