Amenaza verde en Almería: la invasión de plantas exóticas que aceleran la desertificación

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Invasión de Austrocylindropuntia subulata y la caña común en Cabo de Gata.
Invasión de Austrocylindropuntia subulata y la caña común en Cabo de Gata. / ANA NOVOA (EEZA / CSIC)

La Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA), una de las instituciones de investigación más prestigiosas de España y con sede en la provincia, lo advierte con rotundidad: Almería se enfrenta a una de sus mayores amenazas ecológicas. Más allá de los efectos del cambio climático o la sobreexplotación de recursos, una invasión silenciosa de plantas exóticas está cambiando la piel de su paisaje único y frágil. Este fenómeno, impulsado por la globalización y la mano del hombre, se está acelerando y ya tiene un impacto tangible en el ecosistema, la economía y el bienestar de los almerienses.

Los científicos de la EEZA, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llevan años estudiando cómo estos organismos foráneos, trasladados de forma intencionada o accidental, logran establecerse y prosperar en un nuevo ambiente. Una pequeña fracción de ellos, apenas un 6% según los expertos (Roy et al., 2023), logra convertirse en especies invasoras, capaces de proliferar sin control y causar graves daños. Las consecuencias son devastadoras, y en Almería, un territorio especialmente vulnerable, el problema se ha vuelto aún más crítico.

Los impactos de las plantas invasoras son múltiples. Desde la pérdida de biodiversidad nativa hasta la alteración de ciclos vitales, como la disponibilidad de agua o el régimen de incendios. Y el coste es elevadísimo. Según un reciente informe científico (Novoa et al., 2024), el control y la erradicación de estas especies han ascendido, en España, a más de 140 millones de euros desde 1997. Son cifras que reflejan la magnitud de un problema que, en la provincia, tiene sus propios ejemplos dramáticos.

Cabo de Gata, el epicentro de la invasión

Uno de los ejemplos más visibles de esta invasión se encuentra en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. Un territorio emblemático, que atrae a miles de turistas cada año por su belleza árida y su naturaleza única, se está viendo alterado por la acción de especies como la caña común (Arundo donax). Este gigante vegetal, nativo de las zonas riparias del este de Asia, ha colonizado los cauces secos de la zona, formando auténticos muros de biomasa que compiten con las especies nativas.

Invasión de la caña común (Arundo donax) en Cabo de Gata, Almería.
Invasión de la caña común (Arundo donax) en Cabo de Gata, Almería. / ANA NOVOA (EEZA / CSIC)

La caña común es una planta particularmente voraz. Los estudios científicos indican que puede llegar a consumir hasta 2.000 litros de agua por metro cuadrado (Jiménez-Ruiz et al., 2021). En un ecosistema donde el agua es el recurso más escaso, esta competencia feroz tiene consecuencias catastróficas. La invasión de la caña común reduce la disponibilidad hídrica para otras plantas y fauna, alterando los regímenes hidrológicos locales y dificultando la evacuación de agua de los cauces.

Este problema no es único de Almería. De hecho, ha saltado a la primera línea mediática en la Comunidad Valenciana tras los episodios de DANA de 2024, donde los expertos señalaron a la caña común como uno de los factores que agravó las inundaciones. El coste de la erradicación de esta especie es desorbitado, llegando a cifrarse en un millón de euros por cada kilómetro limpiado, según la investigación (El Español, 2024).

Otra de las especies invasoras que más preocupa a los científicos en el Parque Natural de Cabo de Gata es la Austrocylindropuntia subulata. Este tipo de cactus, un ejemplo de las plantas que tienen una mayor propensión a invadir zonas áridas, está proliferando por el parque, como muestran las fotografías de los investigadores del EEZA. Sus adaptaciones fisiológicas, que les permiten sobrevivir a la falta de agua, las altas temperaturas y los suelos pobres, les otorgan una ventaja competitiva.

Invasión de Austrocylindropuntia subulata en Cabo de Gata, Almería.
Invasión de Austrocylindropuntia subulata en Cabo de Gata, Almería. / ANA NOVOA (EEZA / CSIC)

El problema de las invasiones de plantas no se limita a la competencia por el agua. La proliferación de estas especies también tiene un impacto directo en el régimen de incendios. Varias plantas invasoras en España, como la caña común y el Ampelodesmos mauritanica, actúan como combustible extra, lo que facilita la rápida propagación de incendios intensos. Estos cambios en la dinámica del fuego pueden acelerar la degradación del suelo, un problema ya grave en las zonas semiáridas.

Además de las consecuencias ecológicas, la invasión de plantas exóticas también tiene una importante repercusión económica. El coste de su control y erradicación es elevadísimo. Las pérdidas registradas de la caña común en España superan los 11 millones de euros, lo que la sitúa como una de las especies más costosas del país (Novoa et al., 2024).

Un coste millonario que amenaza el bienestar

Las invasiones vegetales tienen un impacto que va más allá de lo ecológico, representando una amenaza significativa para el bienestar humano. En Almería, la invasión de especies como la caña común afecta directamente a la agricultura, el turismo y la gestión del agua. La obstrucción de los canales de riego y los cauces de los ríos por estas plantas invasoras puede causar graves pérdidas a los agricultores.

Los datos de coste son alarmantes a nivel nacional. La especie más costosa es el jacinto de agua (Eichhornia crassipes), una planta acuática que invade lagunas y ríos con un coste de más de 53 millones de euros en España. Su rápida proliferación reduce drásticamente la cantidad de luz que penetra en el agua, limita el intercambio gaseoso y disminuye la cantidad de agua disponible para el consumo humano y el riego.

Otros ejemplos de plantas exóticas invasoras que causan grandes pérdidas económicas en España incluyen el eucalipto (Eucalyptus spp.), con pérdidas de hasta 41 millones de euros, y el rabo de gato (Cenchrus setaceus), con pérdidas de más de 8 millones de euros (Novoa et al., 2024). Estas cifras reflejan el alto precio que la sociedad paga por el impacto de estas especies, que alteran ecosistemas y obstaculizan actividades económicas esenciales.

Además, las invasiones de plantas exóticas interactúan con otros factores de cambio global, como el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales y la contaminación. Por ejemplo, la sobreexplotación de los acuíferos en zonas áridas como Almería reduce la resiliencia de la vegetación nativa, lo que facilita la invasión de plantas foráneas que pueden acceder más eficientemente al agua subterránea.

Hacer frente a la invasión: la ciencia en primera línea

Para hacer frente a esta amenaza, lo más eficaz es la prevención. Los científicos del EEZA y otras instituciones (como la Universidad de Córdoba) señalan la importancia de entender qué especies podrían convertirse en invasoras si se introducen. Es fundamental tener protocolos claros y eficaces para detectar y responder de forma rápida ante nuevas invasiones, antes de que se conviertan en un problema irreversible.

A nivel legal, España cuenta con el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras (CEEEI), creado por la Ley del Patrimonio Natural de la Biodiversidad. Este catálogo prohíbe la posesión, el transporte y el comercio de especies invasoras, y obliga a su control o erradicación. Su inclusión se basa en evidencia científica sobre la amenaza que suponen para la biodiversidad, la agricultura o la economía.

Actualmente, el CEEEI incluye 199 taxones, 85 de los cuales son vegetales. Además, existe una lista de 3.500 taxones exóticos potencialmente invasores que requieren de una autorización para ser importados. Estas normativas, junto a un reglamento comunitario, son herramientas clave en la lucha contra esta amenaza, pero su efectividad depende de la concienciación y la acción colectiva.

La invasión de plantas exóticas es un problema complejo que no se limita a un área o un tipo de planta. Es el resultado de la globalización y la acción humana, y requiere un enfoque científico y multidisciplinar para combatirlo. La lucha contra estas especies es crucial para proteger la biodiversidad, la economía y la sostenibilidad a largo plazo de los ecosistemas áridos y semiáridos de Almería.

En última instancia, el futuro de los paisajes únicos de la provincia, como el desierto de Tabernas o el parque de Cabo de Gata, depende en gran medida de cómo se gestione esta amenaza. La investigación local y la colaboración entre instituciones son la única vía para proteger un patrimonio natural que es un tesoro para toda Europa.

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