El Río de la Plata

Crónicas desde la Ciudad

Desconozco el porqué tantos comerciantes murcianos se establecieron en Almería a caballo de los siglos XIX-XX, principalmente en el sector de la pañería y tejidos: José Molina (Las Mariposas), Pedro Ramírez (La Tijera de Oro), Tomás Pérez (Villa de Lyón), Emilio Ferrera (Casa Ferrera) o Fulgencio Pérez (El Río de la Plata)

Antonio Sevillano

Almería, 29 de agosto 2017 - 11:40

Fulgencio Pérez Ruiz llegó a finales del XIX procedente de Fortuna (Murcia) junto a sus hermanos Matías y Francisco. Antes había sido emigrante en Argentina y de ahí el nombre de El Río de la Plata en el magnífico edificio alzado según planos de Enrique López Rull. Nuestro hombre se casó en primeras nupcias (1900) con la huercalense Rosa Cascales, con la que tuvo dos hijos. Y en segundas, al enviudar, con la también paisana Ángeles Gómez Chacón, de la que nacieron siete más, de los que sólo dos (varones) no participaron regularmente en los negocios del padre: Fulgencio Pérez Cascales, el mayor, fue ingeniero jefe de la Jefatura de Industria y Fiel Contraste de pesas y medidas durante el trienio 1936/39, y el menor, Juan José Pérez Gómez, respetado abogado del Ilte. Colegio de Almería.

Se domicilió en c/. Las Tiendas/Santo Cristo (frente a Casa Puga), en el que luego sería almacenes El Blanco y Negro, formando tándem con su hermano Paco. En 1916 marcharon definitivamente a Puerta Purchena, tras adquirir la vivienda y bajos comerciales al virgitano Juan Espinosa Bonilla. En tan céntrico lugar tuvo como vecinos a la familia Monterreal, Francisco Durbán, el fotógrafo Guerry o al abogado Guillermo Abad. La sociedad filial ya estaba disuelta, quedando Fulgencio como propietario único y girando bajo el nombre de FULPESA.

El Río de la Plata, empresa matriz, prontamente se convirtió en un negocio sólido y de los de mayor futuro del ramo. No obstante, dotado de excelente visión empresarial, diversificó su capital en distintas actividades. Montó una fábrica de género de punto en una provincia carente de ellas, entre c/. Valero Rivera a Eguilior (junto al puente de la Estación). Y en un amplio descampado anejo habilitó la terraza de verano Boxing (posterior España), en la que se anunciaban al alimón combates de boxeo y espectáculos flamencos. La fábrica funcionó hasta los años sesenta; aunque antes –según publicidad de la época- mantuvo en producción otra “Fábrica de Género de Punto Inglés, de Fulgencio Pérez Ruíz”, en Alfareros nº 7. Simultáneamente, o con mínimas diferencia de años, abrió al público dos tiendas más de pañería: Tejidos Ibiza -junto a Correos y Telégrafos- y Fulpesa, en calle Las Tiendas, frente a la iglesia de Santiago, en el local ocupado por Bazar el León, de Ubaldo Abad, seriamente dañado por el bombardeo nazi durante la guerra civil. Bien alejada de esta línea de negocio fue la fábrica de lámparas METALAN, en calle Javier Sanz.

Y un sexto: el afamado centro de ocio Café cantante Lión d´Or. Sustituía al primitivo Café Universal (antes de abrirse al tránsito la calle de acceso al nuevo Mercado de Abastos). Fulgencio Pérez Ruíz lo alhajó a imagen de los más suntuosos de su género; convirtiéndose en el más concurrido de los existentes en la ciudad. Para ello adquirió una decena de espejos en París y tanta popularidad le dieron al local que este era conocido precisamente como el “Café de los Espejos”. Cerró en la década de los veinte tras una variopinta programación musical, en la que el arte andaluz estuvo dignamente representado. El Hotel Inglés –desplazado desde Plaza Flores- ocupó los altos del edifico y, bien avanzada la posguerra, la razón social José Marín Rosa las tres primeras plantas. Curiosamente, éste se inició como viajante primerizo de El Río de la Plata, con el muestrario a cuesta en caballo o tartana por las provincias de Almería y Granada. El 2-V-1946 falleció el patriarca, con los hijos Antonio y José Pérez Gómez ya incorporados en la dirección de la tienda. A comienzos de los setenta Fulpesa cesó toda actividad comercial.

stats