De atasco en atasco para acceder a la A7

'Diario de Almería', testigo directo de las retenciones de la autovía El tráfico sigue sin ser fluido, pero las incidencias no son tan graves como hace unos días

Las colas eran notables en la autovía en dirección a Almería.
Miguel Martín

09 de noviembre 2015 - 01:00

Han sido muchas las quejas de los usuarios de la autovía A7 que accedían a la misma desde los puntos de enlace de Aguadulce. El desprendimiento de rocas en la carretera del Cañarete y su posterior corte al tráfico, que amenaza con prolongarse en el tiempo de forma indefinida, ha provocado que las ya de por sí habituales retenciones se hayan visto potenciadas de forma sustancial generando colas de kilómetros de largo e importantes retrasos.

Al menos así fue durante los primeros días tras el cierre de la N-340a,aunque los conductores insistían en que la situación era aún el pan nuestro de cada día. Por ello, Diario de Almería decidió ponerse al volante y comprobar a bordo de un turismo si, efectivamente, siguen produciéndose atascos en la autovía o si, por el contrario, son cosa del pasado.

Para ello se eligió salir a primera hora de la mañana, para coincidir con aquellas personas que por motivos de trabajo se desplazan de una localidad a otra. De esta forma, a las ocho menos diez de la mañana del viernes un redactor partía en su vehículo desde el barrio capitalino de Los Molinos hasta la rotonda de acceso a la carretera de Alicún, a la altura de las inconclusas obras de la variante de Roquetas, para comprobar cuál era la situación en estas carreteras.

El trayecto de ida hasta el término roquetero se produjo sin incidentes. Más allá de las puntuales saturaciones que tienen su origen en los padres que dejan a sus hijos en los colegios, no hubo nada especialmente destacable en este sentido. En el otro, era otra cosa. Aunque nuestro coche avanzaba sin problemas, una vez cruzado el túnel previo a la salida de Aguadulce el panorama que se observaba en los dos carriles de enfrente era bien diferente, con dos largas colas de vehículos que avanzaban a un lento ritmo por la calzada. En esos momentos no eran más de las ocho u ocho y cinco de la mañana.

No obstante, en Diario de Almería no tuvimos problemas para alcanzar nuestro primer objetivo mientras nuestro redactor contemplaba atascos en las vías procedentes del Palacio de Congresos y Exposiciones y de El Parador en su confluencia en la rotonda ubicada a la altura del edificio Carrida.

Una vez en la glorieta de la variante tocaba dar la vuelta y desandar nuestros pasos. Ahí fue dónde comenzó el verdadero calvario. Pese a que parte de esta vía tiene la velocidad de circulación limitada a 100 kilómetros por hora, fue casi imposible avanzar a más de 5 kilómetros por hora en determinados momentos, siendo los parones continuos y bastante prolongados.

Para llegar desde este segundo punto de partida hasta la rotonda que da paso a la parcela comercial Viapark Bahía de Almería, consumimos aproximadamente una media hora. Un tiempo notable si se tiene en cuenta que en circunstancias normales -en momentos de poca congestión-, no debe llevar mucho más de un minuto en llevar a cabo esta misma tarea.

En este punto eran especialmente notables las colas en la vía aledaña que sube desde El Parador, la ruta de escape natural para los vecinos de Aguadulce una vez cortado el Cañarete, lo que los obliga a cruzar toda la avenida de Carlos III para tomar esta salida o la que pasa por el Palacio de Congresos y Exposiciones, también con un alto volumen de vehículos a esas horas, casi las nueve menos veinte de la mañana.

Ahora tocaba arribar hasta la rotonda del edificio Carrida. Aunque es cierto que no fue una experiencia especialmente traumática, supuso algo más de diez minutos, aún cuando está a escasos metros de la previa. Superado este escollo, accedimos nuevamente a la autovía, donde el tráfico parecía haberse despejado ligeramente, y dónde nos recibía un guardia civil. Los únicos inconvenientes, en nuestro caso, fueron los derivados de circular a una velocidad algo menor a la habitual, problema superado una vez abandonamos el túnel que ya habíamos cruzado.

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