Los cien mil pasos de Joel Buton

A Forrest Gump le acompañaba una multitud en su correr hacia ninguna parte, precisamente por eso: no tenía por qué, no puso límite, le importaba nada de nada. Fue tomado por un visionario, por un líder mesiánico y, ya se sabe, mejor seguirle no sea qué, nunca se sabe. O si por un aquél, como cuando según unos, a Rafael Gómez Ortega, 'el Gallo', otros dicen que a 'Guerrita', le presentaron a Ortega y Gasset como el más eminente filósofo español, el matador pidió que le explicaran en qué consistía su profesión. 'Los filósofos se dedican a pensar'. Y, asombrado, el Gallo o Guerrita contestó: 'hay gente p'a tó'. Pues sí, la hay. 'Hay gente p'a tó', y por Dios, que no falte.

La vida, cuando juega al billar, inventa carambolas excepcionales, físicamente imposibles. En el discurrir de una partida, de una tacada alojó en la tronera la bola negra de la muerte de Lady Di, en tanto que la bola blanca salía despedida hacia la banda de la conciencia de Buton, Joel Buton. Cuenta Joel de su admiración hacia el compromiso personal de la princesa de Gales contra las minas antipersonas, "hacía mucho bien, ella era una persona querida, escuchada, estaba muy implicada en la abolición de las minas. Al morir en aquél accidente, yo sentí que debía continuar la misión de la Princesa de Gales". Puso un pie en la carretera, después el otro; y así, durante doce años, paso a paso, hasta que llegue a París. No le sigue nadie. Tiene un objetivo, una meta; además, eso de las minas queda muy lejos. Camina en solitario.

Y diga usted, Joel, ¿cuántos kilómetros lleva caminados? "Hay más de veinticinco mil niños muertos o con las piernas amputadas por las minas antipersona". Ya, ¿y no se cansa de tirar del carro usted sólo? "He recogido más de doscientas cincuenta y dos mil firmas, y llevo acreditado mi paso por más de nueve mil trescientos Ayuntamientos de gran parte de Europa". En sus libretas lleva cartas, certificados, sellos estampados que dan fe de su paso por Bélgica, Alemania, Holanda, Rusia, Estonia, Letonia, Croacia, Grecia, Chequia, Polonia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Luxemburgo, Italia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, España. En otros cuadernos figuran las miles de firmas recogidas acompañadas de frases en todos los idiomas imaginables y, también, guarda los recortes de periódicos que recogen su historia, su lucha.

Dice Joel Buton que "es una barbarie la existencia de más de ciento cincuenta millones de minas antipersonas enterradas en todo el mundo, especialmente en Bosnia y Angola". Según su estado de ánimo, también físico, camina entre 5 y 20 kilómetros diarios con su carro que pesa alrededor de 200 kilos. Es un esfuerzo titánico, una misión, según Joel, a la que le queda un recorrido final para culminar la difusión de su mensaje anti minas: Santiago de Compostela y París. Atrás quedarán las audiencias con presidentes, primeros ministros, alcaldes, que le han recibido y a los que dejó testimonio de la inexcusable destrucción de las minas. Ahora le queda, una vez en París, un paso más: entregar las firmas al presidente de los Estados Unidos de América

La Vendée, un departamento francés situado al oeste del país, en la región de Países del Loira, fue dónde Joel Buton hizo el primer kilómetro de los cuarenta y cinco mil que lleva recorridos. Con una tranquilidad pasmosa, cuenta Joel que camina los kilómetros que no pudo hacer Lady Di y, sobre todo, por los niños que no podrán caminar o habrán de hacerlo con muletas y ayuda de la ortopedia, en el mejor de los casos.