Los Reyes Magos cobran vida por las calles de Los Gallardos

Más de treinta vecinos interpretan los diferentes papeles de la Epifanía Cada año llegan visitantes desde todos los rincones Un mercadillo medieval ambienta toda jornada

Montados sobre sus caballos, y entre cientos de visitantes, sus Majestades de Oriente van en busca del nuevo rey de los judíos.
Montados sobre sus caballos, y entre cientos de visitantes, sus Majestades de Oriente van en busca del nuevo rey de los judíos.
Víctor Visiedo Los Gallardos

07 de enero 2016 - 01:00

Corrían las once de la mañana cuando cientos de vecinos de Los Gallardos y otros tantos visitantes, especialmente extranjeros residentes en las poblaciones cercanas, salían a las calles del municipio para vivir el Auto Sacramental de los Reyes Magos, una tradición antiquísima que fue recuperada a mediados de los años ochenta, y que a día de hoy es uno de los mayores reclamos culturales del levante.

Mientras en el cielo, despejado pero ventoso, restallaban los cohetes avisando del cercano inicio de la representación de la Epifanía, en los bajos del ayuntamiento se ultimaban los detalles. El rey Baltasar, que hasta hace unos instantes tenía rasgos casi nórdicos, con pelo rubio y ojos claros, se convertía por arte de magia (que para eso son magos) y gracias al maquillaje, en un monarca llegado de África. Herodes, aún sin su corona, ya estaba llamando a voces a su guardia. Entre el alboroto de los retoques de última hora se colaban las alegres canciones que ensayaba fuera la charanga del municipio. Mientras, un carro cargado de vinos, anís y embutidos, iba repartiendo pequeños vasos de "paloma" para los vecinos allí reunidos. Ya rozando el mediodía por la puerta del improvisado camerino empezaron a salir pastorcillos, centuriones romanos, esclavos, pajes y, como no, los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Tres preciosos caballos les esperaban para comenzar su viaje, guiados por una estrella (la joven María del Mar, en este caso, como viene haciendo desde que era una niña). Subidos a sus monturas, cada rey partió en una dirección diferente, perdiéndose por las calles de Los Gallardos.

Unas treinta personas se han caracterizado de diferentes personajes para la representación de este año. Niños, jóvenes y mayores se involucran por igual en esta tradición. Entre ellos, y como ejemplo de la perfecta adaptación de la comunidad británica en el municipio, ayer debutaba como soldado romano Brian, un ciudadano inglés que vive en Los Gallardos hace menos de un año. También estuvo presente el coro, que con sus voces y el sonido de las guitarras pusieron banda sonora al espectáculo.

Poco a poco, guiados por la estrella, los tres reyes confluyeron en un punto en común, la esquina de la calle Molino con la calle La Palma. Más concretamente, frente al Bar de Baltasar (nombre que le viene que ni pintado). Allí el coro interpretó "Ya vienen los Reyes" y acto seguido comenzó el diálogo entre los monarcas. "Vengo buscando un rey que en Judea ha nacido", se decían unos a otros durante su conversación. Tras el intercambio de palabras y unidos por una búsqueda en común, sus Majestades parten juntos siguiendo la estrella que les guía.

En la Plaza de Andalucía, expectantes aguardan a que llegue la acción decenas de curiosos. Allí, se encuentra el palacio de Herodes. El rey vasallo de Roma, fantásticamente interpretado, ignora la presencia en su reino de otros monarcas hasta que recibe una misiva de manos de sus centuriones en la que los tres Reyes Magos le avisan de sus intenciones de visitar al rey de los judios, que ha nacido en las cercanías. Herodes, montando el cólera, avisa a sacerdotes y hechiceros para saber dónde sucederá.

Así se entera de que este nuevo rey vendrá al mundo en Las Pastoras, una barriada de Los Gallardos, en uno de los gags cómicos incluidos en el texto. Es aquí, en el castillo de Herodes donde tiene lugar casi toda la acción de este Auto Sacramental.

Los Reyes Magos son llevados a la fuerza hasta Herodes. Éste, viendo peligrar su poder grita al cielo: "Beberé la sangre de ese rey de los judíos" y "nadie viviendo yo tendrá el cetro de Judea". Más tarde, al oír que finalmente el mesías había nacido en una cueva, de una mujer pobre y un carpintero y que había sido llevado al templo de Jerusalén, el llamado Herodes el Grande pronuncia la fatídica promesa de hacer matar a todos los infantes. Así, con tan cruel amenaza se da por finalizada la actuación, entre los aplausos de los cientos de espectadores que abarrotan la plaza.

Para finalizar, el párroco ofició una santa misa, allí mismo, desde el decorado del castillo. Presidiendo el altar, una figura de un niño Jesús. Alrededor, mientras los fieles escuchan las oraciones, los más pequeños del pueblo se divierten en las camas elásticas y castillos hinchables instalados. En las calles que circundan la plaza, decenas de tenderetes conforman el mercado medieval que continuaría durante toda la tarde.

Cerca, a escasos metros, una sartén gigante de migas está lista para que todos los vecinos disfruten de una comida espectacular. Otro año más el día grande de la Navidad para todos los gallarderos ha sido todo un éxito, de organización, de asistencia y de disfrute.

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