“La imagen jamás vista del cauce del río Andarax sin rastros de basura”, el titular de este periódico en el mes de abril, se desvanece. Los vertidos de todo tipo han vuelto, y no por arte de magia, a la desembocadura, echando miseria a modo de porquería a medio de año de trabajos de limpieza y regeneración ambiental, en lo que ha sido la mayor actuación abordada en este ámbito en las últimas décadas.
Los escombros y la impúdica imagen del sofá desahuciado reaparecen sin miramiento alguno por el trabajo realizado, la inversión efectuada por la Junta de Andalucía o los beneficios añadidos de despeje del cauce para poder dejar pasar libremente las corrientes de agua en el caso de que se avecinen temporales con las fuertes lluvias de una DANA, que se encuentra, como quien dice, a la vuelta de la esquina.
El paisaje no ofrece el mismo aspecto que antes de la intervención llevada a cabo desde la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, que llegó a retirar 2.113 toneladas de residuos, si bien, y teniendo en cuenta los meses de confinamiento obligado por el coronavirus, los incívicos, pese al aspecto impoluto que ofrecía el lugar, no lo han descartado como basurero particular gratuito y, de seguir así, los 1,33 millones invertidos quedarán a corto plazo sepultados bajo residuos.
La intervención realizada por la Junta ha abarcado en esta rambla del Andarax –el Plan Restaura ha beneficiado a otros municipios de la provincia– 14 hectáreas a lo largo de 1,8 kilómetros de cauce.
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