La breve historia de una llave que no mira por el ojo de la cerradura

Iñaki Miral, que trabaja dando forma a esos pequeños instrumentos que abren la puerta de las casas, relata sus experiencias · A lo largo de su historia profesional se ha llevado muchas sorpresas

Iñaki Miral, en el establecimiento donde trabaja.
Iñaki Miral, en el establecimiento donde trabaja.
Ricardo Alba / Mojácar

31 de agosto 2010 - 01:00

La llave, apenas un trocito de metal, un instrumento metálico que facilita la vida o amarga la existencia, según. Del ¡nos han dado la llave! exclamado por la feliz pareja agraciada con una vivienda VPO, al ¡dónde están las putas llaves! proferido por un ser en el filo de la histeria, media un vacío existencial. Se nota en las caras: los adjudicatarios son la viva expresión de la felicidad, el individuo o la individua que las busca son la viva imagen de la desesperación: faz tensa, lívida, desencajada, ojos en peligro de estallar en las cuencas.

Ay, la llave, las llaves, un pasaporte travieso, juguetón, que hunde en la miseria a su dueño cuando éste menos lo espera y, además, por si fuera poco, en el momento más inoportuno. ¿Y esa carita que se te queda cuando tu mujer está encerrada en la terraza del apartamento, tus niños en la piscina, y la llave puesta por dentro en la cerradura? ¿Y esa carita de por qué a mí, Dios mío, por qué a mí? Y ahora, ¿qué hago?

Aparte de maldecir lo inimaginable, guarde la calma porque ni es usted al primero que le pasa ni será el último, no es que sea mucho consuelo pero por algo hay que comenzar. No se le ocurra gritarle a su pareja lo de ¡en qué estabas pensando! porque usted puede ser el siguiente y esta no es una recomendación de alivio, es que pasa. Recuperada la calma, la entereza que le caracteriza en situaciones embarazosas, busque a un cerrajero. Si usted no es de la zona pregunte sin miedo, todo el mundo conoce a alguno. Levante la mano quien no.

En la zona del Levante almeriense, en Mojácar sin ir más lejos, vive, reside y trabaja Iñaki Miral que al margen de abrir lo que le pongan por delante, goza de la particularidad de tener una escritora en casa, Esmeralda Mengual. El establecimiento de Iñaki abre las veinticuatro horas del día, siempre y cuando se le llame al teléfono de urgencias fuera de horas laborables. Veinte años de profesión dan para muchas situaciones estrambóticas, insólitas, chocantes como poco, en ocasiones sangrantes como: "hace unos días me llamó la Policía Local de un pueblo. Un hombre había encerrado a su mujer y a su niña en la casa, no las dejaba salir. El hombre se había llevado las llaves. Abrí la puerta y la Policía Local pudo entrar en la casa para sacar a las dos personas". Y como éste caso, muchos otros que Iñaki ha tenido que solventar porque vilezas de este porte las hay a diario.

En otra ocasión, a Iñaki Miral le llamaron desde un cuartel de la Guardia Civil "resulta que a dos chicas que estaban en la playa tomando el sol sin la parte superior del bikini les habían robado todas sus pertenencias y las llaves de la casa. Una de las jóvenes estaba envuelta en una toalla y la otra con una camiseta". Al final, todo se arregló con la pericia de Iñaki, un Iñaki sorprendido un día por una llamada en la que "me pedían que fuese a un domicilio urgentemente. Yo preguntaba cuál era el problema. La mujer me decía que era un problema de cerraduras pero dentro de la casa y que tenía que ir rápidamente. Así lo hice y nada más llegar la mujer me lleva a un dormitorio en el que me encuentro a un señor desnudo con los brazos en cruz y esposado al cabecero de la cama con unos grilletes metálicos, tipo de los de la policía. En pleno apogeo de la juerga habían tirado las llaves por la ventana. La mujer bajó a por ellas y no las encontró. Abrí las esposas y todo en orden". El ámbito de actuación de Iñaki abarca desde Carboneras hasta San Juan de los Terreros, muchas urbanizaciones, viviendas, en las que dejarse las llaves dentro, incluso al propio Iñaki le ha sucedido, sí, cerrar la puerta con las llaves dentro.

¿Y las llaves del coche, Iñaki? "Pues lo más frecuente es olvidarlas al cerrar el maletero. La mayoría de nosotros somos diestros, pues bien, cuando abro un maletero las llaves suelen estar en la parte izquierda del maletero porque el movimiento habitual es cerrar con la mano derecha y nos fijamos si llevamos algo en la mano, de modo que lo que llevamos en la mano izquierda ahí se queda". Como ahí se queda el que llega a casa pasado hasta los topes.

"Sobre todo ahora, en verano, se suceden las llamadas de madrugada. Lo más común es la confusión de puertas. Se empeñan en abrir una puerta que no es la suya, pero es que ni se dan cuenta de ello.

A veces me toca recorrer todo el edificio o la urbanización en busca de la puerta que se corresponde con la llave. Hay veces que cuando las cosas no me encajan llamo a la Policía o a la Guardia Civil y hago mi trabajo con ellos a mi lado".

Y hace bien Iñaki Miral, que no están las cosas para muchas bromas.

Recuerda Iñaki el caso de una pareja de recién casados que anotaron erróneamente el número y letra de la vivienda en que iban a pasar su noche de bodas.

Y tantas y tantas historias como para llenar un libro de sucedidos con una pequeña pieza de metal que abre el paso siempre que se tenga a mano.

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