Almería lidera el sobrepeso en España y reniega de la Alianza de Ciudades contra la Obesidad

Ciudades como Barcelona, Zaragoza, Murcia o Granada ya se han adherido lanzando programas de hábitos saludables

Almería y su batalla contra el sobrepeso

Imagen de archcivo de un profesional sanitario tratando a un paciente con sobrepeso.
Imagen de archivo de un profesional sanitario tratando a un paciente con sobrepeso. / DDA

Las ciudades y sociedades que no aborden la creciente epidemia de sobrepeso y obesidad están condenadas a un futuro con elevados costos sanitarios, un aumento de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, y una menor calidad de vida para sus habitantes. En este contexto, Almería se destaca negativamente como la provincia con la mayor tasa de sobrepeso en España, con un alarmante 44,1% de su población afectada, y aún no ha tomado la decisión de unirse a la Alianza de Ciudades contra la Obesidad, una iniciativa crucial para combatir estos problemas de salud de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Mientras otras ciudades españolas, como Barcelona, Zaragoza, Murcia, Granada y Sevilla, entre otras, ya se han adherido a esta alianza y están implementando estrategias locales para fomentar hábitos saludables, Almería parece estar quedándose atrás, poniendo en riesgo la salud de sus habitantes.

El sobrepeso, que afecta a más de la mitad de la población masculina de Almería, con un 48,5% de los hombres afectados, y al 39,7% de las mujeres, está asociado a un mayor riesgo de enfermedades graves como la diabetes y las enfermedades cardíacas. La Alianza de Ciudades contra la Obesidad tiene como objetivo ayudar a los municipios a reducir la prevalencia de estas enfermedades mediante el fomento de un estilo de vida más saludable, en especial en cuanto a alimentación y actividad física. No obstante, a pesar de las cifras alarmantes, la ciudad de Almería aún no ha aprovechado esta oportunidad. La obesidad, que en Almería afecta al 19,9% de la población, también es un problema destacado, especialmente entre los hombres (21,2%), aunque las mujeres (18,5%) no quedan exentas. Esta condición incrementa significativamente el riesgo de enfermedades crónicas, y en muchos casos, la obesidad severa, que afecta al 6% de la población, requiere una intervención médica más intensiva, desde tratamientos hasta cirugía, lo que aumenta la carga sobre el sistema de salud.

El hecho de que otras ciudades españolas ya estén adheridas a la Alianza, como Barcelona, Zaragoza, Murcia, Granada y Sevilla, resalta la necesidad de que Almería tome decisiones más proactivas en este sentido. Estas ciudades están implementando programas que incluyen la promoción de hábitos alimentarios saludables, el acceso a espacios para hacer ejercicio, y la educación nutricional, iniciativas que son fundamentales para combatir la obesidad y el sobrepeso. Adherirse a esta alianza no solo implica adoptar políticas saludables, sino también un compromiso con el bienestar de sus habitantes, con beneficios a largo plazo tanto para la salud pública como para la economía local, al reducir los costos derivados del tratamiento de enfermedades crónicas.

El nivel socioeconómico bajo y la falta de acceso a alimentos saludables son factores que también influyen en la alta prevalencia de sobrepeso en Almería. Las dificultades económicas, junto con la escasa educación nutricional, dificultan que muchas familias puedan adoptar una dieta equilibrada. El acceso a alimentos frescos y saludables sigue siendo limitado en algunos barrios de la ciudad, lo que hace aún más difícil que los ciudadanos adopten hábitos de vida saludables sin la intervención de políticas públicas.

Es paradójico que en Almería, una provincia reconocida por su dieta mediterránea, considerada una de las más saludables del mundo, haya una creciente prevalencia de sobrepeso entre su población. La dieta, rica en frutas, verduras, aceite de oliva y pescado, se presenta como un modelo de alimentación equilibrada, ideal para prevenir enfermedades metabólicas. Sin embargo, la realidad es que el sedentarismo, el aumento del consumo de alimentos procesados, y el estilo de vida moderno están contrarrestando los beneficios de este patrón alimentario tradicional. Este fenómeno refleja una desconexión entre la riqueza de los alimentos disponibles y los hábitos de consumo de la población, lo que genera una contradicción evidente entre la teoría de la dieta mediterránea y la realidad del sobrepeso.

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