Relampaguito, memorias de Alhama (y II)

Crónicas desde la ciudad

El torero Julio Gómez Cañete (Almería, 1884-1947) se avecindó con la familia en Alhama, alternando el cultivo del parral con la explotación de granjas avícolas. Fue concejal de su Ayuntamiento

Antonio Sevillano / / Historiador

12 de noviembre 2012 - 01:00

DEJAMOS ayer a Julio Gómez instalado felizmente con la familia en su cortijo de la Alhama de Salmerón en el primer cuarto del pasado siglo. Pero toda obra y vida humana tiene su epílogo. Fruto de su particular concepción de la Fiesta y de puntuales desencuentros contractuales, acentuados por la fuerte personalidad que siempre exhibió, su estrella declinó paulatinamente. La actividad profesional languidece y los contratos merman, limitándose durante años a torear solo en su Almería natal. Definitivamente, se retiró de los ruedos en la Feria de 1930; aunque aún intervendría en 1936 en sendos festivales a beneficio de las Milicias Populares y en otro testimonial (en el que coincidió con su hijo Julio de becerrista) en 1944, cuando ya contaba sesenta años de edad. Siguió ligado al mundillo taurino hasta el final de sus días en calidad de asesor artístico del coso de Vílches (el último en agosto, a dos meses de su muerte, en una novillada mixta). Tal y como les adelantaba, el 28 de octubre de 1947 Julio Gómez Cañete "Relampaguito" dejó de existir en el domicilio familiar capitalino de la calle Restoy, cerquita a la puerta de "Palcos" que tantas veces la vio salir a hombros: un epitelioma maligno, del que fue intervenido quirúrgicamente en Madrid, le dio la puntilla.

LA SECA O DE SALMERÓN

En 1912 recala en Alhama recién desposado con Amelia Vigar Giménez, perteneciente a la burguesía almeriense acomodada -su padre, médico, era propietario minero en Gérgal-, llevando consigo a su primogénito Julio y a su padre (en esas fechas ya era huérfano de madre). De una anécdota de la que su progenitor fue protagonista quedó un dicho en el pueblo: "Aguanta, Frasquito, que "entoavía" le queda plata menúa al duro…". En plena calle se encontró uno de aquellos hermosos duros antiguos de plata (de los que canta el tanguillo gaditano) y como quiera que le gustaba un tantico empinar el codo -en barra o en mesa, jugando a la brisca- se largó de juerga con un compadre: a los dos días el socio decidió regresar a su domicilio y fue entonces cuando Don Juan -que así le conocían en Alhama- comentó aquello de que "aún le queda plata al duro".

Se instala en la calle La Fuente, en una casa-cortijo adquirida a la anterior propietaria, Amalia Sánchez Quiñones. Y allí nacieron Miguel, Amelia Laura, Carmen y Laura. A los dos varones les haría desistir de sus incipientes escarceos con capa y muleta siendo mozalbetes, sospechando que no darían la talla necesaria en una profesión altamente competitiva. Carmen fallece a los tres años (1921) y Amelia Laura en octubre de 1936, en el Balneario a donde la habían acomodado con la esperanza de que superase la tuberculosis pulmonar diagnosticada. Quedó al cuidado de Dª María Joaquina Segura, regente del establecimiento termal, quien también se hizo cargo de la niña menor, a la que había amadrinado. Ambas hermanas yacen enterradas en el cementerio de la localidad.

Su pérdida amargaría el carácter un tanto peculiar de Relampaguito. No obstante, es en Alhama donde con la familia pasó las mejores décadas de su vida; alternando los pocos contratos en el ruedo con el cultivo de pequeñas fincas plantadas de parras en los pagos del Torero, Chuzos, Lavadero y La Cuadra. Empresario emprendedor, gestionó negocios de no muy fuertes inversiones: granjas de gallinas ponedoras y de cerdos chatos malagueños, variedad desconocida en la comarca e importada por él. Inscrito en calidad de productor uvero, figuró en la prestigiosa sociedad La Tertulia y Círculo Unión Alhameña. Tiempo de ocio y trabajo que complementaría con su pasión por la caza, el "tiro al pollo" y, muy especialmente, con sus obligaciones de concejal de aquel Ayuntamiento. Repasando los libros municipales durante el Directorio Militar de Primo de Rivera encuentro la información precisa:

CONCEJAL-SÍNDICO

"Ayuntamiento de Alhama. Acta de la sesión de nueve de abril de mil novecientos veinticuatro. El Sr. Alcalde -Emilio Carnavali y Martínez Illescas- expone que el Concejo Corporativo designado por el Excmo. Sr. General Gobernador Civil para representar en el Ayuntamiento al Sindicato Agrícola de éste pueblo es Dº Julio Gómez Cañete, según comunicación nº 218, fecha siete del actual, dirigida a esta Alcaldía, y a la que se dio lectura; quedando enterada la Corporación. Que dicho Sr. se disponía a posesionarse de su cargo, acordando la Corporación que lo haga cuando tenga por conveniente. Y presente el señor don Julio Gómez Cañete, acepta su nombramiento, pasando a ocupar un asiento en los sillones del Concejo (…) Por unanimidad se acordó que el número de Comisiones que han de informar en los distintos negocios y asuntos que competen al Ayuntamiento, y en su caso a la Comisión Municipal Permanente, sea el de seis (...) Festejos: don Emilio García y don Julio Gómez; Abastos: don Manuel Mercader, don José Rodríguez, don Emilio García y don Julio Gómez… ".

De la referida etapa nos aseguran que dejó impronta de celoso cumplidor de sus funciones en Abastos -estricto control del peso del pan y otros alimentos- y en Festejos, donde, valga la anécdota, sustituyó la tradicional Quema de la Zorra por el Toro de Fuego. Su actividad duraría hasta 1927 ya que en el plenario de 24 de enero el alcalde y concejales presentaron la dimisión de sus cargos a consecuencia de un voto de censura de La Unión Patriótica -único partido político permitido- dada "la negligencia y poco interés que habían mostrado en defensa de los intereses a ellos confiados". Dicha moción fue rechazada por "infundada"; sin embargo, se ratificaron en su firme decisión y el general Gobernador debió aceptar la renuncia de algunos ediles, entre ellos la de Julio Gómez.

Desde Alhama se trasladaba a cumplir los escasos compromisos adquiridos y para ello procuraba mantener una envidiable forma física dando largas caminatas por los alrededores del cortijo. Su sentido de la profesionalidad y pulcritud le llevaba a esmerarse, todo un ritual, en la limpieza y cuidado de los enseres profesionales, especialmente los estoques toledanos que tan certeramente manejaba. Perfectamente integrado en la sociedad local, gozó de la estima y consideración de sus convecinos. De las amistades que entonces cultivó destaca Tomás Martínez "Chatillo de Almería", el más renombrado subalterno nacido en Alhama. Con añoranza, el bueno de Tomás nos contaba el nacimiento de su afición y los consejos e instrucciones que Relampaguito le prodigó. Julio colaboró en el montaje de una exitosa novillada celebrada en abril de 1914, en el solar del Juego de Pelota; y coincidiendo año y mes inauguró como único espada la (semiestable) plaza de toros de la vecina Canjáyar, con la que mantenía una relación especial ya que era fervoroso devoto de la Santa Cruz del Voto. En aquella cuadrilla figuraban Cofresí, Ciérvana, Calero y Agujetillas; cuajando en las dos tardes cuatro espléndidas faenas a otros tantos toros de Romualdo Giménez, de La Carolina (Jaén).

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