Almería

Y en Velefique, Triana

  • Hace muchos años cuando se andaba de vinos por el centro de Almería nunca faltaba quien acababa proponiendo "cruzar a Triana" es decir: pasar del centro de la ciudad a la margen izquierda de la Rambla, a la zona de enfrente, camino de la Estación, Altamira… un barrio en el que los bloques de pisos, ganada ya la partida a los bancales, iban haciendo proliferar los bares; y aquello que evidentemente era una broma que ascendía a río Guadalquivir la rambla de Belén tenía, sin embargo, mucho de serio.

Y en Velefique, Triana

Y en Velefique, Triana / D.A.

Consultando el catastro del Marqués de la Ensenada de 1752 me encontré ante uno de sus ingenuos dibujos que -sin querer, pues no se hicieron para eso- aportaron algo de ilustración a la aridez tributaria de su contenido; era un plano del lugar de Velefique, perteneciente con Gérgal y Febeire al señorío marquesal de Bacares; y en el que se representaba el pueblo y al otro lado del arroyo de Febeire escrita la palabra "TRYANA", y entonces recordé en vivo aquella población de la sierra de los Filabres, bonita y acogedora como la casa a la que fui invitado por María Lara y Manolo Beltrán, desde cuya puerta se podía ver el barrio trianero al que se accedía por el puente del camino del Castillo, cuya ruinas apenas se dejaban ver, mimetizadas ya con la pizarra del monte.

Podría decirse que al nacer ya traemos instalada la definición de Triana en modo de diccionario: "célebre barrio sevillano…" y aunque es verdad que decir Triana es traer Sevilla a la mente, tampoco es mentira decir que ella no está sola, que hay muchas trianas salteando nuestra geografía y todas tienen en común un río, un barranco… un cauce que las separa del núcleo primitivo de población y las encara para que se miren, para que se arranquen a bailar, pues todas son ojitos derechos, hijas emancipadas, que se han ido a vivir enfrente para no perder de vista a su madre.

Con el nacimiento el bautizo y con este el nombre, no tardamos en buscar orígenes y etimologías poniendo la lengua más que al servicio de la historia y la verdad, al de la vanagloria y, a lo grande, a la Triana de Sevilla la hicimos Traiana, Trajana, nada menos que por el célebre Trajano quien partió niño aplicado de la mano de su padre de la Bética a Roma para ser emperador y no consta, él se lo perdió, que hubiera pasado una temporada entre los velefiqueños. En cualquier caso se hace difícil creer que aquel hombre que conquistó la Dacia para que fuera, y lo sigue siendo, Romania por Roma, se tirara el pegote de autodedicarse el más célebre de los barrios sevillanos; discreto para emperador, se conformó con una gran columna en Roma, bellísima y esculpida, que es todo un canto de sus ejércitos a su grandeza trajana.

Ni al césar ni a dios lo que no es suyo, hay quien atribuye la procedencia del nombre a "tris ana", matris ana, o sea: madre Ana, que ya es rizar el rizo para que el famoso barrio sevillano le deba a su santa Ana -además de intercesión divina, gracia, arte y velás- el nombre… pero esta atribución que podría tener un cierto sentido en Sevilla no tiene ninguno en Velefique a cuyo barrio de enfrente, de seguir el mismo criterio, le habrían tenido que llamar "tris roque", patris roque, por ser San Roque, el del perrito del rabo cortado, su santo patrón…

Por mucho que choque con nuestros delirios de grandeza, a las cosas grandes no hay que magnificarlas; lo son y lo saben ellas y lo sabemos todos sin necesidad de probanzas épicas o religiosas, dioses ni reyes. La realidad de la que siempre andamos huyendo sin éxito, se encarga de hacer todo más sencillo y cosas como la geografía, son las que mandan en la toponimia de los asentamientos: que están en el río, en el mar, en el monte, arriba o abajo… O enfrente, en la Atrayana que es lo que llamaban los árabes, que sabían latín y el significado de trans, al arrabal situado al otro lado del río.

Como para ser triana tan solo se necesitaba voluntad y tener un cauce, no es de extrañar que proliferaran en la península y hasta navegaran a Canarias y aún a nuestras Indias Occidentales a las que, por cierto, bien pudieron llamar en vez de América, Triana por estar enfrente de España, a la otra orilla del mar, que al fin y al cabo no deja el Atlántico de ser un cauce aunque, eso sí, inmenso, infinitamente mayor que el río Guadalquivir y el arroyo de Velefique…

Y que los motivadores de las trianas de Jaén, Málaga, Murcia...Totana tiene dos grandes barrios: el del norte, curiosamente llamado Sevilla y bajo él, rambla de la Santa por medio, Triana; lo mismo que ocurre en Las Palmas en la que a continuación del casco primitivo existe la calle mayor, antaño barranco separador de un barrio que fue bautizado Triana, según cuentan los historiadores canarios, por unos sevillanos llegados a poblar con la conquista, como si fuera cosa de nostalgia de emigrado, lo que si en este caso puede tener cierta lógica, repobladores llegaron, es algo que no funciona con Velefique a donde nadie llegó a repoblar desde Sevilla.

Como tampoco nadie fue de tierras almerienses a fundar allí triana alguna; Triana nació con Sevilla y de los primeros sevillanos que cansados pronto de que las barcas fueran siempre de ida y vuelta decidieron un día que se pudieran quedar a dormir amarradas en la atrayana, al otro lado del río, a la vera del naciente caserío.. Y eso lo sabía todo el mundo pero con el tiempo, madre e hija, borrachitas de fama, buena y bien ganada, se olvidaron hasta del origen del nombre de la niña y tuvo que ir Velefique a poner respetuosamente la mano en el hombro a Sevilla y decirle por lo bajito que ella también tiene una Triana que voló de casa para posarse enfrente, al otro lado del barranco de Febeire… y entonces recordó el porqué del nombre y el día en que, en barca y sin pagar dinero, cruzó el Guadalquivir su hija bonita, la que había parido una mañana de abril de hacía dos mil años… y hasta le pareció oír a lo lejos contar a El Pali en latín por sevillanas:

"Sevilla tuvo una niña

y le pusieron Triana".

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