Relampaguito, un torero en la memoria (I)
Crónicas desde la ciudad
El pasado día 28 se cumplieron 65 años del fallecimiento de Julio Gómez Cañete, el primer almeriense en tomar la alternativa, el más importante y de mayor proyección de los nacidos en la provincia
NO había olvidado el 65º aniversario de la muerte de Julio Gómez Cañete pero he debido posponerla en aras a la inmediatez de otras noticias. A las seis de la mañana del 28 de octubre de 1947 su cuñado, Miguel Vigar (médico de Beneficencia y Cruz Roja), certificaba su fallecimiento como consecuencia de un epitelioma maligno de garganta de cuya operación en Madrid se hallaba convaleciente. Al día siguiente se efectuó el sepelio desde el nº 14 de la calle Restoy a la parroquial de los PP. Franciscanos y de aquí a la rambla de Belén, frente al bar La Gloria, donde se despedían los duelos antes del definitivo traslado al cementerio de San José. De la casa mortuoria hasta la iglesia hoy de San Agustín a secas por la marcha de los frailes del convento, fue llevado a hombros por familiares y amigos, entre ellos los toreros Octavio Martínez "Nacional", Juan Luis de la Rosa, Manuel Márquez "Posadero", Juan Leal, Manuel López "Cuqui", Damián Ramón y su antiguo apoderado y gacetillero Ulpiano Díaz "Caireles".
EL ECO DE ALHAMA
En virtud de los fuertes lazos que unieron a Relampaguito con la villa del Andaráx, en su momento pergeñé unos folios para el nº 4 de El Eco de Alhama atendiendo a la petición de la directora de la revista, Mª Carmen Amate. En el artículo alternaba datos biográficos y profesionales con apuntes más localistas. Ahora, con motivo de la luctuosa onomástica, he creído oportuno transcribirlo en esencia por tratarse de un periodo escasamente conocido del recordado torero del Reducto.
La plaza España alhameña, su glorieta, resulta la atalaya perfecta desde donde deleitarse ante el bello contraste de claroscuros, sugerencias y matices cromáticos que el valle del Andaráx depara al visitante. Frente a su mirador la vista desciende por emparrados niveles al Llano del Halcón (Pago de la Fuente) donde se alza el cortijo Relampaguito -o del Torero-, vestigio tangible de la dilatada estancia en la localidad del torero de mayor proyección que Almería ha parido en toda su historia hasta nuestros días: Julio Gómez Cañete. Pero principiemos con un esbozo de filiación.
Tercero de los hijos habidos en el matrimonio del jornalero almeriense de 35 años Juan Gómez Marín y de la accitana Francisca Cañete Sánchez, vino al mundo el 24 de noviembre de 1884 en la calle Encuentro, 20, aledaña a la plaza Pavía del castizo barrio de Pescadería (en su fachada luce ahora una modesta placa que lo recuerda gracias al interés mostrado por la AA.VV. Casco Histórico). Siendo la familia de condición humilde, el niño tuvo un breve acceso a la escuela pública antes de dedicarse, forzosamente, a diversas tareas con las que aportar un puñado de reales al escaso peculio hogareño: aprendiz de panadero, acarreador de mercancías, recadero en el Puerto… Al mayor de los hermanos, José, apodado El Trueno, excelente picador de reses bravas lo llevó en su cuadrilla.
La afición prendió prontamente en el chiquillo, lo que le hizo enrolarse en una de las muchas agrupaciones que se organizaron a finales del XIX en Andalucía, y primera en nuestra ciudad: la anunciada en los carteles Cuadrilla de Niños Almerienses. Desde el principio su nombre estuvo unido al de los subalternos de la tierra Tiroliri, Correíta, Cofresí, Ciérvana, Iguiño, Borinqueño y España. Su presentación en la capital tuvo lugar en enero de 1899 antecedida por una creciente curiosidad por calibrar el arte de tan tiernos infantes. A partir de aquí, dirigido por el ya retirado novillero Francisco Aloy "Caldera" (o El Habanero), continúa su aprendizaje en Almería, Orán y provincias de Granada, Jaén, Melilla, Málaga, Madrid, Sevilla, Zaragoza, Valencia, Logroño y un largo etcétera. El Cossío, "biblia" por antonomasia del aficionado, confundió la Berja alpujarreña por la Béjar salmantina y todo quisque, sin mayor comprobación, reiteró el error en la semblanza del incipiente becerrista. Formando cartel con Borinqueño, en 1901 inaugura el primitivo coso de Huércal Overa. Posteriormente, ya alternativado, haría lo propio con las de Berja (semiestable, de obra) y Canjáyar, en 1907 y 1914 respectivamente. El debut como novillero en Madrid -suficientemente placeado con caballos para la comprometida cita- se remonta a 1904, encartelado con Camisero y Manuel Mejías "Bienvenida". El mismo año lo hizo en Sevilla contratado por el director de la revista especializada "Don Cecilio", cuyo director, debido a ciertas desavenencias monetarias no se mostró muy generoso en la segunda de sus crónicas.
DOCTORADO
Destacando en cuantos ruedos pisa, en digna competencia con la flor de la novillería, por fin llega el momento soñado: el de su alternativa el 28 de agosto de 1907, segunda del abono en la tierra que le vio nacer. Almería en Feria concita la presencia masiva de forasteros llegados en trenes "botijo" desde Granada, Guadíx o Linares o, vía marítima, en el vapor de Melilla. Enorme expectación en la ciudad para disfrutar de la borla doctoral del joven aspirante a manos de Ricardo Torres "Bombita" y Rafael González "Machaquito", testigo del ceremonial. Apoteosis en las gradas frente el primero lidiado, Algarrobito, cárdeno y astifino ejemplar del marqués de Saltillo. Orejas y refrendo definitivo ante sus paisanos en un abarrotado coso de la Avda. de Vílches del que, hasta su retirada, sería ídolo indiscutible. La tarde del 24 de octubre de aquel mismo año, Madrid lo confirma como maestro. Fue en la monumental de Las Ventas del Espíritu Santo con idénticos espadas en el paseíllo y reses portuguesas de Gama.
Su buen hacer es reconocido por público y crítica. Desfila por el albero al lado de gente de la talla de los referidos Machaquito y Bombita, Vicente Pastor, Belmonte o Joselito el Gallo. Inspirados músicos le dedican pasodobles (mañana editaremos la portada del compuesto por el maestro José Padilla en 1913, por gentileza de Manuel Ayala, musicólogo y conocedor sólido y riguroso de la obra del inmortal almeriense). Las murgas y comparsas carnavaleras incorporan repetidamente a sus libretos estribillos de esta guisa: Diestro Relampaguito / haz por salir de tu parral / que ya sabes como mil veces / los ruedos te han visto triunfar… Paralelamente, se erige en su honor el Club Relampaguito, con sede en el Paseo y larga existencia, en dos etapas (Cartagena, ciudad en la que gozaba de enorme prestigio, se fundó otro en la primera década de la pasada centuria). Para finalizar el apartado de reconocimientos ciudadanos baste decir que tras las temporadas triunfales en América era recibido en loor de multitudes, cenas-homenaje y exaltados discursos.
Eficaz con el capote, muy seguro en banderillas y excelente muletero, fue con el estoque donde resaltó sobremanera de entre el nutrido escalafón de su época. Escribía el crítico Volapie al respecto, tras su sepelio en el Distrito 5º, "que fue primera figura entre los toreros de su tiempo; y en una época en que la máxima atención de los públicos se centraba en la suerte suprema". Tan seguro con los aceros que llegó a ser calificado "el Cid de las tizonas". (Continuamos mañana).
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