"Seguiré ayudando sin ser rector en la medida en que me crean útil"
Pedro molina. exrector de la universidad de almería
Pedro Molina cree que la transición hacia Carmelo Rodrígue ha sido ejemplar y lo considera un digno rector Ha pasado los 43 últimos años de su vida dedicado a la Universidad
TRAS ocho año como rector y más de cuarenta trabajando por y para la Universidad de Almería, Pedro Molina abandona en cargo con la sensación del trabajo cumplido, pero con la intención de seguir trabajando desde cercanía, pues insiste una y otra vez en que el mundo académico es toda de su vida y morirá con él en el pensamiento. Ahora es tiempo para la familia, pero también de reflexión.
-¿Qué ha significado para Pedro Molina la Universidad?
-Yo siempre he dicho una frase hasta le extenuación, la Universidad es de la sociedad y para la sociedad y en eso he creído y eso sintetiza mi relación con la Universidad. Eso significa que es una Universidad democrática, tolerante y abierta. Nadie tiene la verdad absoluta y no todos los entienden. La persona que tiene conciencia histórica sabe que es relativa y por eso se puede cambiar y mejorar. Y si no se tiene cierta madurez intelectual se olvida y uno se cree que es el salvador del mundo, eso no quiere decir que no se valoren los impulsos salvadores, hay que valorarlo, pero nadie tiene ni la sabiduría ni la falsedad absoluta. Se debe ser tolerante. Siempre es posible mejorar y te hace ver que nadie es indispensable. Yo no lo soy. Me he ido de la Universidad y ahora lo indispensable es que mejore la institución y seguiré ayudando sin ser rector en la medida que crean que pueda ser útil, hasta que me muera, porque la Universidad ha sido mi vida y seguiré colaborando. La Universidad no puede defraudar las expectativas de los ciudadanos porque son ellos los que la pagan con sus impuestos. Yo cuando he tenido que decir algo duro, lo he dicho, y mucha gente no lo ha entendido. Creo que a veces no somos conscientes de lo que la Universidad significa para la provincia, es lo más importancia que le ha sucedido en los últimos años a Almería, un hito. Eso no hay que olvidarlo nunca. Hemos dejado una Universidad que la sociedad valora y mucho.
-¿Le imponía ser el responsable del futuro de miles de hijos de almerienses?
-Siempre. Y pensar qué necesitan los demás y saber si estoy respondiendo a ello. Una anécdota que aparentemente es banal: Siempre he dicho que se aprende de los estudiantes, eso lo aprendí de un profesor que tenía. Me dio Historia de la Ciencia. Me decía que aprendía de los alumnos. Yo pensaba... cómo este hombre que es un sabio aprende de los alumnos... Y no lo entendía hasta que fui profesor. Aprendes porque los alumnos tienen una perspectiva a la hora de preguntar que te obliga a reflexionar de una forma distinta. Me acuerdo que él iba en coche una vez con el rector, y era por el año 64. Y dio la casualidad de que yo iba caminando por la carretera porque no tenía dinero para otra cosa, se paró y me dijo que me subiera. Después me contó que el rector le echó la bronca, que por qué paraba para subir a un alumno. Su respuesta fue que ese alumno no tenía para pagar el autobús. Después me dijo que mientras yo no tuviera trabajo tendría en su casa un trozo de pan y una esquina donde dormir. Eso fue una consigna permanente en mi vida. El dedicarse a los alumnos como si fueran tus hijos... eso me ha acompañado durante toda la vida en mi enseñanza.
-En ese momento quiso ser como su antiguo profesor.
-Sí, y siempre lo he tenido presente. Hay que mantener una actitud cómoda, amable y sensible para los estudiantes. El campus de la UAL es está pensando para ellos, para que se sientan a gusto. Es envidiable. Lo digo como orgullo, pero no personal, yo simplemente he coordinado las iniciativas de mucha gente y he permitido que entre todos podamos hacer eso. Se ha hecho entre todos: Universidad y sociedad. Se dan cuenta los profesores que vienen de fuera, se quedan sorprendidos con el campus. Es muy acogedor y bonito. Tiene todos los servicios allí, las mejores instalaciones deportivas de Andalucía, ya casi el 30% de los alumnos practican el deporte. Hay una biblioteca espléndida, dos salas permanentes para que los alumnos puedan estar allí sábados y domingos, hemos pensado en el comedor, donde siempre hubo problemas, o había calidad o cantidad, pero no las dos cosas juntas y pasaron muchas empresas. Entonces, les dije a las mujeres que trabajan que hicieran una cooperativa, mejora la calidad y la Universidad no les iba a cobrar nada y así se reduciría el precio de la comida. Ahora el comedor es maravilloso. Si yo siendo estudiante, con el hambre que pasaba en los comedores, hubiera podido repetir el primer plato con 18 años... Hay profesores que utilizan su tupper y llevan la comida a casa.
-A veces da la impresión de que no sabemos contextualizar, ¿cree que se pide la perfección en los demás y no en uno mismo?
-Sí, y no se valoran los detalles cotidianos. Yo he sido muy sensible a los problemas de los estudiantes siempre, porque pertenezco a una cultura ética y provengo de una educación profundamente cristiana, fui cristiano y practicante durante mucho tiempo, y forma parte de mi educación. Y he seguido con aquellos valores, porque son culturales. Después fui marxista, fui comunista, de hecho el primer candidato comunista a las elecciones al Congreso de los Diputados en Almería y después al Senado y no reniego nunca de mi pasado. Pero todo eso siempre ha partido de un respeto máximo a los demás, porque sé que me puedo equivocar y he dejado que la gente hable. Creo en la libertad porque yo sí luché por ella durante muchos años. Y hay gente que ha olvidado esa parte de historia, quizás porque no han pasado los momentos difíciles nuestros y no tienen esa perspectiva histórica para valorar ese proceso y parece que no ha existido nada anteriormente. Todos esos valores he intentado cultivarlos en la Universidad. Otra anécdota. Cuando me presenté en el segundo mandato, momento en el que la crisis arreció más, veía que alumnos se quedaban en los bancos con un tupper comiéndose la comida en vez de estar en una cafetería bebiéndose una cerveza para acompañar. A las dos o tres veces que los vi allí me acerqué y les pregunté. Su respuesta fue clara, me dijeron que no tenían dinero para comer todos los días en una cafetería y como la comida de su madre no hay ninguna. Entonces, hice una sala para ellos, al lado de la cafetería, puse microondas y mesas. Es un simple detalle, quizás no elocuente pero simbólico. Y con los profesores igual, el PAS es el único de Andalucía que está funcionalidad. Es buena una estabilidad.
-Entiendo que está satisfecho con su gestión.
-Yo no lo apunto como mérito mío. Sí que es posible que haya catalizado un proyecto común, que es el programa que yo presenté, que lo aprobó la comunidad universitaria, y del que se cumplió más del 95%, al igual que del primer programa. Acuerdo por acuerdo. Me faltó una cosa que me producía una gran frustración, la residencia universitaria. Era una necesidad estructural, todos los padres se lo preguntaban. Pero no conseguimos que nos ofrecieran un terreno adecuado en el primer mandato. En el segundo sí sucedió, pero cuando entró la crisis no se podía. Teníamos el solar y acabaron los cuatro años de cesión administrativa y no se pudo. Pero al final, buscando plazos y procedimientos se ha conseguido.
-Y al final puso la primera piedra.
-Sí, y ya va por la primera planta y se encuentra en un sitio magnífico. Es lo último que me faltaba.
-Así que no le queda ninguna espinita...
-En la conciencia siempre te queda el pensamiento de que todo es mejorable y cuando pase más tiempo me daré más cuenta aún. Hago revisión crítica de mis actos, incluso de años atrás. He hecho reformas que gente no ha entendido pero que creía necesarias para la Universidad. Hasta ahora es, también, la más saneada de Andalucía y eso cuesta mucho esfuerzo.
-A pesar de la deuda de la Junta.
-Pero la deuda no nos ha impedido sobrevivir en momentos muy difíciles en una Universidad que está mucho más saneada que cuando entré como rector. El último mandato ha sido muy duro y la Universidad no lo ha notado apenas. Internamente, se ha hecho un esfuerzo para que no hubiera problemas de sostenibilidad. El tamaño del campus se ha multiplicado por 2,5 en los últimos ocho años. Se han ejecutado 53 millones de euros en ocho años, con todo lo que ello conlleva. Lo hemos conseguido con mucha ilusión, pasión y la colaboración de la ciudad universitaria. un con las dificultades económicas, nuestros investigadores no han tenido dificultades para llevar a cabo sus proyectos a pesar de que no recibían el dinero a tiempo del Ministerio y la Junta de Andalucía. Les hemos adelantado el dinero más de un millón y medio de euros para iniciar sus proyectos.
-El sector privado no puede tener queja de la UAL y viceversa.
-No solamente eso. Hemos tenido una gran colaboración con todo el tejido empresarial en todos los niveles, con Asempal, Cámara de Comercio y el resto, pero, sobretodo, con el agroalimentario. Un hecho fundamental fue la tragedia del E.coli, donde recibimos calumnias de sectores de fuera. Entonces creí que la Universidad debía tomar la iniciativa y apoyar al campo y se trajo a toda la comunidad científica, todos los rectores del arco Mediterráneo y se creó un manifiesto de apoyo que se tradujo a cuatro idiomas. El auditorio estaba abarrotado. Cuando leí el documento de apoyo recibí el apoyo más sentido y largo que se ha dado en la Universidad, pero en representación del esfuerzo de al Universidad. Aquel acto supuso un cambio importantes en las relaciones con la agricultura y la sociedad. El objetivo ha sido cómo podíamos ser útiles al campo. Y también mea cuerdo que el primer acto que hice como rector fue visitar al sector del mármol. Pero no solo hemos mantenido contacto con el sector privado, en los dos primeros años visité a todos los institutos de la provincia, les ofrecimos nuestra colaboración. Y eso ha ido generación un conocimiento mutuo que desarrolla confianza e intercambio.
-Después de tantos años trabajando para la Universidad, ¿se siente vacío fuera de ella?
-En mi discurso de despedida hay un par de frases que lo resumen. Pensé en cuando comencé en el Colegio Universitario, en 1972 en las caballerizas del cortijo del gobernador, y nunca me hubiera imaginado que la Universidad tendría el respaldo social tan importante por parte de los ciudadanos. Fue de un orgullo extraordinario, el haber hecho algo que ha sido válido para la sociedad. No se me pasaba por la cabeza. Me sentí orgulloso de entregar a Carmelo una Universidad que es el orgullo de los ciudadanos. Sin embargo, sí lamento el flaco favor que ha hecho el ministro Wert a las universidades. Hay que recuperarse rápidamente, un país que no apueste por el conocimiento no tiene futuro.
-La dedicación de Pedro Molina a la Universidad de Almería no se reduce a ocho años.
-Yo estaba en Granada cuando acabé la carrera, empecé de profesor en 1968, fui a Valencia y me vine a Almería en el 72, cuando nadie apostaba por el Colegio Universitario. Me dijeron que no lo hiciera ni loco, pero sabía que debía apostar por Almería. En el 1978 comenzamos en La Cañada con el edificio central, solo se estudiaban los tres primeros cursos de las carreras y había muy pocos. A principios de los 80, cuando se convirtió en campus (pues antes era Patronato de la Diputación y después Colegio Adscrito a la Universidad de Granada) me convertí en Decano de la Facultad de Humanidades. Era el primer decano democráticamente elegido de aquella época. También director del departamento de Ciencias Humanas y Sociales. En el 1991, Lorenzo Morillas, rector de la Universidad de Granada, me nombró vicerrector del campus de la Universidad de Almería y entonces fue cuando se hizo la transición de la Universidad de Granada a la de Almería. En aquella época, para poder hacer la transferencia, estuvimos un año trabajando hasta las cuatro y las cinco de la mañana con el personal de administración y servicios sin cobrar nada a cambio. Con Alfredo Martínez Almécija, en el 1997, comencé a ser vicerrector de profesorado, durante ocho años, y después le sustituí. No he trabajado más de rector que de vicerrector, lo que pasa es que tienes más responsabilidad. Y todo esto ha sido a costa de mi familia, con muchas renuncias personales.
-¿En que nota haber dejado de ser rector?
-Se lo digo a la gente. Cuando me ducho, me doy cuenta de que me estoy duchando. Durante ocho años no he sabido que me estaba duchando. Lo hacía todo mecánicamente y pensaba lo que venía durante el día. Pero ahora me doy cuenta de que me cae el agua.
-De rector saliente a rector entrante, ¿le ha dado algún consejo a Carmelo Rodríguez?
-Carmelo conoce bien la Universidad. Estuvimos nueve años de vicerrectores con Almécija durante ocho años. La transición ha sido ejemplar, algo larga, pero eso nos ha permitido pasar información exhaustiva de todos los vicerrectorados. No hay nada oculto ni debajo de la alfombra, todo ha sido público. Debían arrancar en las mejores condiciones posibles. Todo mi equipo ha colaborado. Ha recogido una Universidad en buenas condiciones. Estoy convencido de que con Carmelo se va a mantener y va a optar por la mejora permanente. Es un digno rector y creo que lo va a hacer bien. Me he puesto a su disposición y me ofrezco a todo lo que necesite y le sea útil.
-¿Y en qué anda ahora?
-Mi cabeza ha estado siempre en la universidad, he tenido la suerte de tener una gran mujer e hijos que me lo aguanten. Lo que peor he llevado es que a mis nietos no los he podido ver en estos ocho años. He acabado cansado mental y físicamente. Ahora voy a disfrutar de la familia, quiero compensarles. Haré ejercicio, que me viene bien, me oxigenaré. Retomaré lecturas y empezar a reflexionar de la situación compleja del país.
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