Almería

Más 170 apodos componen el mejor 'callejero' del municipio

  • Los motes tienen su origen en la localidad en 1920 · En la actualidad, su uso no está tan generalizado entre los más jóvenes como sí entre los mayores

Es común que a la gente, por alguna característica física o de su personalidad, se le atribuya un mote o sobrenombre, que muchas veces se impone al propio nombre. Son los conocidos apodos, también denominados motes. Nadie está exento de que los familiares, amigos de la escuela o compañeros de trabajo, le encuentren cierto parecido con alguien o algo, para que inmediatamente adopte ese apodo, que en ocasiones, puede resultar incómodo si bien en otras, son motes totalmente aceptados tanto que, incluso, pueden enorgullecer al poseedor honrando su imagen.

Y es que son muchos los que surgen desde el cariño como un juego o un entretenimiento con el que se estrecha la unión en su entorno más cercano y se crean tradiciones locales propias. Hay apodos que sólo afectan a una persona y los hay que afectan a familias enteras y se transmiten de generación en generación. En El Ejido, pese a que conviven múltiples culturas, tanto que un tercio de la población es inmigrante, esta tradición continúa vigente.

Corría la década de los años veinte, hace casi un siglo, cuando se iniciaba en el Campo de Dalías una peculiar forma de denominar a las familias, naciendo así los tradicionales apodos. Son más de 170 los motes con los que se denomina a centenares de ejidenses. Un gran grupo de ellos son los referentes a labores profesionales existentes desde épocas inmemorables. Otras veces, apelan a determinadas características físicas más peculiares y que resaltan, e incluso los hay derivados del nombre de algún familiar, de un lugar de procedencia, animal o vegetal. Eso sí, si no todos sí la gran mayoría, han sido creados con sobriedad, perspicacia, ingenio y agudeza.

Entre los apodos más conocidos de El Ejido se encuentran los aceitunos, antoñones, arenques, baltasares, bichos, bocas, cabezas, cabezones, chatos, calenturas, capullos, castañeros, chapiretes, chinchillas, chulos, cojos, del cura, espaores, farfollas, gallinazas, garzas, gatos, hincapocos, huevo duro, lagartos, los de pastor, miracielos, ojos chicos, panzalegres, pelones, pelotitas, pelajopos, pules, puluzas, pollos, rayaos, recalentaos, reinos, santos, sopas, tartajas, teribios y zapateros.

Uno de los más antiguos de la zona son los Siseñores, procedentes del núcleo ejidense Pampanico. Se dice que el origen de este mote familiar está en la contestación que daba uno de los niños de la familia a las personas mayores del pueblo cuando le preguntaban algo. "Sí, señor" era la respuesta que daba el joven y tan famosa se hizo en el lugar que terminó por ser el mote que acabó designándose a la familia, formando parte de una identidad relacionada directamente con el pasado histórico de ésta y que aún pervive.

Además, otro de los más conservados del municipio es el de los Indianas. Según la historia, un ejidense decide irse a las Américas para hacer fortuna. En aquella época se pensaba que este continente era zona de indios, por lo que los ejidenses designaron a esta familia el mote de los Indianas, uno de los más conservados y conocidos del municipio.

En El Ejido, el uso del mote no está tan generalizado entre los más jóvenes, aunque no ignoran su existencia, como sí entre los mayores, pero aún así cuenta con una larga tradición en esta práctica de apodar y aún está arraigada. Tanto es así que todos los motes y apodos del pueblo se reúnen en un listado en las publicaciones de los libros de fiestas municipales. Además, en núcleos ejidenses como Balerma, los apodos se convierten en el mejor callejero a la hora de encontrar a alguien.

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