Un menor quema cabeza y cuerpo de otro al echarle sosa cáustica al ducharse

La Fiscalía de Menores decide entrar de oficio. El herido por la broma macabra sigue su recuperación en la UCI de Torrecárdenas

Iván Gómez

28 de mayo 2014 - 01:00

Una broma entre adolescentes casi acaba en tragedia. De hecho, la víctima, un joven de 13 años, está ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Torrecárdenas desde la tarde del viernes en un proceso que puede alargarse en más de un año para recuperarse de las quemaduras. Otro joven amigo, de 14 años, le roció cabeza y cuerpo mientras estaba en la ducha con hidróxido sódico, más conocido como sosa cáustica, la sustancia altamente corrosiva que se emplea para la limpieza y desatascar tuberías, causándole graves quemaduras desde las rodillas hasta el cuero cabelludo que perdió cuando el líquido entró en contaco con el agua por su alta soludibilidad.

La cuidadora del menor avisó al servicio de emergencias 061 al escuchar los gritos de dolor del adolescente que acababa de ser víctima de una broma que va más allá de lo macabro por los efectos tan perjudiciales para la salud de la sosa cáustica y fue trasladado desde el apartamento en el que se encontraban en el barrio de Torrecárdenas hasta el hospital donde fue atendido de urgencia. Cara, pecho, brazos, torso... el cuerpo del menor está cubierto por ampollas, manchas y heridas graves y llegó a peligrar la visión de uno de sus ojos, si bien la evolución ha sido favorable desde el fin de semana. Lo que ahora más preocupa es la inflamación que no remite en el brazo izquierdo y de no mejorar en los próximos días será trasladado en helicóptero hasta la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío en Sevilla. Sus padres, pendientes en todo momento del joven desde que fue ingresado en la UCI de Torrecárdenas, aseguran que no van a presentar denuncia porque la Fiscalía de Menores decidió entrar de oficio a raíz del parte de lesiones remitido por sanitarios del hospital a la Policía Nacional.

El padre del menor, Antonio Soler, explica que el periodo de hospitalización puede superar el mes y la rehabilitación posterior estaría entre uno o dos años, un duro golpe a su vida que implica la pérdida del curso actual, entre otras consecuencias inmediatas. "Con 14 años uno es consciente, no pueden decir que es una chiquillada", afirman. El joven, vendado de los pies a la cabeza, con vaselina y bombas de hidratación, tiene pesadillas y aún no ha llegado a comprender cómo a su amigo se le ocurrió echarle sin pensarlo un producto tan tóxico.

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