Recuperar el folclore almeriense, fin de la Cuadrilla de Ánimas de Sorbas
Los seis componentes del grupo pretenden mantener viva esta música y mostrarla al resto de la provincia
Los maestros boleros, que haberlos los hubo en la provincia de Almería, enseñaban siete bailes: Malagueña Primera, Malagueña Doble, Soleares, Peteneras, el Olé, una Sevillana, las Mollares, y, naturalmente, el Bolero. Asentados entre Vera, Garrucha y Sorbas, tres familias de maestros boleros, fundamentalmente una de gitanos apellidada Fernández, enseñaban los bailes en pueblos, aldeas y barriadas para ganarse la vida. Después, alumnos suyos aventajados se dedicaron a enseñar cada uno en su pueblo sin cobrar a las familias, como así ocurrió, por ejemplo, en Senés y Velefique.
Francisco, Gregorio, Tony, Antonio, Tomás y Francisco, forman la Cuadrilla de Ánimas de Sorbas. Dedican sus escasos ratos libres a recuperar el folclore de las zonas de Sorbas, Filabres y Sierra Alhamilla. Francisco, el primero por la izquierda, es Francisco Martínez Botella, el cura Paco, anteriormente párroco de Turre y ahora de Sorbas, de Gafarillos, de La Huelga y de Lucainena de las Torres. Él y sus compañeros de Cuadrilla son arqueólogos, antropólogos y apasionados del folclore almeriense. Buscan, rebuscan, hurgan, escarban, cualquier pista que les lleve a un tesoro tal que en Tahal "allí, una mujer de que se llama Juana Ortiz Lozano, ya tiene 86 años, nos cantó La Jerigonza, que quiere decir en castellano 'hacer muecas'. Este era un baile para que los críos pequeños empezaran a bailar. Llevamos ya años dedicados a la recuperación del folclore".
Efectivamente, años de ir de un lugar a otro, a lo que se llama el trabajo de campo, "lo emprendimos hace unos seis años, lo que sucede que buena parte de los informantes, porque esto eran tradiciones orales, han fallecido. Por ejemplo, uno de los maestros boleros era José, popularmente conocido como El Gálvez, nacido en el año 1892 en La Huelga; el hombre estuvo dando clase hasta la ancianidad y hemos llegado a conocer a algunos de los que fueron sus primeros alumnos. Una señora que nació en el año 1916 en Cariatiz, se llamaba Isabel, nos contaba que este hombre les cobraba un duro, cinco pesetas de entonces, por 8 clases al mes. Como había gente que no podía permitirse esos lujos, a los críos que les gustaba bailar miraban por la rendija de la puerta o el agujero de la llave, veían lo que estaba enseñando el maestro y ellos, de verlo, aprendían. Los maestros enseñaban a puerta cerrada para asegurarse de que sólo aprendieran los que pagaran; eso sí, enseñaban con la madre de las mozas sentadas al lado, nunca se quedaban solos los maestros con ellas". Cuentan que tras los maestros boleros, llegó lo que se conoce popularmente como baile agarrado: pasodoble, mazurca y otros estilos de bailes.
De lo que se llaman bailes naturales, los que se aprendían de padres a hijos, "hay una Malagueña que en Lubrín la llamaban el Forrajillo; había parrandas; había varios bailes como los que podían bailarse en la zona de los Vélez". Se ha conservado también una peculiaridad que son los bailes de Rueda, una danza que no lleva acompañamiento musical, solamente el cante y las palmas y mientras un grupo canta, otro grupo baila. " A parte de esto, las manifestaciones musicales estaban relacionadas con las distintas fiestas religiosas del año. Se tocaba el Rosario de la Aurora, se tocaba la música que era para pedir limosna para la Cofradía de las Ánimas, dinero que se destinaba a enterrar a pobres o a socorrer a personas necesitadas, o si había que hacer una obra en la ermita de dónde era esa cuadrilla, pues también se utilizaba ese dinero". Los Aguilandos, que también se conocen como copla de pascua. Son Aguilandos sordos. El motivo de que sean sordos es porque esto se canta desde el día de los Santos hasta la Candelaria. Fuera de este período, según la tradición, no se debe cantar". La Cuadrilla de Ánimas de Sorbas no sólo se ocupan de recuperar el folclore almeriense, también de enseñarlo, que no se pierda, "la gente se puede divertir con esto como se divertían hace 40 o 50 años y, además, como estamos en crisis, esto no cuesta dinero". Un motivo más, si es que alguno faltaba, para la recuperación, conservación y difusión de un patrimonio cultural sin precio.
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