El lado oscuro de Almería

El caso Almería

  • El viernes pasado se cumplieron 38 años del hecho tristemente más dramático que ha ocurrido en la provincia de Almería durante el pasado siglo en plena Transición

Juan Mañas, el joven de Pechina asesinado por la Guardia Civil, trabajaba en el operador ferroviario FEVE, en Santander.

Juan Mañas, el joven de Pechina asesinado por la Guardia Civil, trabajaba en el operador ferroviario FEVE, en Santander.

LA madrugada del 10 de mayo de 1981 aparecieron en el interior de un turismo Ford Fiesta los cuerpos calcinados de tres jóvenes en el fondo de un pequeño barranco en el término municipal de Gergal. El “Caso Almería” ha sido sin genero de duda el hecho tristemente más dramático que ha ocurrido en la provincia de Almería durante el pasado siglo en plena Transición, después del trágico caso del “Parte Inglés” durante los años de la represión franquista en el que ocho personas, entre ellas una mujer fueron fusiladas el 10 de agosto de 1942 por distribuir los partes radiofónicos de la BBC inglesa acusados de una conspiración antifranquista. Un día como hoy pero de hace 36 años se perpetró esta atrocidad.

Tres muchachos procedentes de Santander a los que la Guardia Civil confundió con un comando de la banda terrorista de ETA que unos días antes atentaron contra el general Valenzuela en Madrid, fueron vilmente torturados y asesinados cuando llegaron a la provincia de Almería procedentes de la capital norteña para asistir a la primera comunión de un hermano de Juan Mañas, una de la victimas y cuya familia residía en Pechina. Treinta y tres años después del caso más terrible ocurrido durante nuestra democracia, siguen abiertas muchas incógnitas que para muchos no han sido aclaradas en su totalidad.

Es ridículo pensar que los tres chavales eran miembros de un comando de ETA que tras perpetrar un atentado huyeran juntos, se les rompiera el coche y alquilar uno diciendo a la encargada del rent a car que iban a Almería. Luego, ni armas, ni historias, ni siquiera verificar la versión de Mañas diciendo que era de Pechina y venían a la comunión de su hermano. Errores pueriles que no vieron unos ojos cegados por el ansia de poder y coronarse de estrellas para su promoción.

La Guardia Civil justificó su crimen alegando que los jóvenes intentaron huir a pesar de ir esposados cuando la caravana con los detenidos se dirigía por la carretera de Gergal hasta Madrid donde iban a ser entregados en la Dirección General de la Guardia Civil.

Los tres jóvenes después de duros interrogatorios y torturas en la comandancia de Almería y en el abandonado cuartel de Casafuertes de Retamar buscando unas supuestas bolsas y armas, fueron finalmente tiroteados cuando ya habían muerto como consecuencia de las terribles torturas a las que fueron sometidos como quedó probada en la sentencia que condenó al jefe de la comandancia de Almería, un teniente y a otro agente.

La familia no consigue que el hecho sea considerado como terrorismo

Juan Mañas venía acompañado por Luis Montero y Luis Cobo Mier a los que un teniente coronel de la Guardia Civil, Carlos Castillo Quero, en un exceso de celo y logro de medallas, sin comprobar datos básicos de identificación, fue el principal culpable de sus muertes al ordenar matar a los jóvenes inocentes al confundirlos con los etarras Mazusta, Bericiartúa y Goyonoeche.

Las fuerzas de seguridad del estado habían sido puestas en alerta por el atentado etarra en Madrid junto la identidad de sus posibles autores. Unas irreflexivas decisiones provocaron que los tres jóvenes visitantes fueran detenidos a punta de pistola cuando efectuaban unas compras para sus familiares en un local de artículos de regalo de la avenida del Mediterráneo de la Urbanización de Roquetas de Mar.

Juan Mañas Juan Mañas

Juan Mañas

Un día antes, un taxista de la localidad de Manzanares, donde los muchachos alquilaron un coche al averiárseles el Seat 127 en Alcázar de San Juan y en el que viajaba desde Santander, fue la persona que dio la alarma a la Guardia Civil sobre los “supuestos etarras”. El vecino de esta localidad manchega había visto en televisión las fotografías de tres personas a las que se atribuía el atentado de Madrid y cuando vio a Mañas, Montero y Cobo, pensó que eran los integrantes del comando de ETA. Apuntó el número de matrícula del coche y avisó a la Guardia Civil.

Unos “audaces terroristas” que habían contado su peripecia de “pe a a pa” a la dueña de la empresa de alquiler de coches informando que se desplazaban a Almería para asistir a una comunión. La comandancia de Almería a pesar del extraño “modus operandi” de los “terrorista” que no llevaban coche robado o las matriculas dobladas, pese a los medios disponibles, que los tenían, en ningún momento, identificó de verdad a las victimas, máxime cuando uno de ellos, Juan Mañas con claro acento almeriense respondía en los brutales interrogatorios que era de Pechina y que venían a la comunión de su hermano. Uno de los guardias civiles que intervino en los interrogatorios lo conocía de vista. Su hermano durante varios años fue camarero de la Estación de Autobuses ubicada a cincuenta metros del cuartel y los agentes solían acudir al bar a efectuar consumiciones.

Las familias de los tres muchachos ya habían denunciado sus desapariciones. Los familiares de Cobo y Montero llegados de Santander y la de Juan Mañas que vivían en Pechina tuvieron graves dificultades para identificar sus cuerpos dado su lamentable estado. Alojadas en el cuerpo de Luis Cobo se encontraron cuatro balas, dos en la parte derecha del pecho y otras dos en la parte baja del pecho izquierdo. Y en el de Luis Montero, cinco balas: una en la segunda costilla flotante, dos en la pierna izquierda y dos en la parte baja derecha del pecho.

Otras cinco balas, entre el corazón y los pulmones tenía el cadáver de Juan Mañas.Indecente y vergonzosa fue la versión oficial del ministro Rosón que habló de un lamentable y trágico error. La primera versión del Ministerio de Interior fue que Mañas, Montero y Cobo iban armados e indocumentados, y que perdieron la vida en accidente de circulación después de que trataran de huir del coche en el que estaban siendo trasladados y los agentes dispararan a las ruedas del coche. Juan José Rosón, entonces titular de esa cartera, repitió esta versión en comparecencia parlamentaria a pesar de que en los medios de comunicación se describía que los cadáveres, atrozmente calcinados, aparecieron sin piernas y sin brazos, con visible orificios de bala en distintos puntos del tronco y del rostro.

En 1982, Carlos Castillo Quero, teniente general de la Guardia Civil, fallecido varios años después fue condenado a veinticuatro años de prisión tras ser declarado culpable de la muerte de los jóvenes junto al teniente ayudante Manuel Gómez Torres condenado a quince años y doce años de prisión al guardia civil conductor Fernández Llamas. En 1984, un guardia civil remitió a la familia de Juan Mañas una carta anónima en la que narraba lo ocurrido e identificaba, con nombres y apellidos, a todos los culpables del triple asesinato.

El Ministerio del Interior aceptó mantener un depósito de fondos reservados en la Dirección General de la Guardia Civil para ayudar a los agentes expulsados tras haber sido condenados por la tortura y el homicidio de los tres jóvenes en Almería. El teniente coronel Carlos Castillo Quero, que cumplió 11 años de condena en prisión, fue el que más dinero recibió. Según Interior en aquella época, los otros dos agentes condenados y expulsados de la Guardia Civil, también recibieron ayudas procedentes de los fondos reservados. Castillo Quero falleció en abril de 1994.

La familia Mañas ha solicitado en varias ocasiones que su hijo y sus dos compañeros sean reconocidos como víctimas del terrorismo, pero siempre han recibido la callada por respuesta por parte de todos los organismos a los que se han dirigido desde hace más de un cuarto de siglo

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