Rezando para que no llueva en La Chanca

Casi una veintena de familias del Camino Viejo dejaron atrás sus infraviviendas en mayo del año pasado. Después de muchos años bajo el techo de un hogar en mal estado, en algunos casos eran de ruina, dieron el salto, gracias a los programas de la Consejería de Fomento y Vivienda, a una casa digna a pocos metros, en el mismo barrio de La Chanca. Sin embargo, no todas las historias han tenido un final feliz. La de María del Mar Rodríguez no ha tenido ni siquiera desenlace. Es una de las pocas vecinas que no se han beneficiado del realojo porque los técnicos de la Junta de Andalucía entendieron que se podría salvar el inmueble con una profunda rehabilitación.

Han pasado los años desde aquella promesa, meses desde que fueron realojados todos sus antiguos vecinos, y María del Mar ha visto como las grietas van ganando terreno en las paredes de su casa. La humedad crece por momentos y teme que en lo que queda de invierno las lluvias puedan provocar desprendimientos en el cerro sobre el que se asienta su hogar. Los concejales del Grupo Municipal Socialista se han interesado por el problema de la vecina de La Chanca y le han explicado que la decisión final de la Consejería de Fomento está pendiente de un informe del Ayuntamiento de Almería sobre la solidez del cerro. Esta vecina, viuda y de 70 años de edad, tuvo que hipotecar la vivienda para poder pagar las obras de reforma y aún sigue sufriendo ese lastre económico porque apenas cobra 600 euros de pensión. La casa fue adquirida en el año 82 y desde entonces ha ido padeciendo un grave deterioro al que no han logrado poner remedio. Cada obra que se hacía, cada rehabilitación que han contratado han acabado siendo estériles. Las grietas han vuelto a salir y ahora, después del derribo de los inmuebles que han sido desalojados en Camino Viejo, sufre las consecuencias de vivir junto a solares que hacen peligrar aún más la estabilidad de su casa cuando llueve. María del Mar mira al cielo cuando aparecen las nubes y reza para que las precipitaciones pasen de largo. Sabe que una fuerte lluvia podrían hacer que la casa siguiera cediendo y que el cerro volviera a castigar a los pocos vecinos que siguen a ese lado del Camino Viejo con nuevos desprendimientos. "Aquí no viene nadie y todavía no me han explicado por qué se han derribado las demás casas y la mía sigue en pie. Si no hay dinero que me lo digan y no esperen unos años a salir de la crisis porque entonces ya me habré muerto", asegura María del Mar a este periódico. Vive sola y tiene miedo, mucho miedo, a sufrir uno de los efectos de la infravivienda. Mientras ve caerse los pedazos de la fachada piensa en que el techo algún día puede venirse abajo con ella dentro. Ante esta grave situación, no sabe si seguir invirtiendo el poco dinero que le queda y continuar con las obras de rehabilitación del inmueble o esperar a que las administraciones competentes, como ya hicieran con sus vecinos de calle, opten por realojarla en una casa digna. Y tendrá que esperar para tomar la decisión. No puede acogerse a ningún programa de realojo hasta que se concluya el informe municipal sobre la consistencia del cerro y, al parecer, la cuestión va para largo.

La Consejería de Fomento ha invertido más de 50 millones de euros a través de sus programas para eliminar la infravivienda y rehabilitar otros inmuebles en La Chanca, pero cuando le tocó al Camino Viejo pasó de largo por el número 52. Los demás vecinos han sido realojados con arrendamientos muy asequibles, de entre 10 y 42 euros, en una promoción de viviendas en el barranco de Creppi. Los ediles socialistas de la capital están trabajando en la búsqueda de una solución, pero hasta que llegue el informe no podrán mover ficha. Que sea ya.