Un año sembrando hogar en tierra de plástico

El programa del SJM en Níjar ha ofrecido acogida a 88 migrantes y defiende una hospitalidad que crea comunidad, autonomía y arraigo

El saldo migratorio de Almería: pierde con España pero gana con el extranjero

Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar.
Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar. / Carlos Barba/EFE

“Dormía sobre cartones y me duchaba con un cubo. Hoy tengo una cama, un contrato y mi nombre en el buzón. Para mí eso es mucho más que una casa. Es respeto”. La voz de Mamadou, joven senegalés de 26 años, resume el espíritu del programa de hospitalidad del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM-Almería), que ha cumplido su primer año de vida en Níjar con un balance que trasciende las cifras.

Ochenta y ocho personas han pasado por las 13 viviendas del programa desde julio de 2024. Jóvenes en su mayoría, varones solos, de entre 19 y 29 años, procedentes de Ghana, Marruecos, Gambia, Mali o Guinea Conakry, que llegaron a Almería con la esperanza de trabajar en el campo y se encontraron viviendo entre plásticos, sin agua ni luz, sin dirección ni derechos. También han sido acogidas tres familias.

Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar.
Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar. / Carlos Barba/EFE

“Esto no es solo dar techo, es apostar por vidas que tienen derecho a florecer”, explica Ana García, una de las trabajadoras sociales del equipo. “En un año hemos visto a chicos que llegaron destrozados levantar cabeza. Y no por magia, sino porque alguien les ha mirado sin miedo y les ha tendido la mano”.

El modelo del SJM se basa en lo que llaman un “triángulo virtuoso”: la persona acogida, el equipo profesional y la comunidad local. En ese equilibrio se sostiene una hospitalidad que busca generar arraigo, autonomía y vínculos. El proyecto cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía, la colaboración de la socimi social tuTechô (propietaria de las viviendas) y el apoyo de diversas fundaciones, parroquias y donantes individuales.

Los resultados son tangibles:

  • 28 personas ya tienen permiso de residencia y trabajo.
  • 17 siguen itinerarios formativos para el arraigo.
  • 12 participan en clases de español.
  • 6 han hecho cursos de mediación intercultural en la UAL.
  • Varias han obtenido el carné de manipulador de alimentos o el de conducir.
  • Una mujer y dos hombres han concluido un curso de hostelería: uno ya ha firmado contrato, dos tienen precontrato para modificar su NIE.

“Cuando llegué, no hablaba una palabra y vivía en una chabola sin puertas”, cuenta Salif, de Mali. “Ahora hablo español, trabajo en un vivero y tengo amigos andaluces. La primera vez que alguien me invitó a su casa, lloré. Nunca me había pasado en Europa”.

Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar.
Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar. / Carlos Barba/EFE

Diecisiete personas han salido ya del recurso para vivir por su cuenta. Algunos se han quedado en la comarca, otros han emigrado a otras ciudades. En dos casos se ha facilitado el retorno voluntario a sus países.

Para celebrar este primer aniversario, el SJM ha publicado dos documentos. El primero detalla el modelo de hospitalidad en diálogo con la propuesta estatal y su base metodológica. El segundo recoge 16 testimonios personales e imágenes del fotoperiodista Sergi Cámara, bajo el título “Vidas acompañando vidas”.

Entre esas voces está la de Badr, de Marruecos, que perdió un ojo intentando saltar la valla de Melilla y pasó tres meses durmiendo en la calle en Campohermoso. “Llegué roto. Aquí he aprendido a vivir sin esconderme. Trabajo en la construcción y tengo a mi hijo en Marruecos. Mi sueño es traerlo. Quiero que sepa que su padre no se rindió”.

También habla Souad, una joven marroquí que vive con su hijo en una de las viviendas del programa: “Pensé que tendría que elegir entre ser madre o sobrevivir. Aquí no me han preguntado por qué vine, sino cómo quiero seguir”.

Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar.
Viviendas gestionadas por el SJM-Almería en Níjar. / Carlos Barba/EFE

El contexto no es sencillo. Níjar sigue siendo una de las zonas más afectadas por la infravivienda en Europa. Miles de personas siguen durmiendo entre palés, plásticos y chatarra, pese a trabajar en uno de los sectores que más riqueza genera en la provincia. En ese escenario, el programa del SJM plantea una alternativa posible, concreta y replicable: construir comunidad donde solo había exclusión.

“Hay días duros, claro. Pero también hay tardes de partida, cafés compartidos, bicicletas compradas con el primer sueldo, vecinos que saludan por el nombre”, dice Javier Sánchez, coordinador del proyecto. “En medio de tanta hostilidad, esta hospitalidad es resistencia”.

“La hospitalidad comienza con un paso”, recuerdan desde el equipo. Ochenta y ocho personas han dado ya ese paso. Y no lo han dado solas.

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