"Cuando se cierran todas las puertas, la nuestra sigue abierta"

El párroco Óscar Trujillo realiza una labor encomiable en el municipio, la zona cero del paro en el Almanzora Más de 200 familias acuden cada día a Cáritas

El párroco Óscar Trujillo se muestra optimista para salir de la situación actual.
El párroco Óscar Trujillo se muestra optimista para salir de la situación actual.
P. Martínez - J. Colipe Macael

macael, 24 de enero 2013 - 05:01

Es viernes llueve en Macael y el cura del pueblo hoy tiene mucha tarea por delante. Tres entierros son muchos para las di­mensiones de la localidad, pero teníamos concertado el en­cuentro, amablemente nos atiende, mientras reparte consuelo y aliento entre los que se quedan; "si no tuviéramos esperanza, no tendría sentido nada, ese el mensaje de Jesús de Nazaret", nos dice. "Creemos en la vida con mayúsculas y en el amor, y eso tiene que hacerse realidad aquí. Ese reino hay que construirlo todos los días, actuando con justicia, venciendo nuestro propio egoísmo, siendo capaces de echar una mano al que está caído". Con ese discurso de mitin dominguero, nos mete en ambiente, esa realidad a la que se refiere, no le es nueva ni indiferente a este almeriense de 33 años de edad, curtido por las circunstancias. Su compromiso con los más débiles se palpa en las calles. Llena la iglesia, contribuye a que diez voluntarios todos los días durante dos horas, den clases de matemáticas e inglés a cuarenta chavales en la Casa del Collado que el mismo tomó la iniciativa de rehabilitar. Allí hay un futbolín, y alrededor de ella se mueven 200 jóvenes que participan de las actividades recreativas que surgen desde la parroquia.

El padre Óscar aprovecha para difundir el mensaje de Cristo; "entre col y col.. lechuga", admite el cura que milita un espacio social olvidado por los partidos políticos, a los que les vuelve la memoria en época electoral. Tiene mucha tarea por delante y si algo sobra son necesidades. "A veces me voy a dormir pensando cómo harán algunas familias para comer esa noche, con qué problemas vamos a encontrarnos mañana".

Quita mérito a su labor: "lo que se hace en Macael no es nada extraordinario, intentamos con muchas dificultades, equivocaciones y debilidades, que este mensaje de amor y esperanza llegue a todas las personas, sobre todo a quienes más lo necesitan". Queremos que nos hable de cosas más concretas, porque la gente, su gente, además de un mensaje necesita comer, vestirse y vivir. "La fe tiene que generar una obra, si yo predico el amor, la igualdad y la justicia y luego no soy capaz de tender mi mano a quienes lo necesitan, quedaría todo en un mensaje etéreo. La iglesia y su mensaje, se concretizan y se plasman en miles de comedores en toda España. Aquí en Cáritas de Macael, tenemos voluntarios que hacen muy bien su tarea con gente que se encarga durante tres días en semana de atender el despacho de Cáritas. Allí se atiende a las familias, les acoge, se les escucha, se les atiende y se les quiere. Es gente, jóvenes y mayores, que quitan tiempo de su vida, para ayudar a los demás".

Preguntamos qué pasa cuándo se caen las seguridades; "cuando se caen las grandes seguridades, que son ficticias, la persona se encuentra sola ante el problema y se le cierran las puertas. Nosotros intentamos de mejor o peor manera, que la nuestra permanezca abierta y ofrecer nuestra ayuda".

La crisis genera otros problemas y la falta de un puesto de trabajo, implica fricciones en el núcleo familiar por la imposibilidad de hacer frente al pago de la hipoteca, de los servicios, de los libros de los niños o de cosas básicas como la alimentación. Cáritas va más allá, acoge a más de doscientas familias del municipio y eso es mucha gente, "las dificultades de muchas familias, a veces hace que las personas pierdan las ganas de vivir, por ello intentamos ofrecer una palabra de aliento, un hombro en el que apoyares. El problema de la comida tiene fácil solución, se arregla con un plato de alimento; el otro, es más complicado".

Cáritas está desbordada pero Macael "es un pueblo muy generoso", dice. Hablamos del perfil de quien acude en busca de ayuda; "antes eran en su mayoría inmigrantes ahora son vecinos de aquí, de siempre. De hecho hay un cambio en el perfil de quienes recurren a nuestros voluntarios, son los llamados "pobres vergonzantes", personas que en otro tiempo han tenido una posición social holgada. Cuando se resisten a abandonar la apariencia, se convierte en un problema que la Iglesia debe tratar con mucha delicadeza".

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