El lado oscuro de Almería

Tragedia y dolor en la iglesia

  • En mayo del 76 seis personas resultaron muertas y trece heridas de diferentes pronósticos como dramático balance del derrumbamiento del techo de un templo evangelista

Tragedia y dolor en la iglesia

Tragedia y dolor en la iglesia

A principios de los años setenta, la Iglesia Evangelista ya contaba con un extenso número de fieles en la provincia de Almería. Su implantación, aunque lenta avanzaba con paso firme extendiéndose y por eso, ante la necesidad de celebrar sus cultos en locales más amplios para acoger a sus fieles, el responsable en aquellos años de los evangelistas en España dio el visto bueno en 1970 a que la vivienda numero 73 de la calle Restoy se convirtiera en un nuevo salón de culto.

La tragedia y el dolor se cebaron sobre Almería el domingo 16 de mayo de 1976. Seis personas resultaron muertas y un total de trece heridas de diferentes pronósticos fue el dramático balance del hundimiento del techo del local destinado como capilla evangélica resentido como consecuencia de las últimas lluvias caídas sobre Almería.

La tarde de ese domingo anunciaba claramente que el verano iba a ser caluroso. Esas ultimas lluvias habían "movido" los cielos, aseguraban muchos de los fieles, que poco antes de las seis de la tarde iban llegando ordenadamente concentrándose ante las puertas de la capilla.

El espeluznante suceso se produjo alrededor de las seis y cuarto de la tarde, mientras se celebraba el culto religioso. La sala estaba abarrotada. El estruendo fue enorme. La techumbre de la vivienda de dos plantas se vino abajo en un minuto sepultando a numerosos feligreses que quedaron atrapados entre un alud de piedras, hierros, loscos y cascotes.

Una nube de polvo impedía a los asistentes, ver la magnitud del suceso mientras se sucedían los gritos de dolor y desesperación retumbando en la calle. Las vigas atraparon a varias personas impidiendo sus movimientos, muriendo algunos de ellos asfixiados.

Los momentos que se vivieron entonces, fueron inenarrables. Los vecinos de las calles cercanas se volcaron para socorrer a los heridos mientras esperaban la llegada de los equipos sanitarios y bomberos.

Los efectivos del parque contra incendios fueron alertados desde un bar próximo a la calle Conde Villamonte. Unos veinte minutos más tarde, el entonces jefe del parque de bomberos de Almería, Juan Estrella se ponía al frente de los equipos de salvamento y rescate. En varias ambulancias los heridos con lesiones de mayor intensidad fueron trasladados hasta la residencia sanitaria Virgen del Mar y al Hospital Provincial.

Informado de la catástrofe el gobernador civil de la provincia Roberto García Calvo, poco después se presentaba en el lugar de la tragedia junto al alcalde en aquellas fechas Rafael Monterreal Alemán en medio de un gran caos y confusión ya que durante los desescombros seguían apareciendo cadáveres. Durante las labores de rescate que se prolongaron durante varias horas resultó herido uno de los bomberos que intervenían en las labores de desescombro.

Según determinaron los técnicos del ayuntamiento de la capital, que inspeccionaron la vivienda tras la catástrofe, la causa del derrumbe pudo tener como elemento determinante, la influencia de las fuertes lluvias caídas unos meses antes sobre la capital provocando el resquebrajamiento de las vigas. El agua caída afectó a la estructura de la vivienda que había sido remozada, aunque los puntos básicos no se retocaron.

Como consecuencia del derrumbamiento fallecieron aplastados en el acto Milagros Montes de 72 años de edad, Blanca Salmerón López de 44 años, Leonor Colás Navarrete de 72 años, Maravillas Rubio Avalos de 73 años, Rosalía Gámez Fuentes de 62 y Guillermo Gutiérrez de Soto de 25 años de edad..

A las seis de la tarde del día siguiente se celebró el sepelio por los fallecidos. Los seis féretros conteniendo los restos de las victimas mortales se concentraron en la avenida de Santa Isabel frente a la iglesia de San José Obrero, donde se inició el cortejo fúnebre hasta el cementerio de San José para recibir sepultura. Varios centenares de personas dieron el último adiós a los evangelistas, muchos de ellos procedentes de otras provincias cercanas, Madrid y Barcelona.

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