Más de 36 años de cárcel por matar a tiros a su mujer y al jefe de ésta
Condenan a Diego G.G. a sendas penas de 18 años por delitos de asesinato y a 10 meses por maltrato
La Audiencia Provincial de Almería no ha sido generosa con Diego G.G., el hombre que en mayo de 2015 acabó a tiros con la vida de su mujer, Francisca Herrera, y la del jefe de ésta, Manuel Tristán, debido a su creencia de que ambos mantenían una relación a sus espaldas. Tras el veredicto unánime de culpabilidad del jurado popular que juzgó al acusado, la Sección Segunda ha dictado una sentencia por la que impone a éste 18 años de cárcel por el asesinato de su esposa y otros 18 por el del jefe de ella. Además, se condena a Diego G.G. a 10 meses de prisión por un delito de malos tratos agravados.
Fuera de lo que son las penas privativas de libertad, el tribunal impone el pago de indemnizaciones individuales de 120.000 euros a los dos hijos que tenía en común con la fallecida y la mujer e hijo del jefe de ésta, a los que además no podrá aproximarse a menos de 500 metros durante 20 años. Considera especialmente graves los hechos el tribunal debido a la alevosía con la que actuó, el parentesco que tenía con la primera víctima y que para matar al finado aprovechó el "lugar y circunstancias que debilita la defensa del ofendido o facilita la impunidad del delincuente".
Así, el fallo relata cómo días antes del doble asesinato, Diego G.G. dio una bofetada en su domicilio a Francisca el Jueves Santo de 2015 en presencia de sus dos hijos mayores, aunque no ha quedado probado que el 1 de mayo de 2015 cometiese un segundo delito de malos tratos, del que ha sido absuelto. Sin embargo, tras todos estos "problemas conyugales" con su mujer, sobre las nueve de la mañana del 3 de mayo cogió dos escopetas, se montó en su furgoneta y fue hasta el paraje Barranco de los Lobos de Sorbas, un "lugar aislado" en el que se encontraba Francisca Herrera al cuidado de su madre con Alzheimer y un "hermano muy enfermo".
Aprovechó que la mujer estaba sola para, de manera "sorpresiva y sin posibilidad alguna de defensa", propinarle un primer tiro en el hombro a su esposa y a continuación colocar el cañón del arma en el pabellón auditivo de ésta para efectuar un segundo disparo". "Los disparos efectuados a Francisca en el oído derecho y en el hombro produjeron una destrucción de centros vitales encefálicos y torácicos que causo su muerte", incide la sentencia.
Tras acabar con su vida, sobre las once y media de la mañana Diego G.G. llegó al semillero de Níjar del que era propietario Manuel Tristán y disparó contra él a una distancia de un metro con la "intención de acabar con su vida". Este impacto dio en la muñeca izquierda y penetró en el abdomen del hombre, al que el acusado disparó acto seguido en la cabeza para "asegurar su resultado", provocando su muerte por la destrucción de centros vitales encefálicos e intestinos", gracias a una actuación "sorpresiva" que no le dio a la víctima tiempo a reaccionar, "aprovechando que se encontraba en el semillero, en pleno campo en un lugar aislado y solo, lo que facilitaba la impunidad del acusado"
La sentencia recoge que cuando acabó con la vida de Francisca y Manuel, el acusado no estaba bajo una"celotipia extrema que limito de manera leve sus facultades mentales y volitivas" y añade que a pesar de confesar los hechos tras matarlos ante la Guardia Civil de Níjar, no colaboró con los agentes para esclarecer lo ocurrido.
El condenado dijo que su mujer le pidió que la matara
Aunque reconoció haber acabado con la vida de Francisca y Manuel, no admitió durante la vista oral que lo hiciese de acuerdo a un plan preconcebido, algo que sí consideró probado el jurado popular. De hecho, en el extremo de lo absurdo, llegó a manifestar que ella le reconoció que le era infiel y que cuando la informó sobre sus intenciones suicidas ésta le espetó: "Para quitarte tú la vida, me das un tiro a mí y ya está". No sólo eso, sino que no hizo nada para evitarlo. Algo similar dijo sobre Manuel, quien, según él, tampoco hizo nada para evitar los disparos, alegando que cargó contra él por que lo llamó "cornudo".
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