Puerta de Purchena (XV)

Por su condición de centro neurálgico, en todo momento y ocasión la Puerta de Purchena resultó punto de ida o vuelta de contrapuestas manifestaciones populares

Puerta de Purchena (XV)
Puerta de Purchena (XV)
Antonio Sevillano

19 de noviembre 2016 - 02:31

Con motivo de una prolongación del eje Paseo/Puerta Purchena finalmente no ejecutada por el ayuntamiento, en 1970 mutilaron parcialmente el edificio alineado con la calle Granada que hace esquina a Rambla de Alfareros. Inmueble de gran empaque -según proyecto del arquitecto López Rull- aprobado en mayo de 1911 por la comisión de Ornato a favor de Juan Espinosa. Se trataba de una vivienda plurifamiliar en cuya planta baja obtuvo licencia de segunda ocupación La Africana; acreditada tienda de tejidos, aunque no la más antigua del entorno perimetral. Su fundador, López Payán, la trasladó de la plaza Nicolás Salmerón (hoy Pérez García) y coincidiendo con la inauguración (mayo de 1927) le sumó la Sastrería Inglesa -hasta entonces en el Paseo del Príncipe-, dirigida por el maestro Bedmar, quien había consolidado su prestigio en Gijón, San Sebastián y Madrid.

Le tomó el relevo Ferretería Vulcano, de Fernando Fernández, con dos sobresalientes empleados tras el mostrador: los hermanos Ramón y Manolo García Carrique. Comenzó en plena crisis económica de una posguerra necesitada de los objetos de hierro y acero para el hogar que ellos disponían en sus estanterías; amén de bisagras y adornos para muebles, baterías de cocina y anexos, artículos para electricidad y en general cuanto se precisaba para el complemento del ramo de la madera y de la edificación. Y es que tal como rezaba la publicidad: "Si quiere comprar barato diríjase a esta magnífica ferretería y se convencerá". Obligados a abandonar el local, abrió sucursales en Alfareros (edificio Tauro), Obispo Orberá y Juan Lirola. A continuación de Vulcano se hallaba el bien surtido almacén de coloniales y ultramarinos al por mayor de Góngora y Roche. Fundado en 1914 por Juan Góngora Salas, junto al también próspero industrial aragonés Facundo Sebastián Roche (suegro del arquitecto Antonio Góngora), propietario a su vez del sólido edificio de plaza Flores diseñado por Guillermo Langle y en el que vivía y falleció su protegido Manuel García Martínez, sacerdote, compositor y maestro de Capilla de la catedral injustamente olvidado. A la muerte de Góngora Salas, dos de sus diez hijos (Juan y Miguel) mantuvieron la sociedad mercantil hasta los años sesenta. Después de la marcha de Vulcano la espaciosa planta comercial (hoy cerrada a cualquier actividad) la ocupó el Banco Vitoria (Banesto).

En la década de los treinta, la droguería y perfumería Moderna, de Andrés Godoy, competía con las igualmente acreditadas y céntricas El Triunfo, El Arco Iris y La Alhambra, de Eugenio de Bustos. Su argumento promocional frente a la numerosa clientela era el gozar "del mejor y mayor surtido: productos químicos para las Artes y la Industria; aceites, barnices, colores, jabones, carburos, sales de sosa, colores para teñir, colonias, esencias, etc.". De aquí a la colindante calle Ayala (donde abrían las taquillas para las corridas de toros de la Casa Chopera) caben enumerar, a expensa de olvidos: el bar Zabala, Confecciones Jeramo (acróstico de Jerónimo y Rafael Molina), Electricidad Invalma y actual Confecciones J. González.

PENAS Y ALEGRÍAS

Por su condición de centro neurálgico, en todo momento y ocasión la Puerta de Purchena resultó punto de ida o vuelta de contrapuestas manifestaciones populares. De tremendos e imprevistos desastres naturales y alegres o pesarosas concentraciones civiles, militares y religiosas. Esa centricidad provocó que cualquier sucedido fuera sobredimensionado y/o que la prensa señalara la noticia indicando siempre el lugar. Por aquí discurrió en enero de 1922 el multitudinario entierro de Conchita Robles y el niño Manuel Aguilar, asesinados por el marido de la actriz en el teatro Cervantes. Y el sepelio en junio de 1954, con no menor asistencia, de la profesora Celia Viñas Olivella. Un duelo igualmente solemne y concurrido acompañó al féretro de Juan Zubieta hasta el cementerio municipal de san José. Lo singular del caso lo detalla una gacetilla de agosto de 1890:

Para hoy se proyecta en esta capital una manifestación cívica a las cinco y media de la tarde, partiendo del kiosco (del Café Suizo) y Puerta de Purchena con objeto de depositar una corona sobre la tumba del honrado ciudadano Zubieta, cuyo cadáver ha sido el primero que ha ocupado un hueco en el Cementerio Civil recientemente construido.

Las cíclicas tormentas acompañadas de torrenciales precipitaciones a finales del verano, han teñido de luto páginas y más páginas de sucesos en Almería. Devastadoras riadas se cobraron víctimas en 1879, 1888 o 1929, pero sin duda la del 11 de septiembre de 1891 (185 litros caídos en tres horas) fue la más nefasta de todas. Agravada por el no encauzamiento de las ramblas de Belén y del Obispo. La condición de sumidero y repartidor a la vez de Puerta de Purchena la hizo receptora de furiosas avalanchas de agua, lodos y enseres domésticos procedentes de las calles Engendro (Antonio Vico), Encantada (Federico Castro), Regocijos o Alfareros:

Hasta próximo a la Puerta de Purchena, donde el espectáculo era aún más aterrador, pues las aguas de la rambla de Alfareros, rebasando su cauce ordinario se desbordaban con furia por la plaza de Bilbao y Paseo, arrastrando infinidad de muebles, carros, bestias y lo que es más triste, personas, de las que algunas fueron milagrosamente salvadas (…)

La gente trepó a las plantas superiores y terrados, se inundaron bajos comerciales, arrambló con la tienda de quincalla de Antonio Fernández, entre otras, y lo más lamentable: la pérdida, documentada, de 19 personas entre ahogadas in situ, politraumatizadas o devueltas por el mar. El siguiente suceso con resultado de muerte y nuestra Puerta como escenario se remonta a los sangrientos sucesos de 1º de mayo de 1903. Los almerienses tenían fresca en la memoria el motín popular del 9-V-1898. Ahora las causas son idénticas a aquella: paro obrero, alto precio del pan y artículos de primera necesidad, impuestos al consumo, etc. Frente a tantas carencias acumuladas y no resueltas, lo que iba a ser pacífica Fiesta del Trabajo devino en irreparable tragedia. Ante la quema de fielatos y actos de pillaje en los comercios que hallaron a su paso, el gobernador Barroso ordenó a la Guardia Civil (20 números de infantería y tres parejas a caballos) cargar contra los manifestantes empleando sus fusiles máuser reglamentarios. En Puerta de Purchena y proximidades se cobraron varios heridos de gravedad; falleciendo en el acto -o en el Hospital- los niños Antonio Beltrán Ojeda y Pedro Navas Arnau (de 12 y 14 años) y el joven de 24, Manuel González Salinas:

Afortunadamente, los autores o instigadores de la algarada que tan dolorosas consecuencias trajo, no fueron ni los socialistas ni los republicanos, ni siquiera el pueblo siempre sensato y honrado de Almería. Sólo una turba de chiquillos, una mujer que de tal no merece el nombre y esa parte malsana que en todas la sociedades y pueblos existe, fueron los promotores, con su actitud hostil, inexplicable e injustificada, de la triste jornada del 1º de Mayo.

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