laboral

En busca del brazo perdido por accidente laboral en Benahadux

  • Un hombre acude al centro de salud por la disección de esta extremidad 

  • Es su compañero de trabajo quien debe abandonar el centro de Salud de esta localidad de Almería donde estaba siendo atendido para ir a buscarlo e intentar un posible injerto

Centro de salud de Benahadux.

Centro de salud de Benahadux.

Casi como si de la trama del guión de una película se tratase, en la mañana del jueves, en torno a las 10:00 am el Centro de Salud de Benahadux, era una olla de nervios en ebullición. En el acceso de entrada había una ambulancia con las puertas traseras abiertas de par en par.

Al entrar a la recepción del centro, solo un señor de mediana edad se encontraba, aparentemente tranquilo, sentado a la espera de ser atendido por su médico de cabecera. Una tranquilidad, la suya, que nada tenía que ver con las idas y venidas a paso veloz de los sanitarios y personal de limpieza del centro. Entre tanta carrera, un señor ataviado con uniforme de trabajo, pantalón azul y camiseta amarilla fluorescente, con gafas de sol y sin mascarilla, solo atendía el teléfono. “Un cable se le ha liado en el brazo, la máquina no ha parado y se lo ha cortado”, explicaba aún con el asombro y el dolor aparente de haber sido testigo del accidente sufrido por su compañero de trabajo. “Qué podía haber hecho yo”, continuaba exclamando.

Apenas a unos metros, en una sala que en todo momento estuvo con la puerta abierta a ojos vista el interior de esta por quienes en el Centro de Salud se encontraban, sanitarios atendían a un hombre del que se veían sus botas de trabajo, y un pantalón. Un pecho descubierto y a juzgar por su torso debía superar los 50 años de edad.

“¿Y para ir a por el brazo?”, se le escuchaba preguntar. “Tiene que hacerlo usted, nosotros no podemos”, respondía uno de los sanitarios. Incredulidad. Casi se podían leer en su rostro los mil pensamientos y miedos que debieron cruzar su mente. “Cómo voy yo a recoger el brazo”, continuaba exclamando. Mientras, dos sanitarias entran en una sala y una de ellas, mientras guante azul en mano la levanta, dice sin titubear “si eso ni servirá ya”. Un comentario que expresa el momento de confusión al que los sanitarios deben de enfrentarse en situaciones tan poco comunes como la que aquí se está narrando. El compañero, perplejo, solo se atrevía a preguntar: “¿Una nevera o algo para ponerlo tienen?”.

Un trapo grande verde es metido en una bolsa negra de basura. Nada de esas bolsas del SAS que ofrecen en los centros hospitalarios. La colocan sobre una silla. El acompañante aturdido del hombre accidentado indica: “No sirve. Es uno de los trapos que tenemos para limpiarnos en el trabajo. Lo he cogido para envolverle la herida”, afirmaba.

Apenas unos segundos después, el señor, aturdido, se sienta. Mientras sus labios se ‘caían’ y su barbilla se ‘elevaba’, seña ineludible de que estaba a punto de romper a llorar, una sanitaria se acerca, “¿está usted mareado? ¿Se encuentra bien? “Sí”, afirmaba. Su teléfono suena nuevamente. Era el hermano del accidentado. “Intentaba explicarle lo ocurrido y finalmente, agotado, traslada el teléfono móvil a una médica, quien se traslada a su despacho para hablar.

Mientras, una caja de cartón, cuatro o cinco placas de hielo de congelador de color verdoso son colocadas en una silla frente a él. Un sanitario le entrega varios paquetes de gasas. “Debe darse prisa. Envuelva en gasa el brazo y métalo en la caja. No tenemos una nevera”, le insisten.

Y así lo hizo. Salió del centro de Salud con todo lo necesario para acercarse hasta el lugar de los hechos y recoger el brazo de su compañero con la esperanza de que aún tuviera una posibilidad de que se lo pudieran injertar.

Mientras su coche salía del aparcamiento del Centro de Salud, el hombre accidentado era trasladado en camilla hasta la ambulancia desde donde le trasladarían al Centro Hospitalario de Torrecárdenas, lugar en el que le esperaban para ser intervenido de urgencia.

La causa del accidente se desconoce, pero no que, lamentablemente el brazo amputado, finalmente no pudo ser injertado. El hombre, ya se encuentra estable ingresado en planta.

Lo que sí es seguro es que la lógica se pierde en situaciones como esta. ¿Quién va a borrar de la mente de este hombre el momento en el que mete en una caja el brazo de su compañero? Todas las incógnitas están abiertas y solo dos hechos constatados: un hombre ha perdido un brazo mientras trabajaba y otro, su compañero, soñará durante mucho tiempo con este accidente.

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