Las autoescuelas echan el freno por la falta de examinadores

Almería

Almería cuenta con quince trabajadores destinados a las evaluaciones

Un profesor le da clase a sus alumnos
Un profesor le da clase a sus alumnos / Javier Alonso
Carlos Javier Lillo

23 de julio 2022 - 23:46

Javier Pérez no sabe si podrá aguantar mucho más tiempo. La autoescuela a la que pertenece, Enrique, es una de las clásicas de la provincia de Almería. “Las facturas son el doble de caras”, explica.

Pérez es uno de las voces en contra del sistema de evaluación que tráfico tiene a nivel nacional. “Es como si a una cafetería solo le dejaras poner 20 cafés al día”, denuncia.

El enemigo tiene cuatro letras. CAPA es el nombre del método. Tráfico realiza una fórmula que mide los éxitos de cada autoescuela y el número de examinadores disponibles. Las pruebas son cada dos semanas.

En Sabinal no tienen problemas. “Antes no sabíamos cuando era el examen”, asegura Conchi Ruiz. “No estamos de maravilla pero tenemos exámenes de forma asidua”, recalca.

Es día de evaluación y los estudiantes que pueden buscan el complicado aprobado. Los dos coinciden en un problema de base, la falta de examinadores. “No es un problema de ahora, es de años”, afirma ella. “Faltan muchos examinadores, faltan funcionarios en general”, recalca él.

En Tráfico no ven el problema. José María Méndez es el jefe provincial. Almería cuenta con una quincena de examinadores más un coordinador.

La plantilla ha aumentado tras las protestas. Méndez defiende la incorporación de tres examinadores itinerantes, dos nuevos funcionarios y una trabajadora interina.

Los alumnos atienden a una clase
Los alumnos atienden a una clase / Javier Alonso

El verano es época de autoescuelas. Muchos estudiantes vuelven a casa y quieren terminar las vacaciones con la “L” de conductor novel en el coche.

“Los alumnos tardan entre dos o tres meses en poder examinarse”, asegura Pérez. “Hay unos 4.000 almerienses en lista de espera, lo tenemos contado”, explica. Méndez lo niega. “No tenemos lista de espera”, defiende.

Pérez aclara sus palabras. “No pueden tener lista de espera porque no dejan apuntarse a todos pero las autoescuelas sabemos cuanta gente tenemos esperando”, asegura.

Solo los mejores optan al examen. “No podemos llevar a todos los que queremos”, afirman desde Sabinal. “Si un alumno suspende pasa al final de la lista, es lo que toca”, recalcan.

En agosto, las evaluaciones frenan en seco por las vacaciones. A nadie le parece mal. Las vacaciones se imponen en el octavo mes del año y los quebraderos de cabeza se detienen en seco.

El consuelo es no ser los peores. “En Almería nos podemos dar con un canto en los dientes”, apunta Conchi Ruíz. En Granada no se conforman.

Uno de los coches de Sabinal
Uno de los coches de Sabinal / Javier Alonso

La provincia vecina cuenta con 17 examinadores y más de 8.000 estudiantes esperando. Solo hay dos evaluadores más pese a que, en comparación con Almería, hay casi 300.000 habitantes de diferencia. Una cifra que, para los trabajadores de la provincia, es insuficiente.

Rafael Villegas es el presidente de la asociación de profesores. “Dentro de lo malo, Almería está entre lo menos malo”, ratifica.

El sistema CAPA no es un problema para él. “Tiene sus ventajas e inconvenientes, las autoescuelas que tienen una capacidad aceptable van sobreviviendo”, explica.

El método no es un freno para él pero sí para muchos compañeros. En Córdoba claman por el engaño que dicen sufrir. A casi nadie le gusta, la DGT lo defiende. El sistema entró en vigor tras el parón por la pandemia, en junio de 2020.

La intención de Tráfico era organizar los exámenes y regular las convocatorias. Por correo, los responsables anuncian, dos o tres días antes, la capacidad de cada autoescuela. “Si tengo 30 alumnos y solo me dejas llevar a 10, me limitas”, clama Pérez, que no entiende el funcionamiento de un sistema que considera perjudicial para sus intereses.

Villegas asegura que el sistema de evaluación, pese a tener buena opinión sobre su puesta en marcha, ha puesto en apuros a muchos negocios, que no pueden sostener el ritmo. “Algunas autoescuelas han tenido que cerrar por el sistema CAPA”, asegura.

Para poder mantener el nivel de plazas, las autoescuelas solo quieren llevar a los estudiantes que les pueden garantizar un aprobado seguro. Si faltan posibilidades, solo los mejores tienen la opción.

Algunos alumnos son víctimas de la circunstancias. “Nos ha pasado que el día antes del examen haya dado positivo en COVID y claro, se tiene que confinar”, explica Conchi Ruiz. En ese caso, pasa al final de la lista, al igual que los suspensos.

Uno de los alumnos subraya un libro
Uno de los alumnos subraya un libro / Javier Alonso

Poder conducir es una asignatura pendiente para miles de almerienses. Un reto que no es barato. La OCU, organización de consumidores, ha realizado la factura sumando las clases teóricas y las prácticas.

La teoría cuesta unos 200 euros en horas de formación. Para llegar ahí, el estudiante habrá saltado el complicado momento de la matrícula, que puede ser gratuita o superar el medio millar de euros.

Al precio de las clases prácticas, se suma la treintena de euros del test psicotécnico y las tasas del examen, que rondan los 100 euros.

El estudiante que no lo consiga a la primera, puede dejarse más de mil euros en el intento de conseguir un carnet cada vez más necesario.

Los carburantes agotan la capacidad económica de las autoescuelas que resisten en Almería

A Conchi Ruiz no le ha quedado otro remedio que aumentar el precio que los estudiantes pagan por sacarse el carnet. Un euro, lo justo para que no se vayan a la competencia. Es el mismo precio que la autoescuela Enrique ha decidido incrementar. “El gasoil se ha duplicado”, protesta Javier Pérez.

La leve subida del precio de las autoescuelas no supone el beneficio que necesitan los dueños de los negocios. “Suples un poco pero no cubre todo”, asegura.

En Sabinal han encontrado el truco para que el combustible no les obligue a parar en seco el coche. “Tenemos un convenio con la estación de servicio”, asegura Conchi al otro lado del teléfono.

Los alumnos resisten en las aulas. El precio encarecido de la gasolina no les ha quitado el ánimo a la hora de sacarse el necesario carnet.

“Cada coche cuesta cargarlo 80 euros por lo menos”, asegura Pérez, concienciado con la necesidad de un sector que no sabe bien el futuro que le espera. “Todo es incierto”, suspira con una muesca de preocupación.

Rafael Villegas actúa como portavoz de los profesores de autoescuela. “Ahora solo llenas un tanque por 120 euros”, asegura.

El miedo a perder los clientes es el freno para que las autoescuelas suban más el precio. “Tienen miedo de que se vayan a la competencia”, afirma.

Villegas atiende a Diario de Almería mientras viaja de copiloto en un coche, la herramienta de trabajo que hace padecer a las autoescuelas.

La comunicación se pierde cuando está a punto de entrar en uno de los túneles de la carretera. Al final, muchos negocios siguen sin ver la luz.

Una mañana intentando tener el carnet

El calor empieza a despuntar en una mañana cualquiera de julio. Un coche de la autoescuela Sabinal llega a destino. Si no pasa nada, su ocupante, aún alumno, será uno de los últimos en aprobar el examen antes de las vacaciones.

En las aulas, una docena de estudiantes aún no han llegado a ese paso. El profesor les explica en la pizarra como adelantar sin tener un accidente en el intento.

Los alumnos agachan la cabeza. Su instructor les invita a subrayar en el libro lo más importante de la materia. Han vuelto a recordar aquellos años de escuela.

En la camiseta del formador se pueden distinguir unas letras en chino. Para algunos, los contenidos del examen son igual de fáciles que descifrar el mensaje encriptado en la prenda.

Pasa el tiempo. El profesor sale a la puerta. Los alumnos miran de reojo el móvil tras un rato desconectados. La clase del día ha acabado.

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