Almería

El barrio de Los Ángeles cumplirá 150 años

  • El británico Guillermo Hall construyó las primeras casas en 1873. Se llamó “Barrio del Inglés” y más tarde adoptó el nombre del cortijo de Andrés Cassinello, cuando se urbanizó

Derribo de unas casillas, a finales del XX, para urbanizar la Rambla frente a la calle del Llano Amarillo, que da acceso a la Colonia de Los Ángeles

Derribo de unas casillas, a finales del XX, para urbanizar la Rambla frente a la calle del Llano Amarillo, que da acceso a la Colonia de Los Ángeles / Carlos Barba

La almeriense barriada de Los Ángeles, o “Colonia de los Ángeles”, cumplirá en los próximos meses 150 años de su nacimiento como núcleo urbano. Y ello se debe a un tipo de 41 años nacido en un condado de Inglaterra, a 2.620 kilómetros de la calle Marchales. Un día de 1873, un tal Guillermo Hall y Leach apareció por Almería, se instaló y adquirió una extensa finca a las afueras de la ciudad. Allí montó una industria de limpieza y prensado del esparto, recolectado en los áridos campos provinciales, antes de embarcarlo en los vapores “Tyne Queen” y “Warrior”, rumbo a las factorías de pasta de papel de Liverpool. Era una superficie extensa y despoblada, junto a la rambla y a la Carretera de Granada. Hasta aquel paraje inhóspito llegaron innumerables trabajadores, atraídos por la nueva fábrica, llamada “La Noria”, y necesitados de un jornal fijo. Para el manejo del esparto, la mano de obra femenina era primordial y llegó a tener, en 1874, hasta 116 mujeres en las labores de manipulado y secado, además de otros 250 hombres y numerosos carreros encargados de llevar el material a los muelles.

Como Hall era la antítesis del típico usurero de la Gran Bretaña, que explotaba a sus famélicos obreros solo con mirarlos fijamente con el ojo que no le cubría el parche negro, aquello funcionó de maravilla. Tanto, que decidió construir junto a su factoría y almacenes 42 casas para sus fieles empleados y familias, creando sin quererlo el denominado “Barrio del Inglés”, en honor de su procedencia. La parte más cercana a Amatisteros se bautizó popularmente como “El Barrio del Grillo”, cuyo centro neurálgico era las actuales calles de Sicardó y San Lorenzo. Allí había hasta bombas de agua, en previsión de incendios en los barracones donde se apilaba en pacas. También eran famosas las comidas que Hall ofrecía a sus empleados por Navidad u otras fiestas; la de 1874 fue servida por el famoso empresario hostelero almeriense Manuel Sánchez (alias “El Mojo”) después de que repartiera a cada empleado 20 reales de aguinaldo.

Aquellas modestas casillas se mantuvieron en pie durante mucho tiempo, a pesar de que Hall padeció la muerte de su esposa, Isabel Parker Metckalfe, tres años después de desembarcar en Almería, y la de su hijo Diego Hall Parker, en 1886. El promotor de la barriada falleció a principio de febrero de 1887, quedando su nuera y sus nietas -María Isabel, Ana y María Hall Tickle- al frente del inmenso capital monetario e inmobiliario que cosechó en Almería y Alhama. No obstante, antes de expirar, tuvo tiempo de deslindar y donar a la ciudad más de veinte solares de la actual calle Marchales (antes, “de Los Marchales”) para levantar viviendas sociales destinadas a la clase obrera. Además de ésta varias vías de la barriada estaban ya rotuladas en el XIX como “Encantada”, “Inglés” o “Cantavieja”.

El devastador incendio de la fábrica de esparto “La Noria”, en 1916, calcinó varias de las primeras casas del “Barrio del Inglés El devastador incendio de la fábrica de esparto “La Noria”, en 1916, calcinó varias de las primeras casas del “Barrio del Inglés

El devastador incendio de la fábrica de esparto “La Noria”, en 1916, calcinó varias de las primeras casas del “Barrio del Inglés

El 14 de noviembre de 1916 un inmenso incendio achicharró tres mil toneladas de esparto y destruyó la fábrica y sus instalaciones anexas. Tras la familia Hall, la propiedad había pasado por varios manos: Guillermo Lindaray, John Murison y la sociedad Symington, de Glasgow, cuyo responsable en Almería era Mc Glasham. Aquel fuego duró varios días y también devoró doce casas de las que había construido Hall. Hubo heridos y pérdidas por valor de medio millón de pesetas. No obstante, aquella semilla urbana brotó imparable con la construcción de nuevas viviendas, hogares para pobres y asilados -como el de la Real Sociedad de Amigos del País y su junta de damas, diseñado en 1893- y colegios como el inaugurado por el obispo Santos Zárate en 1901.

Poco a poco, en sus solares se fueron levantando nuevos inmuebles, también modestos y de planta baja; aún existen en la calle del Inglés viviendas de 1930. A mediados de los años sesenta, el Ministerio de la Vivienda reurbanizó la barriada y construyó innumerables bloques con fachadas de ladrillo, que aún existen.

La finca de los Cassinello

Otra fecha clave para la historia del barrio y su posterior denominación como de “Los Ángeles” fue el 13 de septiembre de 1928. Ese día falleció en la capital un bebé de ocho meses llamado José Antonio Cassinello, por lo que sus padres decidieron dedicar a su memoria el cortijo familiar que poseían cerca del “Barrio del Inglés” y renombrarlo como “de los Ángeles”. Era el hijo de Andrés Cassinello Barroeta, ingeniero de minas, de ascendencia italiana y presidente de “Adoración Nocturna” y de la congregación “Caballeros de la Inmaculada”. La posterior recalificación y reutilización de esos terrenos agrícolas como urbanizables originó el crecimiento de la populosa barriada, que adoptó el nombre de la finca familiar.

Andrés Cassinello, salvo los años que fue diputado -entre diciembre de 1933 y enero de 1936- se dedicó a la abogacía en Vera, Linares y Almería. Fue asesinado en el Pozo de Cantavieja, en Tabernas, el 26 de septiembre de 1936 e incluido en el proceso de beatificación de los “Mártires de Almería” celebrado el 25 de marzo de 2017 en Aguadulce.

Aquellas decisiones de Hall y Cassinello dieron lugar al actual barrio que, desde mediados del XX, se ha ido dotando de infraestructuras y recursos, algunos señeros como su mercado y mercadillo, los “Edificios Terriza”; el “Spar” de los Gallardo; el cine; la Ferretería Zapata; la Bodega Castañeda, luego llamada “El Toboso”; el bar de los Hermanos Gibaja, el de Miguel Herrera Cantón…

Por el aumento de población, el Obispado decidió, en septiembre de 1970, erigir la parroquia de Santa María de los Ángeles, ya que los fieles debían desplazarse hasta la de San Ildefonso, en la Plaza de Toros. Primero se ofició misa en un local provisional y tras una larga demora en las obras, el templo se bendijo el 11 de abril de 1981. Allí ejercieron de párrocos José García Sánchez, Francisco Alarcón, Pedro Ruiz Navarro, Manuel Pozo Oller, Ángel Beltrán Velasco, Francisco Sáez Rozas, Alejandro Moreno Pérez o Carlos Fernández Revuelta, cuyo traslado en 1994 generó protestas y manifestaciones vecinales. Hoy es la sede canóniga de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Misericordia en su Crucifixión y María Santísima de Los Ángeles.

La próxima semana se cumplirá medio siglo de las primeras fiestas patronales en la Colonia de Los Ángeles

Medio siglo de sus fiestas

Los Ángeles celebró sus primeros festejos patronales de forma oficial en 1972, cuando residía allí unos 20.000 ciudadanos. El próximo 2 de agosto se cumplirá medio siglo de la pionera iniciativa del concejal Antonio Perez Yglesias (1922-2012) y de sus colaboradores, Antonio Sánchez Cortés y Rafael Peinado Mena, para que la Colonia conmemora a Nuestra Señora de los Ángeles. Aquellas fiestas cercanas y entrañables contaron con un presupuesto de 17.000 pesetas, suficientes para juegos infantiles, tracas, dianas con cabezudos y música, carreras de cintas, reinas de las fiestas, concurso de pasodobles o baile popular con el conjunto “The Rockins Blues”. También hubo futbito en un improvisado terregal convertido en campo de juego donde más de uno salió con las rodillas ensangrentadas. El aliciente era grande porque entre los organizadores del torneo estaba Juan Rojas Peña (1948-2000), extremo de la Agrupación Deportiva Almería, que luego jugó en Primera División. Eran ocho contra ocho y los chavales del barrio ganaron la final al C.D. Altamira por 5-2. Antes, quedaron eliminados el Atlético Llano y el San Ildefonso, compuesto por chiquillos de la Plaza de Toros.

Aquellas fiestas de hace 50 años tuvieron detalles para los vecinos de más edad. Entre ellos estaba un antiguo soldado de la Guerra de Cuba que, a su vuelta, se quedó a vivir en Los Ángeles atendido por su hija Pilar. Miguel Antonio Molina Rivas, nacido en octubre de 1877 en Polopos (Lucainena de las Torres) se acordaba de su incorporación a filas, el viaje a La Habana, del número de serie de su fusil y del nombre del teniente coronel que le firmó la licencia absoluta. Isabel Morante Gómez, nacida en 1889, fue otra de las personas homenajeadas por el alcalde de barrio y la reina de las fiestas. Ambos se quedaron estupefactos cuando la señora les confesó que no había visto la playa de la capital desde 1912, cuando era mocica. Isabel falleció en su casa en mayo de 1978, con 89 años.

Los Ángeles siempre se ha caracterizado como un barrio luchador y reivindicativo. Su asociación de vecinos, “La Palmera”, es la más antigua de la ciudad y cuando los residentes se han movilizado por algo se han dejado oír bien oídos. Lo que corresponde a un denso núcleo de población con 150 años de historia. Pues a celebrarlo en 2023…

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