"Puedo ofrecer sentido común y ganas de editar libros de calidad"
Miguel gallego. director de la editorial
Miguel Gallego es el director de la Editorial de la Universidad de Almería. Es crítico literario, ensayista y profesor de literatura en la Universidad de Almería (España). Doctor en Filología Hispánica (Universidad de Granada). Ha sido profesor e investigador visitante en las universidades de Lovaina (Bélgica), Trento (Italia), New York University y Harvard University (EE.UU), Tokyo University for Foreign Studies (Japón), UNAM (México).
-¿Qué supone para usted ser el director de la editorial de la Universidad de Almería?
-A mí me gustan los libros. He vivido siempre entre libros, a veces demasiado. Sé de lo que hablo porque me he mudado varias veces con una biblioteca a cuestas. Siempre recuerdo un ensayo del mexicano Gabriel Zaid titulado Los demasiados libros y un poema de José Antonio González Iglesias titulado El síndrome de la FNAC. Los dos hablan de los mismo: el desconcierto y la paralización que produce la superproducción de esos objetos con páginas. Esto es un editorial académica, es decir, no es una editorial cien por cien comercial. Por eso me motiva la posibilidad de convertir la calidad en un criterio irrenunciable de publicación.
-¿Qué piensa que puede aportar a este servicio?
-Bueno, sentido común y ganas de editar libros de calidad. Sé cuáles han de ser los objetivos de una editorial universitaria. También me ilusiona pensar, por ejemplo, que pasado un tiempo puedo sentirme orgulloso, junto a mis compañeros, de haber editado algunos libros que han merecido la pena, algunas ediciones en las que hayamos sido algo más que meros mediadores.
-¿Es para usted un reto afrontar este cargo en una sociedad de la que se dice que apenas lee?
-Yo no creo que se lea tan poco. En todo caso esta editorial no tiene como objetivo el lector medio. Pero no creo que se lea tan poco, además porque lo que entendemos por leer cambia. Es cierto que frente a la palabra escrita está un leviatán que se llama imagen. Pero muy pocas imágenes no provienen de las palabras. Lo normal es que quien compre nuestros libros sea un lector culto y un lector culto necesita leer para comprender la mayoría de las imágenes.
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