Juicio por el crimen de Gabriel

Cinco sesiones que desmontan la versión de Ana Julia Quezada

Ana Julia Quezada durante la vista oral.

Ana Julia Quezada durante la vista oral.

Ana Julia Quezada intenta eludir la prisión permanente revisable que pide para ella la acusación particular y la fiscalía. Desde el primer momento, la acusada asume que mató al pequeño Gabriel Cruz, pero que fue un simple accidente. Argumenta que no tenía nada planeado, que todo surgió en la finca de Rodalquilar que preparaba para irse a vivir con su expareja y padre de Gabriel, Ángel Cruz.

Insiste en que el niño cogió un hacha, ella se lo reprendió y este comenzó a insultar. “Para que se callara, le tapé la boca y no recuerdo nada más”. Cuando le quitó las manos, Gabriel estaba muy cerca de la muerte. Pero ella no hizo nada más, no llamó al 061 ni a ninguna otra persona o conocido que le ayudara. “Si se trata de un accidente se llama al 061, no te quedas pintando una puerta”, relataba Francisco Torres, abogado de la acusación, durante la vista oral de Ana Julia. De su relato se extrae que el pequeño estuvo sufriendo en torno a una hora.

Ana Julia explica que no hubo nada premeditado. Que se asustó al ver al niño sin vida y que cogió una pala y un rastrillo que estaba en la finca para enterrarlo junto a un aljibe.

Sin embargo, la declaración de los testigos, guardia civiles y peritos ponen muy en duda su versión. Sobre todo la del hermano de Ángel Cruz, quien asegura que las herramientas utilizadas nunca estaban en la finca.

Francisco Cruz, a su salida de la Audiencia Provincial. Francisco Cruz, a su salida de la Audiencia Provincial.

Francisco Cruz, a su salida de la Audiencia Provincial. / Rafael González (Almería)

Herramientas

Francisco Cruz reveló que de hecho pasaron parte de la noche del 28 de febrero, después de la muerte del niño, que se produjo en la tarde del día anterior, en la finca de Rodalquilar, y que allí le llamó la atención que hubiese una pala, un rastrillo y una pala plana “muy bien ordenadas, puestas en línea”.

Sostuvo que dichas herramientas no eran suyas o de su hermano, que reconocía una pala perteneciente a otro cortijo que se vendió años antes, pero que las herramientas de esta finca habían permanecido siempre en la casa de su madre en Las Hortichuelas Bajas. “Ángel normalmente nunca tiene herramientas allí”.

Ana Julia Quezada dijo incluso que puso la camiseta en el lugar donde su exmarido solía pasear los perros, cerca de donde vive, porque quería que la atraparan. Ahí fue donde los agentes se dieron cuenta de que la culpable podría estar dentro de la familia. Le colocaron un artilugio de rastreo y colocaron grabadoras en su automóvil. Por ello supieron que casi todos los días en los que se estableció el operativo de búsqueda ella acudió a la finca de Rodalquilar.

Suicidio

Hasta allí la siguieron, vieron como desenterraba el cuerpo del pequeño y procedía a su traslado a la casa de Vícar que compartía con Ángel Cruz. Según la acusada, la intención era escribir dos cartas de perdón para su hija y para Ángel y después suicidarse con unas pastillas. Pero en el registro nunca se encontraron pastillas para suicidarse.

Sin embargo, las grabaciones logradas por la Guardia Civil desmontan también esta teoría. Pues en estas, Ana Julia deja claro que su intención era cambiar de ubicación el cuerpo del menor al verse ya rodeada por los agentes y los medios de comunicación.

“Tranquila Ana, no vas a ir a la cárcel” o “Y ahora que hago yo con esto, lo planto en un invernadero?” son algunas de las frases captadas por la Guardia Civil mediante el sistema de grabación que colocaron en el vehículo de Ana Julia. “¿No querían un pescaíto? Pues lo van a tener”, llegó a decir la acusada.

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