Un Santo de bata blanca
Crónicas desde la Ciudad
Santiago Vergara Cañadas, Practicante y hombre ejemplar, nació en 1863, con Isabel II, y falleció en 1926 bajo la dictadura de Primo de Rivera. La antigua calle del Escondrijo lleva su nombre desde aquella fecha
EN marzo de 1994, siendo alcalde Fernando Martínez, en el núm. 8 de la primitiva calle del Escondrijo, trasversal a las de Granada y Murcia -testigo en 1943 de un enfrentamiento con víctimas entre el "maquis" y la Guardia Civil- el Colegio de Enfermería (encabezado por su presidenta, María Carmen del Pozo) sufragó una placa conmemorativa, más generosa y menos cutre que las costeadas por el Ayuntamiento para sus hijos ilustres del Casco Histórico. En ella leemos:
"En esta casa vivió y murió D. Santiago Vergara. Su ejemplo de sacrificio y entrega honra a la profesión de Enfermería. En homenaje a su memoria. Colegio Oficial de Almería".
Resulta gratificante comprobar que -antes y después de aquel acto- fuesen Enfermeros jóvenes, mujeres y hombres, sevillanos y almerienses (en Alejandro Buendía, por su rigor, perseverancia y publicaciones concretamos el grupo), quienes rescataran de la memoria desvaída, perdida, a Santiago Vergara Cañadas, un santo laico, civil, de bata blanca. O si prefieren, un ángel de la guarda full time.
HOSPICIO
Aunque luego viviría en las calles Calabaza (después Goya; a espaldas del Ayuntamiento, barrio de Las Perchas), Granada y Escondrijo, nació en Subida del Pulpitillo, s/n. el 5 de julio de 1863. Hijo de Eusebio Vergara Iguña, jornalero, y de Carmen Cañadas (en otros documentos, sorprendentemente, figura Francisca e Incluso Lorenza Burgos), segundo después de José, 7 años mayor (Padrón de 1858, Cuartel 1º), bautizado en la parroquial de Santiago con el nombre de Santiago Camilo Miguel de los Santos. Pronto quedó huérfano (el tomo del Registro Civil que precisaría la fecha está desaparecido), por lo que su madre, de condición humildísima, hubo de ingresarlo en el Hospicio (Buendía lo recoge en la revista Enfermería Almeriense) según anotación en su Libro de Hombres (Archivo Diputación Provincial):
"Huérfano de padre. SVC, de 6 años (probablemente eran 9), natural de Almería, hijo de Eusebio y de Carmen. Entró socorrido por este Hospital en 24 de junio de 1872 por disposición de la Excma. Diputación. Por orden del Sr. Contador, se consigna (que) fue despedido (alta) en 15 de marzo de 1879"
Durante su estancia en el centro benéfico ayudó -siguiendo normas de régimen interno- en tareas sanitarias y asistenciales, naciendo con ellas su vocación de servicio al prójimo, a la que se dedicó toda su vida. Su condición de huérfano le libró del servicio de armas obligatorio aunque no de distintos trabajos (albañil, herrero, zapatero) que "compaginó con sus labores primeras de voluntario de la Cruz Roja"; al comienzo de camillero y luego en rangos superiores. La Cruz Roja, establecida en Almería en 1864, abrió Casa de Socorro a comienzos del siglo siguiente en la calle Murcia -aneja al Parque de Desinfección-, con salida a Santa Rita frente al sanatorio del Dr. Sobaco Monroy, luego Sanatorio Quirúrgico Municipal (Casa de Socorro) y hoy sede del Área de Turismo municipal. Sargento de su Ambulancia, Santiago se ocupó sin fatiga en tareas de desinfección, vacunaciones y auxilios diversos (alimentos, ropa, medicinas) a los más desprotegidos: "… Asistió con la brigada sanitaria a desinfectar Chamberí, calle Encuentro, cuevas de Duomovich, de Gordote…".
HOJA DE SERVICIOS
Como si de un adelanto de su futura misión se tratara, en su etapa de hospiciano salvó la vida a los niños Bartolomé del Águila y Juan Expósito que habían caído a un pozo negro. A través de su Hoja de Servicio en Cruz Roja, ahora sabemos más de su entrega al prójimo, sin esperar nada a cambio:
En octubre de 1879 trasladó a los enfermos de la sala de San Rafael del Hospital cuando se produjo un incendio en la buhardilla del propio pabellón.
En septiembre de 1891 fue propuesto para la Cruz de Beneficencia (ya poseía un Diploma de Gratitud) por los salvamentos de personas cuando las trágicas inundaciones del día 11 asolaron la ciudad.
En enero de 1895 rescató de las llamas, perdiendo hasta su propia ropa, al niño Joaquín Morales.
En mayo de 1896 "se le concedió por la Sociedad de Salvamento de Náufragos la Medalla de bronce corporativa por haber extraído de las aguas, a una profundidad de siete metros y medio, con grave riesgo de su vida, al vecino de Almería Joaquín Amador. En distintas fechas se sucedieron más rescate en la playa, el de varias niñas enterradas en las cuevas de San Roque, traslado de presos de la Cárcel contagiados de tifus, desinfecciones en numerosas cuevas del cinturón habitado más mísero de la capital, etc. Por todo ello recibió votos de gracia, felicitaciones y condecoraciones de la Cruz Roja y Ayuntamiento.
GRIPE EN 1918
El Municipio le nombró Alcalde de barrio, cargo de prestigio, en el bienio 1896/97. En enero de 1910 ingresó como practicante-celador desinfector con uno salario anual de 1.000 pesetas, sin incremento en los tres años siguientes. Cuando se declaró la terrible epidemia de gripe en 1918 ¡más de seis mil muertos en la provincia!, Santiago ya había obtenido el título de Practicante por la Facultad de Medicina de Granada, logrando plaza fija en la Beneficencia Municipal. Esto hizo que se implicase sin reserva desde el primer día, hasta el punto de que durante una huelga de sepultureros se dedicó a dar tierra a los epidemiados y a "desinfectar los depósitos de cadáveres después de hacer los enterramientos durante el día".
Donde mayor miseria hay, más gente muere; donde más pobreza existe, más casos de gripe se presentan. ¿Un virus letal?, ¿una cepa mutante resistente? La epidemia actual no es de gripe, sino de hambre, clamaba la prensa en octubre, mientras que de los pueblos llegaba el desesperante parte de bajas diario: "… Claro que el microbio de la gripe también está en el jamón y en la carne, pero más está en las sardinas averiadas, en los desperdicios de las cocinas de los barcos del que se alimentan muchos pobres; en el ayuno total, cruel, horrible a que se ven condenados muchos niños raquíticos… ".
En un pleno solemne de julio del año siguiente, el alcalde, Santiago Granados, le impuso al Practicante Municipal la Cruz de primera clase de la Orden Civil de Beneficencia. Merecida y justa. Sólo por el sacrificio y amor derrochado en tales circunstancias le debemos eterna gratitud.
TIFUS Y MUERTE
Se casó con Josefa Bustos de la que nació Antonio. Y en segundas nupcias con Francisca Iborra López con la que tuvo dos hijos, Juan y Diego, Practicantes como el padre.
El 9 de abril de 1926 el Registro Civil, distrito de San Sebastián, extiende el Certificado de Defunción de Santiago Vergara Cañadas ocurrido en su domicilio de la calle Escondrijo, nº 2, a las nueve de la mañana, víctima de "tifus exantemático"; enfermedad contraída "varios días antes en Adra donde había estado en cumplimiento de su cargo, regresando enfermo de aquella villa". El Ayuntamiento hizo constar en acta su pésame, cedió a perpetuidad el nicho nº 342, serie 22 de adultos del cementerio de San José y concedió a la viuda una mínima pensión. Más feo que Picio, sí (¿quién sería Picio?), pero tan bueno que parecía tonto, dicho sea con total respeto.
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