Puerta del Sol (III): Gaceta y AMAL

Puerta del Sol (III): Gaceta y AMAL
Puerta del Sol (III): Gaceta y AMAL

01 de octubre 2012 - 01:00

CRUZADO el meridiano del siglo XIX la capital superaba las 23 mil almas censadas; mujeres y hombres que junto a múltiples vicisitudes materiales sumaban el temor a la virulenta epidemia de cólera morbo que ya azotaba (1855) a la provincia. Isabel II reinaba en España, con el general Baldomero Espartero de jefe de Gobierno durante el denominado Bienio Progresista. Referido a Almería, entre sus fuerzas "vivas" cabe señalar al gobernador Civil, Pedro Antº Alcántara de Rute; alcalde Constitucional, Francisco Orozco, y Anacleto Meoro obispo de la Diócesis. En este contexto espacio-temporal nos situamos.

Sin valor estratégico militar y perdida ya su condición de "plaza fuerte", el perímetro fortificado exterior que defendió a la ciudad de pretéritas razias berberiscas y actos de piratería marítima, dejó de ser una carga económica al Municipio debido a su estado ruinoso. La demolición de los aproximadamente cinco kilómetros de tapial, mortero y piedra (comenzando por las "seis u ocho varas del paseo llamado de Feria", actual Paseo) mitigará las alarmantes cifras de paro obrero: "con objeto de proporcionar trabajo a las clases menesterosas", justificaban. Pan para hoy y miseria para mañana. Sorpresivamente, a la hora de echarlas abajo no adujeron la necesidad de nuevos equipamientos y viviendas ante el aumento poblacional o una revisión del concepto de desarrollo urbanístico más racional, paisajístico o saludable (aquí solo un breve apunte: la "necesaria ventilación al barrio de Coca", parroquia de Santiago). Ni tan siquiera en favor de una mayor fluidez en el movimiento de personas y mercancías de intramuros a la Vega, a las carreteras de Murcia, Granada o Málaga y a los barrios surgidos a extramuros. En el haber positivo, con la desaparición del recinto murado Almería dejaba de ser el poblachón fosilizado y conventual del Antiguo Régimen para convertirse en una ciudad abierta, mejor comunicada y con un rosario actualizado de vías públicas

Décadas atrás ya había desaparecido el lienzo interior que bajando la hoy c/. La Reina separaba la al-Madina del arrabal de la Musalla, a levante; hacia donde tras el violente terremoto de 1522 "emigró" el vecindario y la Administración civil y eclesiástica.

BURGUESÍA LIBERAL

Revisados documentos casi inéditos y el expediente administrativo generado (Archivo Municipal), alimentamos la sospecha de que, subrepticiamente, se trató de una especulación en toda regla auspiciada por determinadas familias de la burguesía liberal-conservadora: el auténtico "pelotazo" urbanístico del siglo XIX, maquillado de intenciones filantrópicas (en realidad, el segundo después del protagonizado tras la desamortización de bienes de la Iglesia). Si seguimos el rastro de quienes en sucesivas fechas adquirieron gran parte del suelo liberado -en tales solares edificaron sus domicilios particulares, locales comerciales y negocios-, nuestra tesis toma cuerpo. Inmersos en la fiebre constructiva del momento ninguno pensó en el futuro de la ciudad. En mantener en pie parte del patrimonio arqueológico, histórico y cultural como legado a futuras generaciones. Al menos haber respetado la Puerta del Mar y de Purchena, las de mayor mérito artístico y más ornamentadas, con tres y dos airosos arcos y recias hojas de madera. Pero tampoco. Solo levantó la voz exigiendo la supervivencia de ambas el concejal Mariano Álvarez, escritor, impresor y suegro de Carmen de Burgos "Colombine". ¡A la vista está el puñetero caso que le hicieron al bueno de Dº Mariano sus compañeros del plenario! Fuera del marco periodístico, el tema se presta a un detenido y amplio tratamiento, tal y como en su momento publicó Villanueva Muñoz, profesor de Historia del Arte, en una obra de referencia sobre urbanismo y arquitectura almeriense. Limitado por el espacio, en esta serie de artículos debo ceñirme necesariamente a los inicios del derribo y desescombro (con puntuales apostillas, entre paréntesis, a textos originales)

LEGAJO EN EL AMAL

Temerosas las autoridades locales de un hipotético ataque carlista, las últimas reparaciones datan de 1836, a cargo del maestro de Fortificaciones Dº Juan Prat (a partir de mayo de 1863 la Alcazaba fue destinada exclusivamente a almacén de pólvora. A idéntico temor respondía la orden de retirar de las iglesias los vasos sagrados y alhajas no imprescindibles para el culto y depositarlas en la catedral. El proceso continuado de limpieza de cascotes, alzado de nuevas casas y alineamiento de calles perduró hasta el final de la centuria decimonónica. En sentido contrario supuso la pérdida de dos modestos barrios a extramuros: el de la Puerta del Sol y el de Pescadores (antiguas Almadrabillas, en el Parque)

Aunque nadie lo cite, la iniciativa partió del diputado Juan Miguel del Arenal Fernández, quien urgió de su necesidad al gobernador Militar y este al Gobierno. Veamos lo más sustancioso de aquellas solicitudes:

El Excmo. Sr. Ministro de la Guerra, con fecha 26 del anterior (junio, 1855) me dice (al Capitán General de Granada) lo siguiente:

Enterada la Reina (q.D.g.) de un expediente instruido en este Ministerio en virtud de instancia promovida por Dº Juan del Arenal, Diputado a Cortes, por la provincia de Almería en solicitud de que se derriben las murallas de la Ciudad de este nombre, S.M. de conformidad con lo informado por la Junta encargada del plan de Defensa permanente del Reino, se ha servido a acceder a dicha petición determinando que Almería deje de ser plaza de Guerra…

Tres meses después el Ministerio fijó las condiciones de demolición:

1ª) Que han de conservarse, para protección del Puerto, el baluarte de la Trinidad, situado al lado izquierdo en el frente del mar (junto a la calle Gerona, el rótulo de la trasversal al Parque lo recuerda)… La plataforma del de San Luis (a espaldas del Hospital Provincial)… El torreón del Tiro, que forma el extremo derecho de la muralla, para flanquear el de la Trinidad y el castillo recién habilitado de San Telmo, próximo al fondeadero de Poniente

2ª) Que las dichas baterías deben ser dotadas de pequeños edificios… siendo indiferente que la muralla del mar que actualmente las une se conserve o se derribe

3ª) Que las murallas que han de derribarse se entreguen al Ayuntamiento, el cual deberá por cuenta suya proceder al derribo, relleno de fosos, explanación y acarreo de escombros, dejándose a favor de la expresada Corporación los materiales que puedan utilizarse a la manera que se ha hecho en igual caso respecto de las plazas de Valencia y Alburquerque

4ª Que los solares pertenecientes a la fortificación de que se trata y los cuerpo de guardia de la Torre de la Arcas (plaza del Carmen), Puerta de Purchena, de la Torre Redonda y de la puerta del Socorro (final de General Luque), se pongan a disposición de la Hacienda Civil como innecesarios al servicio de Guerra

Finalmente, en la Sesión municipal de 25 de septiembre 1855, se dio lectura al Acta de la entrega .

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