El barbero de Pescadería
Antonio Uclés, cabeza de una saga de peluqueros se jubila hoy tras más de 40 años de intensa actividad · Los vecinos le despiden agradeciéndole el trabajo realizado
Suena en la radio, acunada por la brisa cálida de finales de mayo, la voz del cantautor malagueño Pablo Alborán. Antonio Uclés García, cincuenta años de profesión, enamorado desde pequeño de las tijeras y la peluquería, se jubila. Los vecinos de Pescadería ya le echan de menos. Han sido muchos días con la puerta abierta y algunos resisten a creer que finalmente vaya a cerrarla. Él tiene energías de sobra, pero también tiene unos hijos que le han convencido. "Entre ellos y mi mujer", explica con una sonrisa.
Toma asiento. Mira con la confianza y seguridad que da la experiencia. "Soy hijo de pescadores, con siete años, cuando hice la Comunión, le dije a mi madre que me llevara a una peluquería donde yo pudiera aprender porque quería ser barbero". Uno de sus maestros, del que guarda un recuerdo extraordinario, fue José García, el padre de Pepillo El barbero. "Fue una época excelente, era muy joven. Ahora que tengo ya 71 años puedo decir que he vivido una vida profesional plena". Mira hacia el azul. Va a hablar de la mili. "Me fui a Madrid. Echaba de menos mirar por la ventana y ver el mar. Almería es lo más grande de España y sólo el que es de la tierra y marcha fuera lo sabe". Detrás de las puertas que cerrarán definitivamente a partir del lunes, el Levante mece al Mediterráneo.
Fue en 1961 y una vez que regresó abrió un establecimiento. "Era bastante pequeñico", asiente." "Los vecinos me conocían y sabían que era bueno... Pedían que les pelara Uclés". ¿Y las chicas? "Alguna venía a que la arreglara... yo era joven y siempre estaba dispuesto a mejorarles la melena". Luego llegaron los hijos. Herederos de un arte que les ha llevado a ser la saga de los Uclés como comenta con una sonrisa de satisfacción El Cartucho, Juan Martínez en el carné de identidad. Amigo y compañero.
"Si hay algo que tengo claro es que en caso de que naciera de nuevo, volvería a ser peluquero". Como principios básicos, mantiene los mismos con los que empezó: "hay que tener gusto en el trabajo y rapidez". A partir de ahí, empezaron a llegar los homenajes. Señala uno de ellos color cobre, que sigue colgado al lado del espejo. "Mi mujer está llevándose las cosas a casa".
¿Anécdotas? "Nos presentamos 42 peluqueros en el Apolo, donde realizamos un corte a navaja y gané", asegura. "Me he preocupado mucho en todo este tiempo por mi peluquería, tenía horarios y los cumplía a rajatabla... hubo un momento en que me llamaban La Funeraria porque siempre, en cada momento, estaba a disposición de quien me solicitara".
Reconoce que su negocio es diferente. "Somos todos amigos, el que viene una vez sigue estando siempre. Y así sus hijos y sus nietos". Eso es aval de un trabajo bien hecho, como reconocen los que han llegado hace un rato a disfrutar de la compañía de Uclés que les deja que participen, envuelto en un halo nostálgico.
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